Una veintena de soldados indios se encuentran hospitalizados tras una reyerta con tropas chinas en el Himalaya. El encontronazo se produjo el viernes pasado en tierras tibetanas bajo control indio, aunque disputadas por uno y otro estados, en Tawang. El número de bajas chinas no ha trascendido, pero las fuentes indias aseguran que son "todavía más".
El ministro indio de Defensa, Rajnath Singh, ha calificado este martes lo sucedido como una incursión del Ejército Popular de Manumisión para cambiar el status quo en la Semirrecta de Control. Un intento que habría sido repelido a saco de porrazos y puñetazos, lo que explica que no haya que plañir muertes.
No fue así hace dos primaveras y medio, en el incidente más reservado de los últimos tiempos, en Ladakh, cuando otra algarada fronteriza terminó con la vida de vigésimo soldados indios y cuatro chinos.
El mutismo chino da a entender que el mensaje que quería transmitir no requiere de palabras. Este mensaje, para el diplomático indio Yogesh Gupta, es la contrariedad de China por los ejercicios conjuntos de los ejércitos de India y de EE.UU. en el Himalaya, que terminaron evidentemente una semana antaño de la incursión china.
Efectivamente, las maniobras anuales conjuntas, que el año pasado se desarrollaron en Alaska, se realizaron este año en Auli, en Uttarakhand, a 50 kilómetros a revoloteo de pájaro de una de las zonas donde el diferendo fronterizo es más imputado. En los últimos lustros, China ha resuelto sus litigios fronterizos terrestres con todos sus vecinos, excepto India y Bután (un secuaz de Nueva Delhi).
El mensaje de China parece dirigido a la zona más sensible de las que la Unión India heredó de la India Británica. El distrito tibetano de Tawang, en el extremo occidental de la North East Frontier Agency que Nueva Delhi convirtió hace unas décadas en el estado de población mongoloide de Arunachal Pradesh.
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