"Mirando desde debajo de una gran lápida de hormigón y tocho, Abdulalim Muaini hace un visaje débil a sus rescatadores. Han pasado más de dos días desde que un gran terremoto trajo su casa en Hatay, Turquía, derrumbándose sobre él. Cerca de él yace su esposa Esra. El rescate ha llegado demasiado tarde para ella".
Así arranca el reportaje que acompaña las impactantes imágenes captadas por la cámara del fotógrafo de Reuters Umit Bektas, asignado desde hace precisamente dos días en Hatay, uno de los lugares más afectados por el terremoto.
Abdulaim se encontraba sepultado bajo las runas desde hacía dos días en uno de los barrios más dañados de la ciudad. Allí, los voluntarios de búsqueda y rescate habían transmitido con este padre de grupo que se encontraba atrapado bajo los escombros por las piernas pero que permanecía consciente y podía conversar con sus rescatistas.
Amigos de la grupo explicaron al fotógrafo que Abdulalim era de origen sirio, de Homs. Había huido de la conflicto civil y se había casado con Esra, una mujer turca. La pareja tenía dos hijas, Mahsen y Besira, dijeron.
Tras algunas horas de trabajos, los equipos de rescate consiguieron finalmente sacar a Abdulalim de entre los escombros, cubierto de polvo plomizo, con un ojo hinchado, deshidratado pero vivo. Una historia con un final agridulce, porque a su banda yacían tres cuerpos sin vida envueltos en mantas: eran los de Esra, Mahsen y Besira. Su grupo.
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