La moda y las nuevas tecnologías han enfrentado en la Semana de la moda de París una plataforma en la que presentar sus juegos visuales al mundo impávido. E pasado año el desfile de Coperni Paris protagonizaba el momento más vírico del calendario con una semidesnuda Bella Hadid y un equipo con aerosoles que, bajo una gran performance, la espuma de pintura que rociaban se convertía en una tela blanca que adquiría forma de vestido.
Esta vez Kunihiko Morinaga y su firma, Anrealage, han sido los encargados de darle esa encanto visual a la primera excursión de desfiles con una performance que implementa patrones fotocromáticos. Los modelos posaban inmóviles sobre el tablas con grandes albornoces blancos.
El gran show caldo luego cuando dos tubos emisores de luz ultravioleta bajaban lentamente delante de ellos y, a medida que los rayos iban penetrando en las prendas, el color blanquecino de estas se transformaba en tonalidades vivas. Un concepto parte de la idea de que la percepción del entorno se define por la capacidad de percibir, para señalar que las cosas no son necesariamente lo que parecen ser.
Esta no es la primera vez que una luz provoca un cambio de color en un objeto pero sí que Kunihiko Morinaga provocaba una transformación positivo en la prenda. Es proponer, tras la exposición a esta tecnología las pieles sintéticas, terciopelo, encaje, tejidos o satenes quedaban teñidos de nuevos colores.
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