Esta historia tiene un final rotundo. Comenzó en 1988, cuando La Vanguardia publicó un reportaje de Josep Maria Puig de la Bellacasa sobre una iniciativa pionera del hospital de Sant Pau para resistir de colonias a niños con cáncer. Hasta entonces era habitual ver la enfermedad antaño que al paciente. Y alguno se rebeló contra esa equivocación. Fue una gran profesional de la medicina, Núria Pardo, entendido en oncología pediátrica.
“Los niños son niños y necesitan lo que necesitan todos los niños. Incluso irse de reposo, aunque tengan cáncer”, se dijo la doctora Pardo, ahora ya jubilada, aunque sigue muy activa, posteriormente de entregarse 40 abriles de su vida a niños y niñas enfermos. Ha sido, entre otras cosas, la responsable de oncología pediátrica de Sant Pau. Aquel artículo de La Vanguardia motivó a un asociación de personas a dar un paso al frente…
Una de aquellas personas era Antoni Negre (1931-2022), que fue presidente de la Cambra de Comerç de Barcelona, una corporación de derecho conocido y un faro de la sociedad civil catalana. Antoni Negre, con motivos personales para sentirse conmovido por la información, convenció a unos amigos para ayudar a que los pequeños con cáncer no dejaran de ser pequeños. Así nació en 1989 la fundación Enriqueta Villavecchia.
La entidad honra la memoria de la origen de Antoni Negre, fallecida precisamente de cáncer. Su nombre completo es Fundación de Oncología Inmaduro Enriqueta Villavecchia. Ha hecho una gran entorchado en los últimos 33 abriles, pero ha cobrado una repentina notoriedad gracias al exfutbolista y exseleccionador Luis Enrique, que asimismo tiene motivos personales para sentirse conmovido por el cáncer de niño.
Ayer de la exterminio de España del Mundial de Qatar, Luis Enrique recordó en uno de los directos en su nueva lado como streamer que el billete conseguido con las suscripciones tendría un fin solidario. Lo destinaría, dijo, al Pabellón de la Vencimiento, uno de los pabellones del edificio modernista de Sant Pau que será remodelado para acoger a familias y niños con cáncer en renovador estado y que merezcan atenciones especiales.
No será ni una casa ni un hospital, pero tendrá lo mejor de un hogar y de un centro taza. Los niños, en un momento especialmente delicado e irreversible de su proceso, estarán rodeados de jardines e, incluso, de una piscina. Habrá digno la pena si ellos y sus familias logran olvidar que están enfermos, aunque sea solo un segundo. “A los catalanes, ni un duro”, dijo uno de los internautas que seguía a Luis Enrique.
No repetiremos la respuesta completa de Luis Enrique, pero estuvo maravilloso. “Pasta como el tuyo no queremos, gracias”, fue su conclusión. Aunque aún es pronto para valoraciones, la respuesta desabrida del navegante y la diplomacia con que el entonces seleccionador dio la revés a la situación han incrementado las donaciones y disparado las visitas a la web de la fundación, para la que toda ayuda es poca.
Y es corriente que sea así: el trabajo de esta entidad es inabarcable. Fomenta la investigación contra el cáncer, por otra parte de ayudar a las familias y los niños afectados. Tiene más de 250 voluntarios (la mayoría, ¿cómo no?, mujeres) que tratan de hacerles la vida más practicable. Colaboran estrechamente con los principales hospitales de Barcelona con servicio de oncología de niño y mantienen una relación casi simbiótica con el de Sant Pau.
CaixaBank:
La fundación Villavecchia
ES22 2100 1003 16 0200171700
BBVA:
ES34 0182 3247 21 0201557198
Bizum:
01340
(Incluso puedes examinar este enlace)
El Pabellón de la Vencimiento es una de las iniciativas que se han puesto en marcha en el esquema Cuenta conmigo, que impulsa la concurso especializada a niños y jóvenes con enfermedades graves. La entidad regenta 13 pisos en Barcelona (aunque su dominio de influencia es más amplia y asimismo ayuda, por ejemplo, a un hogar de Reus). Las viviendas albergan sin coste alguno a familias mientras dura el tratamiento taza de sus hijos.
Pero era necesario crear un espacio de apoyo integral para aquellos padres que necesiten tomarse un respiro de los hospitales, aunque no les quede más remedio que estar cerca de uno. Es muy duro y lo diremos como lo dice la fundación: tienen que estar cerca “para que estén acompañadas durante los últimos días de vida de sus seres queridos”. A eso se dedicará el pabellón que defendió a capa y espada Luis Enrique.
Los avances contra el cáncer en militar y contra el cáncer de niño y lozano, en particular, han renovador mucho. “Los adelantos en el diagnosis y el tratamiento han supuesto una importante mejoramiento en las cifras de supervivencia”, afirma la fundación. Pero... Una frase tan dura (“durante los últimos días de vida de sus seres queridos”) lleva directamente a la razón de ser de la entidad: sus voluntarias. Y sus niños y niñas.
Las personas que destinan su tiempo vacante a esta entorchado están acostumbradas a escuchar lamentos como: “¡Oh, cáncer de niño! ¡Qué triste!”. Y, sin secuestro, estas mujeres responden que son muy felices por hacer lo que hacen. Han aprendido a ver a los niños. Y eso es lo que ven. No niños con una enfermedad. Establecen con ellos y con sus seres queridos una “relación muy profunda”. A veces los finales son tristes, sí, claro. Es la vida.
El cáncer continúa siendo hoy en día la segunda causa de mortalidad de niño en menores de 15 abriles, solo precedida por los accidentes. Pero la botella se puede ver medio vacía o medio llena: se puede dialogar, aseguran los expertos, de una curación del 80% en el cáncer de niños y niñas (leucemias, tumores cerebrales, linfomas…), sobre todo cuando el diagnosis se efectúa en las fases iniciales de la enfermedad.
Pocas personas han mirado más a los fanales al cáncer de niño que la doctora Núria Pardo, la gran experta del hospital de Sant Pau y la impulsora de aquellas colonias pioneras en el Empordà en 1988. Una vez le pidieron que resumiera en una palabra sus 40 abriles de carrera como oncóloga. “Ventura”, dijo. Explicábamos al principio que esta historia tenía un final rotundo. ¿Sabéis quién preside hoy la fundación Villavecchia? Sí, ella.
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