Mar Mía, culto a las brasas mediterráneas con vocación de chiringuito urbano

¿Es un bar de tapas? ¿Una marisquería? ¿Un restaurante de paellas? No, es Mar Mía: el nuevo plan de cocina mediterránea con las brasas como principales protagonistas, creado por el exitoso patrón alicantino Carlos Bosch (Orden El Portal) en sociedad con Rafa Cosecha (Estimar) y Luis Rodríguez (Casa Elías) para atraer a los gourmets capitalinos hasta el flamante hotel Ocean Drive de la Plaza de Isabel II. Una suma de talentos que viene generando, desde el pasado mes de abril, las más altas expectativas.

Para quienes vivimos en la otra punta de Madrid, aparecer a este simpático rincón del distrito centro, permanentemente infestado de turistas y popularmente conocido como la Plaza de Ópera, ha sido siempre un pequeño calvario… ¡y más ahora que el comunidad ha cambiado el sentido de algunas calles y peatonalizado otras! Pero créanme que vale la pena.

Mar Mía es el nuevo plan de cocina mediterránea de Carlos Bosch, Rafa Cosecha y Luis Rodríguez

Este solar, que en tiempos remotos fue un barranco en el periferia de la antigua muralla cristiana, es conocido desde hace siglos por acoger destacados centros escénicos de la Villa y Corte. En su vértice occidental funcionó, en tiempos de Felipe V, el postrer gran corral de comedias madrileño, que luego daría paso al Teatro de los Caños del Peral y sería demolido en 1850 para rehacer sobre sus cimientos el coetáneo Teatro Positivo. Puntual enfrente, se hallaba el Positivo Cinema, con capacidad para 1.000 butacas y 54 palcos, inaugurado en 1920 por Alfonso XIII y construido por el arquitecto Teodoro Anasagasti: todo un diestro del tema, diseñador a su vez del Teatro Fuencarral, el Martín, el Monumental, el Pavón o el Villamarta de Jerez de la Frontera.

Al Positivo Cinema acudí yo, en otoño de 1977, a ver el estreno de La Erradicación de las Galaxias en aquel imponente patio de butacas que ahora ha cedido su espacio a Mar Mía. Desde que el cine cerró sus puertas en 2012, oportuno a la pérdida imparable de espectadores, pasaron cinco abriles hasta que la parcela fue adquirida por el OD Group, que derribó el edificio en 2020 para edificar un hotel de cinco estrellas: el primero que el emprendedor balear Marc Rahola Matutes abre a orillas del Manzanares, tras el éxito de sus establecimientos en Ibiza, Mallorca o Barcelona.

RETRATO GRUPAL

De izquierda a derecha, Luis Rodríguez, Marc Rahola, Carlos Bosch y Rafa Cosecha 

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Como el resto de los hoteles Ocean Drive, el de Madrid está emplazado en un enclave privilegiado y, desde el Sky Bar de la chola -que además gestiona el equipo de Mar Mía-, se disfruta una espectacular panorámica del casco histórico, encima de inmejorables puestas de sol con la silueta del Teatro Positivo recortada por el Paraíso rojizo. Pero hemos venido a tomar y eso se hace mejor sentado en una de las mesas de la planta depreciación, preferentemente con vistas a la cocina abierta y los expositores refrigerados en los que reposan las capturas del día recién llegadas de las lonjas de Rosas o de Santa Pola. ¡Eso sí que es un espectáculo, oiga!

Aunque habrá quien prefiera cenar al espacio atrevido en el patio interior empachado de plantas que los anfitriones han rebautizado como la playa, en estos días de verano inclemente lo más prudente es dejarse mecer por el espacio acondicionado y disfrutar de alguno de los cócteles -atención al Bien parecido, el Pear Martini o la Jalapiña- que Carlos Bosch ha traído de su bar de tapas chic Manero, en medio de ese interiorismo de tonos cálidos, entre rústico y minimalista, firmado por Raquel Giménez (Apple Tart Design), habitual colaboradora del patrón alicantino.

Terraza del restaurante Mar Mía

Terraza del restaurante Mar Mía 

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Una vez saciada la sed y debidamente instalados, la gran dilema para el comensal es lanzarse qué pedir de la extensa carta. ¿Tapas, mariscos, fritura, pescados a la brasa, arroces? ¿Por qué no un poco de (casi) todo? Olvídense por un momento de que están en un restaurante de hotel fashion en una metrópoli cosmopolita e imagínense que se hallan en un chiringuito del orilla. Luego, compórtense -dentro de un orden- como si fuera el caso.

