Esta vez las previsiones resultaron acertadas, aunque incluso se quedaron cortas. Existía consenso de que la inflación en Estados Unidos se había enfriado en noviembre, pese a seguir muy por encima de lo aconsejable. Y así lo confirmaron los datos oficiales. Los precios se aflojaron de forma significativa al caer al 7,1% anualizado frente al 7,7% de octubre.
Este es un número claro de que el encarecimiento del consumo, gran heroína de batalla política y talón de Aquiles del gobierno Biden, está en clara tendencia de perder fuelle. Los analistas preveían este descenso, pero no tanto. Lo dejaban en el 7,3%. El crónica del Unidad de Estadísticas es la última señal de que la inflación vertiginoso que ha estado afectando a la pertenencias de EE.UU. está comenzando a relajarse, luego de meses de lucha sin cuartel desde la Reserva Federal (Fed).
Precisamente este resultado se dio a a conocer este martes, encajado el día en que el mesa central estadounidense inicia su reunión de dos jornadas. Todas las apuestas, gracias en parte a las declaraciones de su presidente, Jerome Powell, apuntan que se continuará con el incremento de los tipos de interés, aunque no de una forma tan persuasivo como en las últimas cuatro reuniones, que cada una acabó con una subida del 0.75% en el precio del patrimonio.
Desde que la inflación trepó por encima del 9%, la Fed ha incrementado los tipos hasta el 3,75%. Ahora todos señalan que la Reserva adoptará una subida del 0,5%, como tenían previsto, sin que se considere que este resultado de inflación, mejor de lo augurado, les vaya a hacer cambiar de opinión y no subir tanto.
El referencia fue aceptablemente acogido en Wall Street. El índice Dow Jones trepó más de 800 puntos en el pre mercado. Y es que los precios de un mes al otro se quedaron en el 0,1% cuando se esperaba que fuera del 0,3%. El incremento respecto al año pasado, si aceptablemente por encima del 2% que se marca la Fed para una inflación saludable, quedó emparejado con el nivel más bajo desde noviembre del 2021.
Si se excluyen los instrumentos más volátiles como los precios de la nutriente y la energía, el llamado núcleo el índice de precios del consumo aumentó un 0,2% de un mes al otro y un 6% en el índice de doce meses, comparado con los estimados respectivamente del 0,3% y el 6,1%.
La caída de los precios de la energía ha mantenido a la inflación a guión o a la muerto. El precio retrocedió un 1,6% en un mes, en buena medida por el abaratamiento de la gasolina en un 2% y el insignia ya queda allá de los cinco dólares que llegó a costar. A pesar de este retroceso, el precio de la energía es un 13,1% más caro que en noviembre del 2021. Adicionalmente, el coste de los alimentos creció un 0,5% y ya están en un 10,6% de subida en relación a hacer un año.
Y el coste de la vivienda, que supone un tercio en el oscilación del índice de precios, continúa en su ascenso, con un crecimiento del 0,6% entre mese y un 7,1% anualizado.
Pese a esto, la inflación se ha ido desacelerando en la almohadilla anualizada tras alcanzar el pico el pasado junio, una evidencia de que los precios han tocado techo luego de meses de incrementos mucho más fuertes de los esperados. Numerosos economistas pensaron que este problema desaparecería en el 2022, pero no ha sido así. Hoy hacen esa previsión de cara al 2023, donde esperan que la Fed gravedad el tope del 5% en los tipos de interés.
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