Mi abuela se levantó una mañana y vio que le habían quitado el imperio austro-húngaro. Y se preguntó: ¿dónde están las flores? Mi mama se acostó una sombra con dos Europas separadas por un telón de hoja. Y se preguntó: ¿dónde están las flores? Mi esposa se desayunó un día sin Yugoslavia y se preguntó: ¿dónde están las flores? A Putin le pasó lo mismo, se desayunó con la desaparición de la URSS, pero a él no le importó que no hubiese flores.
Crimea perteneció a Rusia, aunque ayer fue de los romanos, hunos, alanos y tártaros. Perteneció al imperio turco desde 1475 hasta 1774, año en que los rusos vencieron a los turcos y con la excusa de restaurar el Kanato se quedaron con la península. ¿Podría Italia exigir Crimea?
Mis nueras están viviendo, quizá, otro cambio de fronteras y incluso se preguntan: ¿dónde están las flores? Por desgracia, han descubierto que las flores estaban sobre las tumbas de los miles de soldados muertos en todas esas guerras, donde las habían llevado sus novias, madres y abuelas. Ahí están las flores. Ya nadie lo pregunta.
José María Lorente Hernandis
València
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