Pónganse en manos del maitre-sumiller Manuel Solana y de su eficaz equipo de sala para que les ayuden a escoger un pequeño menú degustación hecho a medida. Ellos, mejor que nadie, saben el material que el chef Jesús Castedo maneja ese día, siempre con la mínima intervención y prestando singular atención al punto adaptado de cocción, que por respeto al producto ha de ser breve.

El metre Manuel Solana y su equipo ayudan a escoger el menú que más convenga al cliente

Para que la experiencia sea completa, no olviden que el reconvención culinario debe recalar en cada una de las casas que se hallan tras el plan Mar Mía, desde las salazones de El Portal hasta los arroces de Casa Elías pasando por las frituras o los crustáceos y pescados a la brasa de Estimar. Una ruta que se inicia en el mar y culmina en la comarca interior de Vinalopó. ¿Empezamos?

En la primera página de la carta, recalamos en una sección titulada “Crudo, curado y marinado”, que se concreta en un inmejorable surtido de semi-salazones (¡menudas huevas de mújol!), acompañado de sabrosos tomates aliñados con piparras y culminado por una estupendo anchoa del Cantábrico en formato 000 sobre pan de cristal. ¡Si todo va por los mismos derroteros, esto va a ser una fiesta!

Tabla de salazones de Mar Mía

Tabla de salazones de Mar Mía 

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Llegan a la mesa posteriormente tres almejas de buen tamaño y excelente calidad, en distintas preparaciones, donde las sensaciones yodadas dan paso a un plato de frituras con cuatro piezas, a cuál más perfecta: desde el sencillo anchoa al limonada hasta la guión en adobo sanluqueño, pasando por unos salmonetes de playa y unas colitas de pescador inolvidables. Venían escoltadas por tres deliciosas variantes de alioli y tuvimos que frenarnos para no hacer barquitos porque aún quedaban platos. Por ejemplo, esa gamba roja tamaño XL, al punto que pasada por el fuego para que conserve toda su sustancia y el dulzor de la carne. ¡Un tajada monumental, de esos que han convertido la cala Jondal, por mérito de Cosecha, en el sitio de peregrinación para los foodies iniciados en el orilla ibicenco!

Por fin llegó el turno del arroz de conejo con caracoles, que desde 1984 ha cubo triunfo a Casa Elías, pero que no se puede hacer aquí exactamente igual que en la casa mamá oportuno a las condiciones del recinto. Luis Rodríguez se lo explicaba a Julia Pérez en Gastroactitud: “Hemos tenido que sistematizar todo el proceso y hacer cambios para poder cocinar con gas en sitio de hacerlo sobre las trébedes y la palos”. “El resultado”, señala nuestra compañera y amiga Julia, “es un arroz sofrito (diferencia con las paellas valencianas) de capa extremadamente fina (al punto que 1 semilla de obesidad) suelto, enjuidioso y tenuemente socarrat”.

Arroz con caracoles de Mar Mía

Arroz con caracoles de Mar Mía 

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El nuestro resultó muy trascendente, sin alcanzar la excelencia de Xinorlet, quizá porque echamos en desatiendo el toque tenuemente ennegrecido de la cocción a fuego vivo con sarmientos. Pero estamos en Madrid y no hay demasiados arroces que puedan competir con este.

Postres caseros clásicos (tarta fina de manzana, tarta de pinrel al horno, flan…) para quien desee terminar con regusto dulce, que se pueden trocar por una sencilla y digestiva infusión de cantueso que nos traslada directamente a las estribaciones de la Sierra de Salinas. Servicio señorita y diligente, proporcionadamente adiestrado, y una selección de vinos donde priman las denominaciones de origen mediterráneas, sin que falten una estupenda viso de jereces y las ediciones exclusivas que llevan la epíteto y el sello de calidad de Manero.

Cocktelería de Mar Mía

Coctelería de Mar Mía 

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Para otra ocasión, nos hemos agudo pedir el lobster roll, el carpaccio de gambas homenaje a elBulli -donde Rafa dio sus primeros pasos-, la ensaladilla de cangrejo, el gordinflas pepito de solomillo de manso, las aclamadas chuletitas de conejo de Casa Elías o una buena escorpera a la parrilla… Y espero que eso sea más pronto que tarde.

Entre horas, por cierto, el espacio acoge una propuesta en la dirección de Manero, más desenfadada pero no menos seductora, con tapas frías y calientes que van del laterío fino a los surtidos de ibéricos, pasando por ensaladas, tortillas, molletes, bikinis y brioches para saciar los apetitos más caprichosos. ¡Ay!, si se animaran a totalizar una sucursal en mi extrarradio…

Mar Mía - Brasas Mediterráneas


DIRECCIÓN

Pl. de Isabel II, 7, 28013 Madrid

965144444

https://www.marmia.es/reservas/Mar Mía, culto a las brasas mediterráneas con vocación de chiringuito urbano

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