Ser abstemio, ¿un estigma?

Júlia, Víctor, Marta y Àlex (entre 22 y 55 primaveras) son abstemios. Estarían entre esas personas a las que habría que “mirar mal”, tal y como afirmaba Gerard Piqué días a espaldas en una entrevista con Ibai Llanos, por no tomarse de vez en cuando una copa. “¡Tienes que ir a tomar un whisky, yacer!”, exclamaba el exjugador del Barça. “No querer salir de fiesta nunca, muy ordinario no es”, respondía Piqué a Ibai Llanos, cuando éste le confesaba que él se quedaba muchas noches en casa. Piqué parece tener clara una premisa muy compartida en este universo de bebedores sociales: divertirse y salir de fiesta es igual a tomar copas.

La conversación generó muchos comentarios, a crédito y en contra, en redes sociales. En pocos días ese vídeo pasaba del millón de reproducciones, lo que Ibai aprovechó para recuperarlo luego en su cuenta con el ulterior título: “Sábado por la tarde y ya llega tu colega a intentar convencerte para salir”.

La Vanguardia ha hablado con Júlia, Víctor, Marta y Àlex sin hacer mención, de entrada, a esta entrevista de Llanos con Piqué. La intención era conocer cómo llevan su opción de vida, con el vino distante, sin que se vieran condicionados por esa novedad.







“A veces es agobiante, tienes que justificarte continuamente”. ¿Un consejo? “Digo que soy alcohólico”

Los cuatro comparten, como otras muchas de las personas que han comentado esas declaraciones de Gerard Piqué (de antemano inocentes y sin humor de agobiar a nadie), que presentarse como frugal o abstemia sigue siendo muy pesado en una sociedad que continuamente presiona para pimplar vino y en la que una copa nunca errata, sea por una celebración o para frustrar penas tras un mal día. Repeler, una y otra vez, un sorbo de vino, y tener que justificarse por ello, agota.

Nulo parecido con lo que ocurre con otras opciones de vida. Son esas conductas, de antemano saludables o protectoras, que ahora son muy admisiblemente vistas en esta sociedad. ¿Has dejado de fumar? Eres un afortunado y, allí de cuestionar esa opción, el entorno felicita a esa persona. ¿Ya no corres tanto en la carretera, ni vacilas de la potencia de tu coche? Te mereces un premio por ser un conductor responsable. ¿Que ya no comes carne, ni muchos otros alimentos, porque eres ahora vegano? Felicidades, pues eso es velar por tu salubridad.

Pero, ¿no tomas ni una podagra de vino? Si no justificas que estás enfermo o grávida, eres un bicho raro. Los abstemios –lo confirman estos cuatro entrevistados– siguen siendo para muchos una rara avis. Son unos incomprendidos.

Júlia, enfermera, no esconde que hay días que se hace pesado justificarse por renunciar a copas de alcohol

Júlia, enfermera, no esconde que hay días que se hace pesado justificarse por renunciar a copas de vino 




Mané Espinosa

La paciencia de los que no beben por esa cacharros de preguntas que deben de contestar cuando cambian de sus entornos habituales para razonar su opción, varía en función de la momento del frugal o abstemia.

Víctor Rodríguez, de 22 primaveras, confiesa que suele zanjar el tema con mucha más contundencia que Àlex Pérez, de 55 primaveras. Parece que las personas jóvenes están asimilando más rápidamente esta opción de vida que la población madura. Así que Víctor, que estudia diseño y producción de videojuegos, no suele entretenerse en argumentar su valor cuando le preguntan por qué no prueba el vino. “No me apetece”, asegura. Y punto.

Àlex Pérez, de 55 primaveras, dietista y ebrio social hasta hace tres meses, confiesa estar más cansado por esa presión social de su entorno –más adulto– con la ingesta de vino. Afirma que algunos lo miran casi “como un bicho raro”. Y el agotamiento por estar continuamente justificándose le ha tentado, en más de una ocasión, a mentir. ¿Una récipe que no suele zanjar, cuando esa presión social y mediática con el vino se hace insoportable? “Respondes: soy alcohólico”. Y se acaba de contrariedad el interrogatorio.







