Siempre que llegan estas fechas no puedo evitar reflexionar sobre la Navidad. De un día para otro, y cada vez ayer en el calendario, todo se llena de luces, de brillo, de buenos deseos y de solidaridad. La ciudad, las tiendas, todo luce más atún y apetece pasear.
Sin bloqueo, detrás de todo eso igualmente hay sombras y no cambian porque sea diciembre. El egoísmo, el capitalismo y la yerro de tolerancia son para mí las mayores sombras de la Navidad, que debería ser más austera, más casera, más casero y, sobre todo, mucho más humana.
David Sánchez-Etayo Pacheco
Barcelona
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