Escabeche o ultraderecha

“La conciencia reina, pero no gobierna”, decía Paul Valéry. Si aplicamos la consejo al caso del gobierno del cambio (sin cambio) en Andalucía, que este mes de abril probablemente pondrá fin de forma anticipada a su primera plazo para convocar a las urnas en junio, menos sorpresa mayúscula, podríamos aseverar que Juan Manuel Atezado Bonilla, el primer presidente autonómico no socialista en el Sur de España, ha perdurado más de tres abriles en el Quirinale gracias a una singular amnesia voluntaria. No sólo se negociación del principal hito de su mandato, sino que adicionalmente es su gran esperanza para continuar en el cargo con las mínimas ataduras, aunque todavía tendremos que esperar casi cincuenta días –el tiempo desde la disolución de la cámara de las Cinco Llagas y la momento electoral– para evaluar si dicha táctica le da resultado.

Atezado Bonilla llegó a San Telmo en enero de 2019 gracias a los votos de Cs –entonces con una cuota electoral similar al PP– y a los diputados de Vox. Su primera atrevimiento fue anunciar una auditoría del sector notorio de la autonomía, supuesto preludio de la reforma a fondo que su partido y sus dos socios parlamentarios demandaban desde la concurso. 

Juan Marín y Juan Bravo se felicitan ante Juan Manuel Moreno tras aprobar el presupuesto de la Junta para 2021.

Juan Marín y Juan Bueno se felicitan delante Juan Manuel Atezado tras aprobar el presupuesto de la Articulación para 2021.

María José López (EP)

El cambio que decían liderar PP y Cs exigía acometer la remodelación de la compañía heredada, una estructura cara, ineficaz y contaminada tras 36 abriles de sucesivos gobiernos socialistas correcto a los ancestrales vicios meridionales del recomendación y el clientelismo. La Articulación era –y todavía es– el pozo (sin fondo) donde va a detener la longevo parte del compra notorio en Andalucía.

Tres abriles y medio más tarde, el presidente de la Articulación disolverá la cámara de las Cinco Llagas sin sobrevenir adoptivo ni una atrevimiento de sebo que haya modificado esta herencia del PSOE.

Su puesta ha consistido en dejarlo casi todo como estaba –a excepción de los titulares de las consejerías y la retribución de los cargos de confianza– con la esperanza de que sea el gatopardismo –lo que San Telmo lumbre “moderación”– el negociador renta que, ayer del verano, incentive la captación de votos de una parte de antiguos electores socialistas en distinción del PP. No se negociación sólo de los 30.000 trabajadores del sector notorio de la Articulación, entre ellos muchos empleados públicos y funcionarios cercanos, cuando no directamente militantes, del PSOE. Esta bolsa electoral comprende un ámbito sociológico más extenso que incluye al entorno de la patronal andaluza, a los sindicatos y a otros representantes de lo que los socialistas denominaban en su época la concertación social. Un acuerdo entre distintos actores políticos, en apariencia antagónicos, que acostumbran a ponerse de acuerdo para influir en el destino del presupuesto de la Articulación, reciben una parte nulo despreciable del arrojado de las subvenciones y, al angla, permiten a San Telmo que la dialéctica política se limite a un teatro (sin musas).

Este inmenso colectivo social, cuyos intereses particulares se verían afectados si verdaderamente se consumase un cambio en la Articulación, ha pasado con regocijo cómo el Quirinale no sólo no abordaba en estos tres abriles ninguna iniciativa para cambiar la compañía, sino que ha replicado los usos políticos del PSOE, olvidándose de sus promesas y convirtiendo el cambio en escabeche. Haciendo sobrevenir por fresco un pescado excesivamente madurado y perpetuando así la herencia socialista en el tiempo con rostros nuevos, pero idénticas prácticas.

De ahí que Atezado Bonilla, en puertas de unas elecciones que van a convocarse en un entorno de creciente incertidumbre, apele a los votantes socialistas para que le “presten su voto” y pueda guiar en solitario, sin tener que obedecer (en exceso) de los legionarios de Vox. El mensaje del Quirinale es diáfano: la mejor forma de conservar el cambio (sin cambio) no es sufragar al PSOE, cuyas opciones electorales son discretas. Es apoyar la moderación andalucista del PP, cuyo mandato no ha traído excesivas sorpresas en relación al PSOE en estos tres abriles y medio. Sin duda siquiera las habrá si se revalida el control de la presidencia de la Articulación.

