Vivimos inmersos en un mundo repleto de virus. Los respiramos, los tocamos, los ingerimos. Gracias a Dios, la inmensa mayoría no tiene capacidad para generarnos una infección. Sin requisa, en ocasiones algunos de estos microorganismos que infectan a especies animales cercanas, como el ganadería, adquieren mutaciones que, de repente, les permiten saltar con éxito a los humanos. Y eso, en un mundo globalizado acechado por la crisis climática, abre la puerta a las temidas pandemias. Lo estamos padeciendo con la covid, la viruela del simio o el VIH, y recientemente lo hemos vivido con la enfriamiento porcina o la aviar.
“Entender qué ocurre, por qué algunos virus al mutar adquieren modificaciones en su genoma que les permiten infectar de forma efectiva a los humanos es esencia si queremos organizar o, al menos, estar preparados para enfrentarnos a futuras pandemias”, afirma Raúl Rabadán (Madrid, 1974).
“La gran pregunta es cómo la mente humana es capaz de hacer modelos tan precisos del universo”
Este físico teórico es el director del software de genómica matemática de la Universidad de Columbia, donde dirige un equipo de investigación multidisciplinar, en el que matemáticos, físicos, biólogos, científicos computacionales, ingenieros, médicos, trabajan codo con codo para desarrollar modelos predictivos que permitan comprender mejor los mecanismos de proceso de los virus y poder prever cuáles serán en un futuro capaces de infectar a las personas.
“El desafío ahora ya no es tanto obtener los datos, sino extraer conocimiento de ellos para poder trazar patrones de comportamiento”, considera Rabadán que ha hablado sobre genómica y covid en el Barcelona Supercomputing Center - Centro franquista de supercomputación (BSC-CNS), invitado por el área de ciencias de la vida .
Comprender cómo funcionan las cosas, el mundo, es poco que le ha obsesionado desde nene. Recuerda que se pasaba el día haciendo fórmulas para entender cómo caía un objeto o por qué sucedía tal o cual engendro. “La gran pregunta que me sigue inquietando es cómo la mente humana es capaz de hacer modelos tan precisos del universo”, confiesa. De hecho, fue esa inquietud lo que lo empujó a estudiar física teórica. Tras doctorarse por la Universidad Autónoma de Madrid, se marchó al CERN, en Ginebra (Suiza), a investigar sobre las partículas más elementales; y de allí voló al Instituto de Estudios Avanzados de la Universidad de Princeton (EE.UU.), una especie de torre de marfil por la que han pasado las mentes más brillantes en física teórica del siglo XX: como Albert Einstein, quien fue su primer director, o Robert Oppenheimer, director del esquema Manhattan para el explicación de la obús atómica.
“Aterricé allí en el 2003, ajustado cuando acababan de crear un nuevo instituto de biología de sistemas y me fascinó la posibilidad de poder modelizar con matemáticas procesos biológicos, como la aparición de los tumores y su proceso”, afirma. Era un momento de expansión de la genómica, se empezaban a producir cantidades ingentes de datos de calidad, lo que allanaba el camino para poder extraer nuevos conocimientos.
“Virus y cáncer tienen procesos de proceso parecidos”
“Virus y cáncer tienen procesos de proceso parecidos”, afirma este físico madrileño, al frente además del Centro de Topología de la Progreso y Heterogeneidad del Cáncer del Instituto Doméstico del Cáncer de los EE.UU.
“Muchos descubrimientos en cáncer se han realizado a partir del estudio de virus, porque capturan la esencia de muchos procesos biológicos”, considera Rabadán.
De hecho, existe una asociación entre virus y tumores: el 20% de los cánceres están asociados a un patógeno, como Epstein-Barr o el virus del papiloma humano. En algunas regiones del planeta, esta relación es más estrecha, como en África ecuatorial, donde hay una veterano prevalencia del linfoma de Burkitt. O en Japón y Corea, donde tienen un tipo de tumor, un linfoma NK, muy raro en el resto del mundo y vinculado a Epstein-Barr.
Incluso nuestro genoma es un cementerio de virus, algunos de los cuales se comportan como auténticos zombis, que a veces se activan, sobre todo en procesos de cáncer.
“Quiero entender por qué y cómo los tumores aparecen y evolucionan en algunas personas, responden a terapia o no. Necesitamos dar con los patrones que nos permitan explicar esos procesos de proceso, para que el impacto de nuestra investigación sea mucho más directo”, resume este físico teórico.
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