Cuando lo empezaron a pensar, en 1989, poco se podían imaginar los ingenieros y científicos encargados de diseñar cómo debía ser el utensilio que sustituiría al telescopio espacial Hubble que, 32 abriles más tarde, y tan solo seis meses luego de lanzarlo al espacio, el James Webb ya habría revolucionado nuestro conocimiento sobre el universo. Por ello, ha sido escogido por la revista Science como el avance comprobado más importante del año.
Liderado por la Nasa, con décimo de las agencias espaciales europea y canadiense, tras populoso contratiempos y un presupuesto descomunal de 10.000 millones de dólares, el Webb lleva ofreciéndonos imágenes del universo con un detalle sin precedentes desde pocos días luego de entrar en funcionamiento, el pasado junio. Por ejemplo, los datos aportados por este utensilio han permitido a los astrónomos comenzar a descubrir miles de nuevas galaxias, las más distantes hasta el momento documentadas.
“La dilema del James Webb confirma el enorme impacto que este telescopio está teniendo en la astronomía”, valora Ricardo Hueso, profesor del unidad de física aplicada de la Universidad del País Vasco en declaraciones al Science Media Center España (SMC España). “Tres veces más egregio que el Hubble [su predecesor] y optimizado para la observación en el infrarrojo, ha iniciado una revolución astronómica que se extenderá durante las próximas décadas”, añade.
“Funciona mejor de lo especificado para su construcción”, resalta al SMC España Eva Villaver, investigadora del unidad de astrofísica del Centro de Astrobiología (INTA-CSIC). “En solo medio año de operaciones, los datos que ha tomado han empezado a sacudir los cimientos de lo que conocíamos”, añade.
El telescopio espacial James Webb se lanzó en diciembre de 2021 al espacio para dar el licenciatura al Hubble. Está sito a 1,5 millones de kilómetros de distancia de la Tierra y es el telescopio de luz infarroja más potente nones construido, capaz de discernir luz suficiente de objetos astronómicos, como estrellas que nacen o exoplanetas, para revelar de qué están hechos y cómo se desplazan a través del universo. Gracias a los instrumentos de ingreso precisión que lleva a borde, como un espejo central de seis metros de diámetro que le proporciona una sensibilidad extraordinaria, se paciencia que el Webb pueda dar respuesta a algunas de las grandes preguntas en astronomía, como de qué están hechos los planetas o cómo se forman las galaxias.
Hasta el momento, gracias a los datos que ha captado en los seis mes que lleva en marcha, se ha podido identificar con sumo detalle la composición atmosférica de exoplanetas a cientos de abriles luz de la Tierra, lo que ofrece valiosas pistas acerca de si pudieran conservar vida tal como la conocemos.
Además ha permitido encontrar las galaxias más lejanas; observar la pluma del impacto generado por un artefacto humano para desviar un asteroide; obtener imágenes muy detalladas de guarderías de estrellas, regiones del universo en las que nacen estos astros, así como de discos protoplanetarios; mostrar las estructuras exteriores de las galaxias desvelando los artículos que ejerce sobre ellas la materia oscura. El sol es el único ámbito de la astronomía que escapa a su observación.
En el progreso de este utensilio han participado unos 20.000 investigadores de todo el planeta, entre los que hay una importante contribución de científicos españoles, que a lo dadivoso de 20 abriles han aportado conocimiento y talento.
El Webb asimismo integra la registro de los 10 científicos que más contribuyeron a la ciencia en 2022 y que elabora Nature. En concreto, la revista británica destaca a la astrónoma Jane Rigby, del Centro Espacial de Planeo Goddard de la Nasa, sito en Mayland (EE.UU.), puesto que desempeñó un papel esencia a la hora de exhalar el telescopio al espacio y ponerlo en funcionamiento.
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