Qué supone tener un coche por suscripción y por qué las marcas se suman a esta tendencia

El maniquí de suscripción en un determinado servicio es ya moneda habitual. Estamos suscritos a plataformas de contenido en streaming, suscritos a creadores de contenido que hacen directos en Twitch, suscritos a programas de impresión fotográfica y de vídeo, paquetes de ofimática, herramientas de seguridad para nuestro ordenador… De todo lo que se nos ocurra puede sobrevenir un servicio de suscripción, incluso uno de coches. ¿En qué consiste el maniquí de suscripción de vehículos? 







¿Un coche en propiedad o en maniquí de suscripción?

Actualmente existen varias formas de disponer de un coche para uso particular o profesional sin adquirirlo. Y aunque el maniquí de propiedad sigue estando muy anclado en el subconsciente regional, cada vez más personas optan por modalidades como el leasing, el carsharing o lo que nos ocupa ahora, el maniquí de suscripción. O, incluso, el perder el interés por sacarse el carnet. Según un estudio manufacturado por Uber el 58 % de las personas nacidas a partir de 1995 tiene el carné frente al abultado 81 % de los nacidos entre 1946 y 1964.

¿En qué consiste este maniquí de suscripción de los vehículos? Pues exactamente eso que el maestro se está imaginando: disponer de un coche determinado por un periodo corto y con la posibilidad de cambiarlo cada mes. Sin permanencias. El convenio de esta suscripción suele ser válido durante un mes y posibilita al adjudicatario disponer del transporte que necesita en cada momento. Porque no es lo mismo usar el coche para ir al trabajo en la ciudad que llevarlo para ir al campo de espantada de fin de semana. 

La principal diferencia que hay entre la modalidad de suscripción y otras como el leasing o el renting es que estas últimas están enfocadas al uso profesional, y aunque sus contratos suelen ser por un par de abriles o tres. Un ejemplo de maniquí de suscripción es la empresa Lynk & Co, compañía fabricante de vehículos suecos que ha pasado de traicionar sus coches a alquilarlos. Por un valor de 500 euros al mes el adjudicatario puede tener camino a un transporte de la marca, adicionalmente de un seguro y la reparación, si fuera necesaria, interiormente de la red de concesionarios de Volvo. Este maniquí de suscripción además se puede compartir con otros usuarios para que los 500 euros se repartan, resultando un extravagante híbrido entre la suscripción y el carsharing.

Otro ejemplo de empresa que se acoge a este maniquí es Wabi. Ofrece en su catálogo 375 vehículos y la suscripción mensual además incluye un seguro a todo aventura, subsidio en carretera, mantenimiento y revisiones, el cambio de neumáticos y atención al cliente personalizada. El precio de dicha suscripción varía según el maniquí que se elija: por ejemplo, un Fiat 500 Hybrid sale por una cuota de 299 euros al mes, mientras que un Jeep Renegade supondría un desembolso de 663 euros al mes.

Sin duda, un maniquí de suscripción de vehículos beneficia al sector de la cesión de automóviles ya que el sector de la primera mano lleva de capa caída varias temporadas. Asimismo, la suscripción permite a los conductores ahorrarse una importante inversión en un transporte que podría no circular en un futuro correcto a las leyes de transición energética.

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