El déficit de socorristas de playa en Catalunya supera los 300

Una de cada cuatro playas catalanas no cuenta con servicio de socorrismo. La ley que regula el sector, que data de 1972, no obliga a los ayuntamientos a disponer de esta figura de vigilancia en el ribereño, que si se exige en las piscinas de uso conocido. Municipios costeros como Cadaqués, Colera o Portbou, en la Costa Brava; Sant Pere de Ribes, en la costa del Garraf, o Sant Jaume d’Enveja, en las Terres de l’Ebre, carecen de vigilancia en todas sus playas ya sea por error de medios económicos, por un escaso uso de sus arenales o por contar con playas de muy difícil acercamiento. La ley los ampara.

“Queda a criterio del consumidor, depende de la buena voluntad de cada Concejo y de su experiencia previa con la sigla de ahogados que haya tenido en abriles anteriores, algunos lo hacen más o menos adecuadamente y otros tienen un servicio que estresa al trabajador, con un solo puesto de vigilancia por kilómetro de playa”, explican desde la plataforma Sos Socorristas, impulsada por UGT. Este verano, unos 1.200 profesionales controlan el ribereño catalán, una sigla insuficiente según el sector, que cree que harían error un insignificante de 300 más.

Una de cada cuatro playas catalanas no cuenta con servicio de socorrismo

La centro de esos profesionales proceden de otros puntos de España o de otros países, la mayoría de Sudamérica que vienen a hacer temporada. “Es un sector low cost, la clan de aquí no quiere trabajar en este campo”, explica Bartomeu Casellas, formador de rescate fluvial. Los bajos sueldos, jornadas en ocasiones maratonianas y un anciano esfuerzo para sacarse el título explicarían la caída de alumnos interesados en cursar los estudios. Un nota: en la prueba de selección para cursar el ciclo de fracción medio de rescate fluvial de cuatro institutos solo se presentaron 30 candidatos en total. El 80% de plazas quedaron vacantes. “Desde que en el 2015 cambió el sistema de formación en Catalunya, el descenso ha sido extraordinario; ayer realizaban un curso rápido y sencillo que podían compaginar con sus estudios, ahora deben hacer 700 horas. ¿Quién estudia siete meses para luego solo poder trabajar dos meses y medio?”, reflexiona Johnny Acevedo, presidente de la Asociación de Empresas Catalanas de Socorro (Aecsa).

A la error de profesionales, se le añade incluso la error de regulación. Hace abriles que el colectivo reclama una legislatura autonómica de mínimos, de obligado cumplimiento, que estipule, por ejemplo, los puntos de vigilancia que debe tener cada playa en función de su peligrosidad y densidad, la sigla de efectivos idónea, la duración del servicio, el horario o los medios técnicos que debe precisar cada profesional. En el 2020, la Generalitat inmediato con los sindicatos, entidades municipales, empresariales y del tercer sector crearon un documento de buenas prácticas en la contratación del servicio de socorrismo en las playas dirigido a ayuntamientos.

Fuente: Protecció Civil de la Generalitat

Fuente: Protecció Civil de la Generalitat

Autor: LV

Por poner solo un ejemplo, en las playas más concurridas, el texto estipulaba un punto de vigilancia como mayor cada 400 metros, un puesto de primeros auxilios que garantice un tiempo inferior de respuesta a los cuatro minutos, una embarcación de auxilio... En las playas de peligro medio, aquellas en la que una persona puede disponer de una superficie de entre 10 m2y 60 m2, se insta a tener un punto de vigilancia cada 800 metros.

“Pero este código no es obligatorio cumplirlo, la regulación mejoraría la calidad del servicio”, afirma José Pasadas, miembro de la plataforma. “La mayoría de ayuntamientos no se dotan de unos medios para ofrecer un servicio de calidad”, explica. Un servicio que consideran que los consistorios deberían ofrecer mucho ayer de que lo hacen asiduamente. “El cambio climático nos está trayendo más olas de calor y cada vez más pronto como la de junio: el resultado es que teníamos playas llenas y sin socorristas ya que la mayoría no empiezan hasta el puente de Sant Joan”, afirma Pasadas. El profesional Nicolás Migueiz ahonda en esta afirmación. “Si los chiringuitos están abiertos, incluso hay que dar cobertura en materia de socorrismo”, afirma.

22 ahogados

Es la sigla media de muertos registrados en el ribereño catalán entre el 15 de junio y el 15 de septiembre en los últimos siete abriles

Algunos ayuntamientos como Tossa de Mar, Lloret de Mar o Sitges, por citar algunos, han alargado la temporada hasta el 15 de octubre en algunas de sus playas. En el municipio de la costa del Garraf la vigilancia arrancó en Semana Santa. Este año ayer del 15 de junio habían muerto cinco personas en las playas y en lo que llevamos de verano, trece han perdido la vida en este medio. Diez lo hicieron en playas vigiladas y de ellos, siete cuando ondeaba bandera verde.

“Habrá que estudiarlo y ver qué ha sucedido, ya que en algunos casos las víctimas pueden tener patologías previas”, explica Imma Solé, subdirectora común de Protecció Civil. Se estima que un 15% de las muertes en medio fluvial son inevitables, o sea se habrían producido en casa o en la calle. El socorrista Nico Migueiz reconoce que en algunos casos sí puede sobrevenir patologías previas que hayan condicionado esas muertes, pero está convencido que “con un anciano número de socorristas se podrían evitar muchas de estas muertes”. Igualmente lo ve así Casellas, que hace la subsiguiente advertencia. “Las playas de Los Ángeles reciben 300 millones de visitantes y tienen la misma sigla de muertos que aquí, que tenemos treinta veces menos bañistas. Si multiplicáramos o triplicáramos los profesionales, la sigla se reduciría de forma drástica”.

En los últimos siete abriles, entre el 2015 y el 2021, se han reprimido, de media, en el ribereño catalán un total de 22 personas.

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