Investigadores de los Países Bajos han identificado diversos grupos de bacterias intestinales asociadas a la depresión. Estas bacterias están implicadas en la síntesis de moléculas químicas y de neurotransmisores que desempeñan un papel esencia en este trastorno mental, como la serotonina y el glutamato. Asimismo, han hallado que la composición de la microbiota está relacionada con distintos niveles de síntomas depresivos.
Esos resultados, que se recogen en dos artículos en Nature Communications, refuerzan una hipótesis que ya existía acerca de la relación entre el cerebro y el intestino, y cómo la microbiota podría estar implicada en los mecanismos que conducen a esta enfermedad mental.
Asimismo, abren la puerta a poder desarrollar en el futuro intervenciones, ya sea a través de la nutriente, de probióticos o de fármacos, dirigidas a modificar la composición de los microorganismos intestinales para tratar la depresión de guisa efectiva.
Una enfermedad en aumento
Se estima que unos 322 millones de personas conviven con esta enfermedad, que constituye una de las principales causas de discapacidad, mortalidad y desigualdad económica en todo el planeta. Su prevalencia se ha duplicado en los últimos abriles y en algunos países incluso se ha triplicado a raíz de la pandemia de covid. Sin confiscación, a pesar de ser suficiente frecuente, los factores que la desencadenan aún no se comprenden del todo y las opciones de tratamiento son limitadas y comportan importantes existencias secundarios indeseados.
Estudios realizados en los últimos 15 abriles han ido arrojando luz sobre la estrecha relación entre la vigor mental y la microbiota intestinal. Se ha trillado que cuando hay un trastorno depresivo, la composición de las bacterias intestinales está alterada. Sin confiscación, no se entiende correctamente, por el momento, si los desequilibrios en la microbiota son los que conducen a la enfermedad o si, por el contrario, es la enfermedad la que los provoca. A ello se suma que los niveles de los síntomas de depresión son muy distintos, como igualmente es muy diversa la comunidad de microorganismos intestinales de cada individuo.
En este sentido, científicos de la Universidad de Ámsterdam han comparado las características de la microbiota intestinal de más de 2.500 personas de los Países Bajos y han identificado 13 grupos de bacterias que están asociados a los síntomas depresivos. Esas familias de bacterias están implicadas en la síntesis de glutamato, serotonina, butirato y GABA, neurotransmisores esencia para el buen funcionamiento del cerebro. Por ejemplo, el glutamato promueve las sinapsis neuronales y está implicado en la regulación de la neuroplasticidad, el formación y la memoria; y el butirato se ha trillado que tiene existencias antidepresivos en estudios con animales.
Asimismo, los investigadores han observado que algunas bacterias son más abundantes en personas que tienen mayores síntomas depresivos, mientras que otras, en cambio, están por completo ausentes en individuos con esta enfermedad.
“Esas bacterias son productoras de ácidos grasos de condena corta”, apunta la psiquiatra del hospital Vall d’Hebron e investigadora de su instituto de investigación (VHIR) Amanda Rodríguez-Urrutia. “Se alcahuetería de los productos beneficiosos resultantes de la degradación por parte de las microbio de los alimentos que ingerimos, que tienen implicaciones importantes en la vigor del organismo”, explica a La Vanguardia.
En el segundo trabajo, científicos del Centro Médico Erasmo de Rotterdam han estudiado una cohorte de más de 3.000 personas de entre 18 y 70 abriles de seis grupos étnicos distintos que viven en la ciudad de Ámsterdam, desde personas procedentes de Ghana, a Turquía, Surinami y Holanda. Han hallado que la composición de la microbiota está asociada a niveles de síntomas depresivos y que esta asociación sucede en los diferentes grupos étnicos.
“Los dos estudios refuerzan la asociación que ya existía entre la composición de la microbiota intestinal y la depresión, y abren la puerta a poder tratar en el futuro algún tipo concreto de depresión”, valora Rodríguez-Urrutia.
“Los trastornos neurológicos provocan daños sistémicos, como permeabilidad intestinal, por lo que intervenciones con dieta, probióticos o fármacos dirigidas a tratar esa permeabilidad pueden mejorar los síntomas de la depresión último”, añade esta psiquiatra, aunque subraya que “seguimos sin dar el clic, sin tener el punto de inflexión. Se necesitan muchos más estudios, confirmados experimentalmente en humanos. Por el momento, todos estos descubrimientos no se pueden acaecer a la clínica”.
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