Más de 200 denuncias de pinchazos en un mes: rabia, impotencia y autoprotección

El Servicio del Interior eleva a 203 –última puesta al día– el número de denuncias por pinchazos a mujeres en el ocio noctívago y en fiestas locales. Aún remotamente de las más de 700 en Francia, sitio donde en el 2021 comenzó esta habilidad; y de las 1.380 que se han producido en Reino Unido.

En verano, los jóvenes, ellos y ellas, salen a disfrutar del ocio noctívago más que en cualquier otra época del año, y es razonable preguntarse si los pinchazos están coartando a las mujeres a la hora de ir a una discoteca. “No voy a dejar de salir, no veo que sea la opción, que es que se les pare a ellos”, opina Beatriz, de 21 primaveras. Como ella, muchas otras mujeres no se resignan a quedarse en casa, pero otras, como Lucía, 22 primaveras, sí que ven en los pinchazos una razón para no ir a gambetear. “A mí esto sí me coarta para estar en una fiesta. A las víctimas se nos está privando de nuestro derecho a disfrutar de una incertidumbre de fiesta”, asegura.

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Víctima de un reventón en una discoteca: "Me desplomé al promontorio de diez minutos"

Hay 203 denuncias en al punto que un mes, según Interior; los expertos temen que el miedo derive en ansiedades

Según Margot Pujal, doctora en Psicología Social de la UAB, las personas que cometen estas agresiones “no tienen un problema de lozanía mental, incólume casos excepcionales. Lo que les pasa por la cabecera es que su masculinidad hegemónica se está viendo vulnerada por el empoderamiento de la mujer y han trillado en los pinchazos una nueva vía para conseguir que ellas, al menos en el ocio noctívago, no tengan excarcelación”. Esta psicóloga experto en asuntos de condición opina que “se está convirtiendo en una ‘moda’, porque está siendo imitada por todos aquellos que tienen ese sentimiento de perseverar el control sobre la figura femenina”.

En el mismo sentido opina Emma, periodista y jurista de 23 primaveras, cuando dice que “hacernos distinguir inseguras es otro tipo de violencia”, y además las investigaciones policiales van en este mismo sentido. Los pinchazos son una modo de crear señal y asustar, no una forma de cometer un delito de atentado sexual bajo sumisión química. De esta modo, Ana, de 20 primaveras, reconoce no aprender cuál es la razón final y existente por la que se están dedicando a pinchar a mujeres, pero no cree que sea la sumisión química. “Ellos saben que cuando dan el reventón la chica se va a dar cuenta, se va a proteger y no van a poder aprovecharse de ella”, explica­.

Pero hay otras circunstancias que inquietan a las mujeres sobre el hecho de que cualquiera esencia un objeto punzante sobre su piel. “Uno de mis miedos es que me pinchen con una cánula sacada de cualquier parte y me puedan trasmitir cualquier enfermedad”, señala Lucía. A ella le da miedo que esté naciendo una “moda” porque cree que la gentío puede arribar a pinchar con un simple alfiler para crear señal entre las chicas que están en una fiesta.

Pero sin duda esta nueva situación puede implicar cambios de conducta en las víctimas. Ruxandra Irimie, psicóloga sanitaria, señala que “es una experiencia individual que supone un educación para ellas y que dependiendo de cada persona puede derivar en otros problemas o no”. Esta experta considera que “el expansión de problemas psicológicos aparece si la inseguridad que se pueda tener al salir por la incertidumbre llega a generalizarse en otros ámbitos y, dependiendo del peso que pueda tener para una persona este inconveniente, puede derivar en ansiedad o depresión”.

Por este motivo, algunas mujeres han trillado conveniente trazar medidas de seguridad cuando salen de incertidumbre. Se han viralizado algunas recomendaciones. Una de ellas es sobrellevar un silbato para hacerlo sonar en caso de encontrarse en un apuro. “Siento impotencia y furor de que la responsabilidad recaiga de nuevo en nosotras y seamos las que nos tengamos que autoproteger. Nos reinventamos cada día con una nueva medida que nos haga distinguir más seguras”, explica una nuevo de 26 primaveras a punto de entrar en una discoteca del puerto de Barcelona. “Hace poco esto de los pinchazos siempre lo hablamos entre nosotras, le dedicamos un tiempo y preocupación que no merece”, comenta una amiga que la acompaña.

El 20% de los jóvenes en España considera que la violencia de condición es un mito

La mayoría de las mujeres denuncian que siempre han ejercido la autoprotección en el ocio noctívago. “Desgraciadamente sí que voy a ir con más cuidado hasta que sepa que los pinchazos en las discotecas han desaparecido. Aunque, por ejemplo, ir al baño acompañada es poco que siempre he hecho. Es una cruz que tengo como mujer, pero me siento más segura que yendo sola”, se queja Ana.

El 20% de los jóvenes en España considera que la violencia de condición es un mito. Según Beatriz, “es lamentable que haya gentío que no sepa distinguir la violencia cuando es de condición. Hay personas que como no lo han vivido no asumen esta sinceridad”. Beatriz recalca que, “sobre todo, muchos hombres piensan que no existe porque nunca se han sentido inseguros al salir por la incertidumbre”.

Encima, muchas mujeres creen­ que esta situación está recibiendo un trato banal. “La misma gentío que piensa que la violencia no puede ser de condición es la que banaliza los pinchazos. Como al final no hay un injusticia sexual, te dicen: ‘Bah, si solo te han transmitido un reventón por hacer la clemencia’. Hay chicas que se han desplomado o mareado y han tenido que ir al hospital. Merece toda la importancia del mundo aunque no haya una violación”, asegura Ana. En opinión de Emma, “no se están teniendo en cuenta las consecuencias. Por ejemplo, puede provocar una burbuja de medio en parentesco que puede arribar a ser mortal”.

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