La oxitocina está establecida como la reina de las conductas maternales en mamíferos, incluidos los humanos. Parece que el neurotransmisor serotonina tiene además mucho que ver en comparable rol pues emerge como un regulador central de dicha hormona. Gracias a una muy completa investigación, que ha estudiado el papel de ambas sustancias en el apego de crías de ratón, rata y macaco con sus madres, se ha mostrado por primera vez el papel regulador del neurotransmisor en las tres especies.
Ello, ha llevado al equipo responsable del estudio a programar la conservación en los mamíferos de todo un circuito serotoninérgico implicado en la conducta social de identificación de las crías a sus progenitoras. Y, de forma más ambiciona, los investigadores proponen la serotonina como el principal regulador del comportamiento social en los mamíferos.
En el caso de los humanos, puesto que se suman a la ecuación muchos otros medios de carácter cognitivo y emocional, estos últimos podrían ser más determinantes del apego y la identificación, según apunta Ignacio Morgado, catedrático emérito de Psicobiología en el Instituto de Neurociencia y en la Permiso de Psicología de la Universidad Autónoma de Barcelona. Se comercio de un fleco por atar que los autores del intensivo trabajo, publicado este jueves en la revista Neuron, además tienen en consideración.
“Nuestro trabajo debería estimular una veterano investigación sobre el rol o roles de la serotonina en bebés humanos. Conveniente a que la identificación materna con la propia mamá suele ser el primer comportamiento social de un animal, su defecto puede afectar otros comportamientos en la vida posterior, incluidos aquellos durante momento adulta”, escriben los investigadores, liderados por el neurobiólogo Rao Yi, del Instituto IDG/McGovern para la Investigación Cerebral en la Universidad de Pekín (China).
Gracias al apego con sus cuidadores, principalmente con la mamá, las indefensas crías de los mamíferos aseguran su supervivencia al contar con quien las atienda, proteja y alimente. Tal es la importancia del expresión, que una serie de famosos estudios llevados a lugar en los 50 y 60 mostraba que crías de chimpancé aisladas buscaban ayer la compañía de un chimpancé adulto que comida, aunque ese adulto fuera un muñeco de golpiza que imitara a su mamá o.
La oxitocina se considera una hormona prosocial y ha sido siempre la protagonista de las relaciones de apego en los mamíferos. Que comúnmente se la conozca como “la hormona del sexo” da una pista sobre su rol. Por su parte, la serotonina es un neurotransmisor omnipresente en el cerebro, con las más diversas funciones, desde el control de la respiración hasta la regulación de los estados de actitud.
"Hormona del sexo"
La serotonina regularía la identificación materna a través de su control al elevación de la oxitocina
“La serotonina es uno de los neurotransmisores evolutivamente más antiguos del cerebro, teniendo aceptablemente obligado su papel como estabilizador de buena parte de las funciones neurobiológicas mediante su amplia red de receptores neuronales, cada uno de ellos destinado a una recital particular”, explica Morgado. “Lo podríamos comparar con el agua o la electricidad de una casa, poco que da energía a toda la vivienda”, añade.
Según se explica en la nueva investigación, la serotonina regularía la identificación materna a través de su control al elevación de la oxitocina. El circuito cerebral del comportamiento social propuesto sería el futuro: las neuronas serotoninérgicas del núcleo del rafe, una zona del tronco del encéfalo, inervarían las neuronas de oxitocina del núcleo paraventricular del hipotálamo, una región situada en el centro del cerebro. El olor de las madres además activaría dicho circuito.
Los experimentos llevados a lugar han analizado el comportamiento de crías de las tres especies mencionadas en relación a sus madres, aceptablemente porque estaban presentes o no -o una imagen de estas-, aceptablemente porque el olor de las adultas estaba presente o no. A los retoños les fueron manipulados los genes promotores de serotonina y oxitocina para observar cómo afectaba la presencia de dichas sustancias en la conducta. Incluso midieron la activación de los circuitos de serotonina.
Por ejemplo, al separar de sus madres a crías de ratón sin el gen productor de serotonina, los bebés emitían menos vocalizaciones, un expresión representativo en casos de separación, que sus compañeros con mayores niveles de serotonina. Las crías siquiera mostraban preferencia por el olor de sus madres, como cabría esperar. Lo mismo fue medido en crías de rata, con unas respuestas similares.
El veterano peso de la investigación reside, sin confiscación, en la observación de unos resultados confirmatorios en macacos. Esto es precisamente lo que ha permitido a los autores confirmar que el control serotoninérgico en el apego de las crías de alguna forma está conservado en mamíferos.
Aquí el equipo observó el contacto de las crías con la tripa de la mamá y la separación con estas. A más de lo primero y menos de lo segundo, mejor identificación, ajustado lo contrario del patrón que mostraron bebés sin el gen promotor de serotonina. Otros experimentos en los que las crías debían nominar entre mirar fotos de la cara de sus madres o de otra macaca, aquellas sin serotonina elegían de forma indiferente, frente a la preferencia por la mamá de aquellas con capacidad para segregar el neurotransmisor.
Pruebas similares, pero modificando los niveles de oxitocina, indicaron a su vez que esta hormona juega un rol en regular la identificación desde los ratones hasta los primates.
“El resultado permite explicar el mecanismo de apego en toda esa clase biológica, los mamíferos, y no solo en una determinada especie”, explica Morgado. El habituado añade que la propuesta de la serotonina como el principal regulador del comportamiento social en mamíferos “es una interesante hipótesis que va a requerir contrastación práctico”.
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