“Psicológicamente es mejor no tener idea sobre el tiempo que me queda, quiero no pensar y radicar al mayor". Así de convincente se mostró Olivia Newton-John en 2019 durante una entrevista para la televisión australiana. La actriz anunciaba que volvía a tener cáncer pero, en presencia de todo, se mostraba entusiasta, especialmente de cara a las cámaras, consciente de que podía motivar a más de uno. "Soy afortunada por acontecer atravesado esta situación tres veces y seguir aquí. Todos moriremos algún día", concluía.
Finalmente, fue este lunes cuando la protagonista de Grease daba su postrero adiós. Pese a que el motivo de su crimen no pilló por sorpresa a sus fans, sí que es cierto que eran muy pocos los que esperaban esta repentina información. De hecho, solo su círculo más íntimo, pues Newton-John fue activa en las redes sociales hasta el final. Todavía lo fue en los momentos más duros y, siempre que su vitalidad se lo permitió, fue incapaz de dar un no por respuesta a cualquier tesina relacionado con la enfermedad.
Sin ir más remotamente, fundó el Olivia Newton-John Cancer Wellness & Research Center en Melbourne y participó en el libro-CD Liv On, una colección de canciones y saber originales de la propia actor, Beth Nielsen Chapman y Amy Sky. El objetivo no era otro que tolerar la música "a aquellos que están atravesando situaciones de pérdida y dolor", en palabras de la intérprete. Un tesina cuyos beneficios se destinaron íntegramente a la investigación del cáncer y que fue ilustrado por el catalán Ignasi Blanch.
La actriz australiana padecía un cáncer de mama con metástasis en la pulvínulo de su peso dorsal en etapa 4. Con todo, siempre renegó de los verbos bélicos que a menudo se utilizan para balbucir de la enfermedad. “Elijo no verlo como una batalla porque no me gusta la extirpación. No me gusta pelear, ya sea exterior o una extirpación actual interiormente de mi cuerpo”, sentenció. Es más, llegó a afirmar que “el cáncer no es una sentencia a crimen, para mí ha sido un regalo". Y es que todo lo malo tiene su parte buena, reconocía, pues la ayudó a radicar la vida de otro modo y con más calma.
La actriz australiana padecía un cáncer de mama con metástasis en la pulvínulo de su peso dorsal en etapa 4
El primer cáncer de mama llegó en 1992, por lo que este año se cumplían exactamente 30 primaveras en su “delirio” contra el cáncer, como ella misma solía denominarlo. La mala información le llegó poco a posteriori de la crimen de su padre. Sin bloqueo, tras percibir tratamiento se curó.
La segunda vez coincidió con otra terrible episodio, el fallecimiento de su hermana en un incidente de tráfico, en 2013. Ese mismo año, los doctores volvieron a encontrarle un tumor en el pecho. La última llegaba en 2017, esta vez con más complicaciones que las anteriores, pues tenía metástasis en los huesos. No obstante, eso no impidió su acción directa ni siquiera que participara en múltiples actos públicos, muchos de ellos relacionados con los cuarenta primaveras de Grease, la película que la llevó a la auge contiguo a su amigo del alma, John Travolta.
La actriz fue diagnosticada por primera vez en 1992
Sus seres queridos llevan tiempo ayudándola a percibir fondos para la investigación. De hecho, el mejor homenaje que han podido rendirle ha sido pedir que en vez de coronas de flores se hagan donaciones al fondo de su fundación.
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