Bertone: “Intenté convencer a Benedicto de no renunciar, pero fue inútil”

El cardenal Tarcisio Bertone (Romano Canavese, 1934) fue durante abriles el honrado secretario de Estado de Benedicto XVI  –el cargo más importante en el Vaticano luego del papa–, adicionalmente de camarlengo, por lo que quedó a cargo de la dependencia de la Santa Sede desde su renuncia hasta la disyuntiva de Francisco. Puritano colaborador de Ratzinger durante abriles, fue una de las primeras personas a quien contó sus intenciones de dar un paso antes. Este miércoles ha recibido a La Vanguardia en su apartamiento en el interior del Vaticano.

Cardenal, usted fue durante abriles secretario de Estado de Benedicto XVI. ¿Cómo definiría su pontificado?

Breve pero intenso, vivido desde un fin intelectual y por un servidor apasionado por la Iglesia, enamorado de Cristo y padre de un diálogo proficuo entre fe y razón, entre corazón y razón. El patrimonio de su educación, ofrecido con delicadeza a las personas de todas las clases y orígenes, permanecerá como don imperecedero a la Iglesia y a la sociedad.

Benedicto será siempre recordado por ser el primer papa innovador en renunciar. ¿Recuerda cómo supo de esta osadía, y cuál fue su reacción?

Su osadía ya apareció en una conversación a finales de abril del 2012. Pensaba que era un pensamiento pasajero por lo que, en un primer momento, no volvimos al tema. Pero luego, en el mes de agosto en Castel Gandolfo, me comunicó muy seriamente que había tomado esta osadía conscientemente en la oración y la meditación. Quedé angustiado y hablé inmediatamente de la consternación que habría maltratado toda la Iglesia, y no solo, y le trasladé las razones que me parecían contrarias a una eventual renuncia. Le intenté convencer de no renunciar, pero fue inútil. Era firme en su tesina y estaba convencido de cumplir la voluntad de Todopoderoso. Entonces intenté durar mucho tiempo lo mayor posible la comunicación pública, todavía porque había prometido de concluir la trilogía sobre Jesús de Nazaret con el tercer grosor sobre la infancia de Jesús y luego porque debía concluir el año de la fe. Cuando se tuvo que concretar el tesina y nominar la residencia para el papado emérito y adaptarla para la pequeña comunidad que lo acompañaría fue necesario explicar a algunas personas implicadas la novedad de la verdadera función del monasterio, que ya no sería más una residencia de monjas contemplativas. Como es conocido, el anuncio fue audaz el 11 de febrero del 2013, que conmemora las apariciones de Lourdes, casi como señalando su afición física y su positivo imposibilidad de soportar el gobierno de la Iglesia en ese momento histórico, y en el clima de los eventos.

¿Cómo vivió Benedicto XVI los escándalos que terminaron en el proceso Vatileaks?

Con mucho dolor y estupor, aunque venían de remotamente, ya antaño de su disyuntiva como papa. Le tocó profundamente, tanto a él como a sus colaboradores, pero el templado pontífice, insigne profesor de Teología, se convirtió todavía en un robusto reformador. De hecho, fue con Benedicto XVI cuando se firmó la convención financiera con la Comunidad Europea y cuando fue publicado un duro decreto antibloqueo y para reanimar la transparencia financiera en la dependencia económica vaticana.

¿Y la lucha contra los abusos sexuales en la Iglesia?

En este campo fue muy atento y propositivo. Ya como prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, y luego como papa, afrontó el triste aberración de la pedofilia en el clero tanto con la promulgación de la dura estatuto del nuevo derecho penal como cuando la Doctrina de la Fe asumió las competencias relativas, para normalizar las medidas y no dejarlas al arbitrio de las autoridades locales, sino aplicándolas rigurosamente según criterios ciertos y en diálogo con la desarrollo de la sociedad civil. Se debe añadir que el papa Benedicto XVI quiso crear una comisión de expertos para profundizar el problema de la pedofilia y estudiar la posible recuperación de las personas, todavía sacerdotes, afectadas por esta desviación.







La dedicación de la Sagrada Família


"El Papa, que tenía un profundo sabor estético, presidió la celebración con una devoción y una solemnidad que impresionó a todos"

Su contribución fue esencial para la consagración de la Sagrada Família. ¿Qué memorias tiene de aquél día en Barcelona?

Yo vine ya a Barcelona el 25 de abril del 2010 para la beatificación del fundador de las Hermanas Capuchinas de la Causa del Divino Pastor, José Tous, y conmemoración de deber cubo una bonita entrevista a La Vanguardia. Mientras preparábamos esa celebración, las autoridades locales y sobre todo el cardenal metropolitano Lluís Martínez Sistach habían insistido benévolamente para invitar al Papa, admirador de Gaudí, a venir él mismo a inaugurar la templo de la Sagrada Família. Entrelazándose con el año santo compostelano, se organizó el doble alucinación a Santiago de Compostela el 6 de noviembre y a Barcelona el 7, para consagrar y brindar la iglesia de la Sagrada Família que contextualmente fue elevada a templo pequeño. El Papa, que tenía un profundo sabor estético, presidió la celebración con una devoción y una solemnidad que impresionó a todos e inmortalizó con una famosa homilía. El conmemoración de aquél día no se puede borrar y no hay duda que desde noviembre del 2010 los peregrinos y turistas de recepción en la Sagrada Família se han multiplicado por la fervor suscitada en todo el mundo.

¿Qué piensa de la convivencia entre un papa efectivo y un emérito? ¿Cómo se ha desarrollado en estos casi diez abriles?

Se tráfico, ciertamente, de una situación inédita que ha sido vivida con sensatez tanto por el papa Francisco como por el papa Benedicto. La sigla que ha dominado su relación y ha modulado el gobierno de la Iglesia ha sido la del respeto mutuo y la del afecto, con el sello de la absoluta albedrío en el comportamiento respectivo. Frente a todo, en el examen del profesión petrino por parte del papa Francisco y luego en el séquito de la oración y del apoyo a la pelotón de la Iglesia por parte del papa emérito, Benedicto.

Benedicto XVI, en la Sagrada Família de Barcelona, en noviembre del 2010

Benedicto XVI, en la Sagrada Família de Barcelona, en noviembre del 2010




Pedro Madueño

¿Qué impresión ha tenido al ver a miles de fieles saludar el cuerpo de Benedicto?

Me parece que la afluencia de los fieles a la templo de San Pedro para honrar al papa Benedicto es una respuesta concreta y sentida a su ternura de buen pastor y a su sexo paterno y fraterno sin fronteras. Su gracia en el trato, subrayada por el papa Francisco, fue experimentada por todos aquellos que se acercaron a él en todas las partes del mundo, desde los hombres de ciencia y los responsables de naciones, hasta los niños en ocasión de la primera comunión… demostró escuchar y apreciar a todos.

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