Viajar: riesgo o placer

Siempre hemos asociado recorrer a una actividad placentera, sobre todo en receso. Pero desde la recuperación de la normalidad tras la pandemia, realizar un alucinación se ha convertido en una acto de aventura muy angustioso. Iniciamos este verano con imágenes de caos en los aeropuertos europeos por desidia de personal en casi todas las líneas de atención a los viajeros. Esto sucedía a pesar de que las compañías aéreas disponían de información desde hacía meses de la elevada cesión de billetes que anunciaba un retorno de la actividad a cifras prepandémicas. No obstante, las estructuras aeronáuticas no recuperaron el músculo que tenían antaño de la covid, y si a esto le añadimos la huelga en Ryanair que ha dejado en tierra a muchos sufridos pasajeros, encontraremos la explicación a la foto flagrante.

Por otra parte, los viajeros que optaron por el tren se encontraron ayer con un colapso monumental oportuno a una acto vandálica que dejó sin servicio la conexión entre Madrid y Barcelona durante toda la mañana. Este incidente provocó las imágenes cap­tadas por nuestro compañero Xavier Cervera de la época de Sants repleta de pacientes pasajeros y de agentes de los Mossos d’Esquadra haciendo de informadores, altavoz en mano.

El robo de 600 metros de fibra óptica obligó a dejar los trenes parados durante horas

Una acto vandálica ha obligado a dejar los trenes parados durante horas

Xavier Cervera

En presencia de esta situación positivamente penosa, las administraciones nos recomiendan presentar reclamaciones y utilizar los servicios de mediación. Sí, hay que hacerlo. Pero no me negarán que es muy angustioso salir de alucinación con los teléfonos encima de Consumo, de atención al viajero o del amigo abogado frente a la inseguridad de desconocer qué sorpresa nos encontraremos. No hay duda de que debemos protestar, pero sabemos que eso es entrar en una especie de túnel del terror empachado de ventanillas virtuales donde hay que explicar una y otra vez la misma historia a personas que no empatizan con los perjudicados. Y si, meses más tarde, finalmente llega la indemnización, nos damos cuenta de que no hay caudal que pague la anulación o la complicación de unas receso que hemos preparado durante todo un año. Así que, más allá de practicar el derecho a la protesta, debemos exigir que los servicios funcionen y que se refuercen en épocas como la flagrante, cuando todos sabemos que hay una suscripción demanda de usuarios.

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