El eritritol, un endulzante natural y de bajo poder calórico muy utilizado en la industria alimentaria, ha protagonizado un gran número de titulares estos días a posteriori de que una investigación publicada en la revista Nature Medicine vinculara su consumo con un aumento del peligro de sufrir ictus e infartos. Aunque no es la primera vez que se cuestiona su seguridad, las numerosas y exhaustivas valoraciones que se han llevado a final sobre esta sustancia no han confirmado dicho peligro.
Este endulzante, que en el etiquetado de los alimentos aparece como E968, forma parte del comunidad de los polialcoholes y se halla de forma natural en frutas y verduras o alimentos fermentados. Contiene hasta un 30% menos de dulzor que el azúcar de toda la vida, y un 95% menos de calorías, de aquí que se utilice mucho en bebidas sin azúcar. Igualmente se emplea en chicles, helados, chocolate, galletas, refrescos y productos dirigidos a diabéticos.
Endulzante natural
El eritritol se utiliza mucho en bebidas sin azúcar
En 1998, JECFA (un comité internacional de expertos científicos administrado por la OMS y la FAO) hizo una primera evaluación sobre el eritritol, y no pudo señalar una Ingesta Diaria Admisible (ADI). En 2003, el Scientific Committee on Food (SCF) concluyó que este endulzante era seguro en alimentos, y descartaron su toxicidad, capacidad carcinogénica, mutagénica y genotóxica, explica la Ordenamiento de Consumidores y Usuarios (OCU) en su web.
Pero este aditivo no se consideró totalmente seguro en el caso de las bebidas. La SCF, cuyas funciones actualmente desempeña la EFSA, señaló que los jóvenes, que son grandes consumidores de refrescos, podían aventajar la dosis recomendada y sufrir posesiones laxantes. En 2015, la EFSA publicó una nueva opinión científica sobre este endulzante y concluyó que un 1,6% de eritritol en bebidas no alcohólicas "no plantearía problemas de laxación".
Hasta ahora, solo se ha podido demostrar que consumir grandes cantidades de eritritol puede tener posesiones laxantes. Nulo más. Pero si a esta nueva investigación, que ha analizado los datos de unos 4.000 pacientes de Estados Unidos y Europa, se sumaran otras, podría realizarse otra evaluación a nivel europeo de este aditivo y la Comisión podría prohibirlo, señala la OCU.
No sería la primera vez. Ya pasó con el dióxido de titanio (E171), un colorante nutritivo que se utilizaba para la elaboración de chicles, pasteles, suplementos, sopas o caldos y que se prohibió en 2021 porque no se pudo descartar su genotoxicidad (posibles daños genéticos que el aditivo puede producir).
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