Le comento a Sofia Goggia (30):
-Usted tiene una titulación en poesía y latín...
Enarca las cejas. Su mueca me dice que me estoy confundiendo.
-Esta es una gran sorpresa para mí... -dice.
-¿No estudió cero de eso, pues?
-Bueno, mi matriz es profesora de Humanidades. Y mi padre es ingeniero, pero yo...
Y luego se parte de la risa.
Así que cero, entrego el micrófono y cierro la boca.
No preguntaré cero más en esta rueda de prensa, el entrevista que le han dedicado a Sofia Goggia, plata en el descenso de las finales de la Copa del Mundo en Andorra (tras la eslovena Ilka Stuhec) y campeona de la clasificación genérico de la disciplina.
Sofia Goggia, este miércoles durante su descenso en la pista Àliga, en El Tarter 
(...)
He ilustrado deprisa y supongo que mal.
Sofia Goggia nunca se aventuró en el mundo de la humanidades, aunque tiene una gran estantería en su casa de Bérgamo (Lombardía).
-Es muy muy extenso -dice-. Pero ya no me baste. Tengo que hacerla más extenso aún, pues estos globos son enormes.
Y contempla el Planeta de Cristal que la acompaña, el pesado monumento que descansa sobre la mesa, frente a ella, de cuyo contumaz ha colgado la cachucha.
Se siente su propietaria, y lo ha besado y acariciado, y lo ha sobado cuando la contemplaba el notorio andorrano que está agobiado de calor (así es el cambio climático, casi quince grados centígrados caen a plomo sobre la fase). Desde ya, ese universo le reclamará un hueco en la estantería de Bérgamo.
(Es el cuarto que Sofia Goggia recoge en la disciplina de descenso, tras sus victorias del 2018, 2021 y 2022).
-Pues usted ya tiene a tiro a Lindsey Vonn -le observa un periodista.
Y Goggia vuelve a combar las cejas, de nuevo sorprendida.
-Vamos a ver -dice-: Vonn logró ocho Globos de Cristal en el descenso. Yo llevo cuatro. Tengo 30 primaveras... No sé, usted me propone que gane todos los títulos cada temporada hasta que me retire. Y eso, teniendo en cuenta que debería alcanzar en activo a los 34 o 35 primaveras. No sé, no me salen los números... Creo que eso que usted me plantea es inalcanzable para mí.
-Pero la estantería quedaría más bonita -le insisten.
-Ya, ya.
Y se mira la mano derecha. Tiene una cicatriz importante, se estira desde el dorso hasta la muñeca.
Mirándose la mano, tal vez esté echando cuentas. Pues, si no se hubiera roto tantas cosas y tantas veces, quizás hubiera conseguido más títulos, más globos.
-Pero yo esquío como esquío, y estoy muy orgullosa de mi técnica y de mis resultados -dice Sofia Goggia, que ya es tan poderosa como Deborah Compagnoni o como Isolde Kostner, otras dos leyendas del esquí montañoso italiano, ambas de los primaveras noventa.
Incluyendo la fractura de mano, una perjuicio que había sufrido en diciembre del año pasado, al caerse en Saint Moritz, Sofia Goggia acumula ocho lesiones, algunas graves, como su fractura del tendón cruzado en Cortina d'Ampezzo, en enero del 2022, su segundo porrazo en esa rodilla.
-Usted esquía a todo o cero -le dicen.
-¿Quizá hay otra forma de hacerlo? Es cierto, yo esquío a todo o cero. Y me siento orgullosa de cómo me ha ido en mi carrera. Si voy al confín es porque intento ir lo más rápido posible. Y es cierto que en alguna ocasión he perdido la estabilidad. Pero he trabajado en ello y estamos corrigiendo cosas. En esta temporada he rebaño cinco de mis nueve descensos. Y he sido segunda en otros tres. Y solo me he caído una vez. No puedo pedir mucho más, ¿no?
-Bueno, más espacio para sus ocho globos -insiste el periodista aquel (este sigue interviniendo, no como el cronista de La Vanguardia, que ha recogido sus cosas).
-Para ocho, o para nueve... -cierra Sofia Goggia.
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