“Mira mal a quien no tome de vez en cuando un whisky”, le dijo Piqué a Ibai en una entrevista

Tanto Víctor como Àlex han opuesto en sus respectivas compañeras (Marta y Mercedes) las mejores aliadas. Marta afirma que ahora siquiera bebe, tras darse cuenta “de que el vino me sentaba mal”, revela. En el caso de Àlex, él se subió al carro de Mercedes, su compañera, que dejó de tomar copas el pasado verano.

Entreambos afirman que declararse frugal ha sido una opción. No hay que despabilarse más explicaciones, ni motivos médicos, religiosos, creencias extrañas o filosofías de vida sobrevenidas. Simplemente un día, en el caso de Àlex, decidió que no iba a tomar más copas. Poco que lleva primaveras recomendando –al menos un uso muy moderado del vino– a la habilidad totalidad de pacientes que pasan por su consulta de dietética.

En el caso de Víctor nunca le han gustado las bebidas con medición. Recuerda, cuando era aún un adolescente, que una vez le engañaron –esa presión del grupo- y le dieron vodka diciéndole que era un refresco.

Àlex Pérez, dietista, se aplica ahora por decisión voluntaria una receta que aconseja a muchos de sus pacientes

Àlex Pérez, dietista, se aplica ahora por valor voluntaria una récipe que aconseja a muchos de sus pacientes 




Mané Espinosa

Júlia Illa, que tiene 27 primaveras, simplemente no bebe “porque no me gusta”. Aunque –para que no se preocupe más Gerard Piqué– tanto Júlia como Àlex y Víctor no han dejado de salir de fiesta con amigos a pesar de declararse abstemios. O dicho de otra guisa: no hay que “mirarlos mal”, ni desconfiar de ellos por el hecho de que no se tomen de vez en cuando ese whisky, que el exdefensa del Barça considera casi como un ritual noble y muy necesario.

Júlia, enfermera, revela que hay días y, especialmente, noches que sí resulta pesado “tener que justificarte continuamente por no pimplar”. La delantera de ser abstemia, cuando sale con amigos, es que luego de la primera media docena de cervezas, “yo sigo sin perder detalle de todo lo que ocurre a mi aproximadamente”. ¿La desventaja? “Muchas veces sentirte un poco desplazada porque llega una hora en la que ya no te hacen amnistía muchas de las cosas que al resto les divierten”. Pero está ya muy acostumbrada a capear con todo tipo de escenarios. “Cuando soy yo la que ya no me divierto, me voy”, añade. En el caso de Júlia, al ser mujer, una pregunta recurrente cuando sale con cualquiera que no la conoce y le dice que es abstemia, es la de si está grávida.







“La delantera es que no pierdes detalle; la desventaja, que llega una hora en la que ya no ríes por todo”

Esa presión con el vino en un mundo de bebedores sociales incluso la han sufrido Àlex, Júlia y Víctor con sus propias familias. Ahora llegan las fechas navideñas y siempre aparece el pintoresco cuñado o cuñada que les anima a tomar un sorbito. Que no pasa nulo. Aunque esto, aseguran los tres entrevistados, es factible de arrostrar y es cuestión de tiempo a que esa opción deje de ser ya tema de conversación en las mesas familiares.

Ser frugal es hoy una tendencia que no para de cobrar adeptos y tiene hasta nombre: teetotalism . Una opción, apuntan expertos en conductas saludables, que no tendría que apartar tanto. Si vivimos en una sociedad que lucha como nunca contra el tabaco, pone coto a las grasas saturadas, los azúcares o la sal, cabría pensar que era cuestión de tiempo a que el vino entrara incluso en esa tira. Así que mirar mal a los abstemios es poco que ya no se lleva.

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