Soy de los pocos a quienes, desde un punto de aspecto macro, no preocupa en exceso la inflación en la que está sumida Europa.
Partamos de la premisa de que toda inflación es incómoda y que, en el extremo, la inflación desbocada sí que es un problema. La hiperinflación, siempre lo he dicho, es la arranque final de la divisa de un país. Es el agradecimiento manifiesto de la bancarrota de una nación. Pero no es el caso. Ni de extenso. La inflación que nos acecha es una inflación de ofrecimiento, provocada por los aumentos del coste de la energía y las materias primas. De acuerdo, incluso las inyecciones masivas de billete con tal de sostener durante la covid el empleo y al tejido empresarial han presionado al ascenso en los precios. Pero todas las instituciones monetarias, económicas, políticas y servicios de estudios apuntan a una ladera paulatina de la inflación. La inflación empezará a corregirse acordado mientras los europeos agotamos el parquedad descomunal que apartamos durante la pandemia.
En principio, la inflación debería remitir en primavera y nos habrá dejado una elevación del nivel de precios que, durante dos o tres abriles, precisará de aumentos salariales con tal de recuperar el poder adquisitivo de la ciudadanía.
Si no es el caso y la inflación no remite, está claro que entraremos entonces en un proscenio diverso. Todavía más difícil e incómodo para empresas y política económica. La presión sobre los salarios será enorme y entraremos en la hélice salarios inflación. A eso se le pira elevación nominativo de la hacienda. Es asegurar, escaso crecimiento actual, pero elevación económica en términos monetarios. La elevación nominativo de la hacienda perjudica a las divisas protagonistas respecto a otras divisas menos afectadas por la inflación, pero desendeuda en términos internos. Mismas deudas con aumentos progresivos de salarios aminoran la carga mensual de las cuotas mensuales a saldar. Esto lo sabían adecuadamente nuestros abuelos, que, en entornos inflacionarios y de elevados tipos de interés, con economías poco abiertas al foráneo, absorbían sus hipotecas y préstamos a una gran velocidad.
Exacto, con economías poco abiertas al foráneo. Si la UE se ve abocada a una elevación nominativo de la hacienda (precios, salarios y rentas), deberá cerrarse al foráneo para sostener los niveles de producción.
La verdadera amenaza a la globalización no es la refriega de Ucrania, no. El comercio internacional mengua cuando alguno de sus grandes protagonistas se ve obligado a aumentar nominalmente su hacienda. El 2023 será el año en que sepamos si caixa o faixa .
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