Europa está preparándose para una posible crisis energética. La pleito en Ucrania ha enfrentado a la mayoría de países europeos con Rusia, que es el principal proveedor de gas en el continente. Así, delante el miedo a que Rusia pueda cortar el gas por completo, la Unión Europea ha empezado a tomar medidas con un objetivo claro: librarse la máxima energía posible para los próximos meses de frío.
Muchos países europeos tienen una gran dependencia energética alrededor de el gas ruso. Según los últimos datos de Eurostat, entre los más dependientes se encuentran Hungría, con un 95% de importaciones rusas, y Eslovaquia (85,4%). Lo superan países como Letonia o República Checa, que dependen al 100% del suministro ruso. Por detrás están Alemania (66,1%), Polonia (54,8%) o Italia (43,3 %).
Sustituir el gas por otras fuentes de energía o incentivar una abajadero del uso del gas en la calefacción y el éter acondicionado son algunas de las medidas preventivas que Europa ha planteado a través del software ‘Ahorra gas para un invierno seguro’.
Según la UE, todos los consumidores, las administraciones públicas, los hogares, los propietarios de edificios públicos, los proveedores de electricidad y la industria pueden y deben tomar medidas para librarse gas. Para ello, la Comisión Europea ha recomendado una reducción del consumo del 15% de gas desde el 1 de agosto hasta el 31 de marzo del 2023.
Esta medida contempla una serie de excepciones a las cuales podrán acogerse países como España, Portugal, Malta e Irlanda. Ellos podrán aplicar una reducción del 7%, la medio que el resto de socios de la UE, porque no tienen una dependencia tan conspicuo alrededor de el gas proporcionado por Rusia, por lo que pueden conseguir la energía de otros lugares.
El panorama energético de España, por ejemplo, cuenta con buenos sistemas de regasificación y su almacenamiento de gas está por encima de la media europea. Adicionalmente, recibe el gas de una variedad de países proveedores, como Argelia, Estados Unidos, Trinidad y Tobago, Nigeria o Qatar.
Según el acuerdo de la UE, los Estados miembros se comprometen a acortar su consumo energético en los próximos ocho meses para tener reservas suficientes en caso de más cortes de suministro. No obstante, corresponde a cada gobierno doméstico determinar qué medidas se ponen en marcha para impulsar este parquedad.
Medidas aprobadas por los países
En España, el Gobierno ha suficiente que edificios públicos, comercios, grandes almacenes, espacios culturales y hoteles limiten el éter acondicionado a una temperatura mínima de 27 grados en verano y a 19 en invierno. Adicionalmente, las luces de escaparates y edificios públicos deberán apagarse a partir de las 22 horas.
En Francia, se apagarán las luces de los escaparates a la 1 de la mañana o una hora posteriormente del cese de actividad, y el éter acondicionado no podrá enrojecer por debajo de los 26 grados en verano en locales comerciales. Estos comercios deberán apoyar las puertas cerradas mientras esté puesto el éter.
En Grecia se han tomado medidas como apoyar a 27 grados la temperatura de los edificios y oficinas públicas en verano y a 19 grados durante el invierno. Asimismo, se apagarán los ordenadores y el resto de equipos informáticos cuando los empleados no están trabajando.
En Alemania, donde dependen casi exclusivamente del gas ruso, la situación es especialmente serio por la descuido de alternativas. El gobierno teutónico ha actuado en diferentes ciudades. En Berlín y Munich se ha suspendido la iluminación nocturna de edificios emblemáticos.
En otras ciudades alemanas como Hannover, los edificios municipales solo contarán con calefacción del 1 de octubre al 31 de marzo, a una temperatura máxima de 20 grados. Adicionalmente, se ha cortado el agua caliente en los edificios públicos y las duchas en gimnasios e instalaciones deportivas tendrán que ser con agua fría.
En Italia, las oficinas públicas y comercios tendrán que preceder el horario de cerradura y se hará una reducción en un 40% del alumbrado divulgado. Por su parte, el Gobierno de Irlanda va a descontar algunos impuestos vinculados a la energía con el objetivo de librarse.
De forma generalizada, los países europeos buscarán promover el uso del transporte divulgado como medida de movilidad sostenible en los próximos meses. En el caso de España, por ejemplo, el Gobierno ha bonificado los abonos de delirio de algunos trenes, que serán gratuitos desde el 1 de septiembre hasta el 31 de diciembre de 2022.
De momento, este tipo de medidas están siendo aprobadas voluntariamente por los países. Sin confiscación, no se descarta que estas normas puedan agenciarse un carácter obligatorio en el caso en que las relaciones con Rusia empeoren todavía más y se sufra un desabastecimiento total de gas ruso.
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