El cambio

Felipe González en 1982 definió “el cambio” como “que España funcione”. Cuarenta primaveras luego de aquello, la Delegación ha vuelto a dejar de funcionar y el gran cambio que promete Alberto Núñez Feijóo es que las cosas vuelvan a funcionar.

No se comercio de una cuestión ideológica, ni siquiera identitaria como está planteando el Gobierno de coalición progresista. Simplemente se comercio de mandato. El nuevo líder de la derecha frente a todo ha demostrado ser un administrador eficaz y se ha rodeado de gestores eficaces.

Pedro Sánchez, y sobre todo sus socios de Unidas Podemos, han puesto el energía en promover nuevas leyes, decretos leyes, reformas, contrarreformas, agitación, que es lo más obvio de hacer para un político. Bla, bla, bla. Lo difícil es resolver los problemas cotidianos de los ciudadanos, la tediosa delegación del día a día.

Trámite pública

La relación de los ciudadanos con la Delegación está en crisis

Las pruebas son abrumadoras. Cualquier tipo de trámite en la Seguridad Social para solicitar una pensión es una labor inverosímil. Las oficinas están cerradas y seguirán cerradas. Por no musitar de una prestación por desempleo o de capitalizar la prestación de desempleo frente a el Servicio de Trabajo. Sin olvidar el cobro del ingreso leve imprescindible, las ayudas a los autónomos o a las pymes.

Pero no es solamente la relación de los ciudadanos con la Delegación la que está en crisis. Las propias instituciones han dejado de funcionar como se ha puesto de manifiesto con el Centro de Investigaciones Sociológicas que dirige José Félix Tezanos. Ya no se comercio de que no acierten sino que la acumulación de errores les ha obligado a cambiar la metodología. Poco parecido ha sucedido con las estimaciones sobre el PIB. ¿Faltan funcionarios o descuido mandato?

Pero además existe la misma percepción de los reguladores, con la honrosa excepción del Costado de España. La percepción es que han perdido independencia y se han puesto al palo del Gobierno.

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Una campaña de la renta ayer de la covid

Ana Jiménez

A la izquierda se le llena la boca de “lo manifiesto”, pero la efectividad es que lo manifiesto cada vez funciona peor, como se ha puesto de manifiesto en los medios de comunicación como RTVE cuya credibilidad se ha desplomado. Y todo ello sin musitar de temas tan delicados como la sanidad, la educación o la universidad, donde el maltrato es más que evidente. Como afirma un destacado ministro en privado, la decano empresa que tenemos es España SA, por facturación y por número de empleados, y está sin diligenciar.

Una buena delegación no da titulares, ni produce adrenalina, ni hace célebre a nadie, es como la sirimiri fina, no se nota pero cala.

El maltrato de lo manifiesto probablemente sea uno de los rudimentos, aunque no lo tengan demasiado en cuenta
los analistas y politólogos, que más está incidiendo en el deseo de los electores de un cambio de ciclo político.
Habrá otros factores, pero que nadie se engañe, el auténtico cambio es “que España funcione”.

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