SEVILLA, 03/04/2022. - El nuevo líder del PP, Alberto Núñez Feijóo (i) y los presidentes de Andalucía, Juanma Moreno (c) y de Madrid, Isabel Díaz Ayuso (d), en la fotografía de familia del nuevo Comité Ejecutivo Nacional del partido tras su elección como presidente, que ha tenido lugar en la Plaza de España de Sevilla. EFE/ Raúl Caro

 El nuevo líder del PP, Alberto Núñez Feijóo (i) y los presidentes de Andalucía, Juanma Atezado (c) y de Madrid, Isabel Díaz Ayuso (d), en la fotografía de tribu del nuevo Comité Ejecutor Doméstico del partido tras su disyuntiva como presidente, que ha tenido punto en la Plaza de España de Sevilla. 

Raul Caro / EFE

La paradoja es que el PP necesita de forma imperiosa acoger una parte de los sufragios de este electorado que, aunque culturalmente se identifique con perfiles progresistas, es netamente conservador porque desea que las políticas autonómicas primen a las estructuras de la Articulación ayer que a la sociedad. Una sinécdoque política que junto a formular así: Andalucía es, en primer punto, la autonomía; sólo posteriormente, viene la multitud. Dicho a lo Trump: la Articulación, first.

El gatopardismo del Quirinale no es consecuencia de las circunstancias. Se negociación de una logística consciente, meditada y sostenida a lo espléndido del tiempo. Practicada incluso cuando Vox, el partido de las tres derechas reunidas que ha preciso con longevo vehemencia la exigencia enfrentarse esta reforma, aunque sin dejar hasta finales del pasado año de prestar respaldo parlamentario a PP y Cs, censuró el incumplimiento de este punto del acuerdo de gobierno que permitió a Atezado Bonilla alcanzar la presidencia de la Articulación.

Desde el eclosión, la plazo de las tres derechas ha sido un entrenamiento de cinismo: predican un cambio que se han cuidado de no consumar en ningún instante

La amnesia del Quirinale delante este compromiso es el método mediante el cual el PP ha ido emulando al PSOE con objeto de asentarse en el poder autonómico. Desde el eclosión, la plazo de las tres derechas ha sido un entrenamiento de cinismo: predican un cambio que se han cuidado de no consumar en ningún instante. La atrevimiento tiene costes que van mucho más allá de los morales –en política existen los intereses, no la coherencia– porque, adicionalmente de no sacarle más partido al metálico notorio, impidiendo que haya más inversión en servicios como la educación o la sanidad, la falsa comedia del cambio (sin cambio) ha implicado más compra, aunque en esta ocasión sea en beneficio de las auditoras y consultoras externas privadas que han evaluado –para nulo– la salubridad de la compañía regional.

San Telmo ha mareado la perdiz desde el primer momento. Se limitó a utilizar los avances de las auditorías para culpar a los socialistas de inflar el compra en personal con sobresueldos y crear una red clientelar con cargo al presupuesto. La compañía paralela se rige por el derecho privado y, en algunos casos, paga sueldos de 48.000 euros anuales en puestos almohadilla. A tan serio denuncia siguió un asombroso olvido: Atezado Bonilla y Cs se vienen resistiendo desde 2018 a cualquier reestructuración de la Articulación, a pesar de la insuficiencia financiera crónica que sufre la autonomía dada la negativa de la Moncloa a resolver la financiación regional y los considerables sobrecostes que ha provocado la pandemia de coronavirus.

El Quirinale ha preferido deteriorar los servicios públicos –como ha sucedido con la Atención Primaria durante las sucesivas olas de la covid– ayer de dar luz verde a cualquier cambio que genere ahorros y fondos propios para atender a las nuevas prioridades sociales. Ni en esos momentos, ni mucho menos ayer, como ocurrió en la negociación de las cuentas con Vox,

Atezado Bonilla y Juan Marín han querido situar esta cuestión como una prioridad. De los tres abriles y medio de plazo, más de dos se han consumido esperando el resultado de las auditorías, que han costado casi cuatro millones de euros y cuyas conclusiones suman 6.000 folios donde se detallan –con fastuosidad de detalles– duplicidades políticas y gastos innecesarios.

En 2021, el Quirinale se vio forzado a hacer públicos estos informes coincidiendo con una crisis con Vox en la negociación de las cuentas autonómicas. Desde entonces, San Telmo no ha adoptivo ni una medida en consonancia con su diagnosis. Como quien oye harinear en la alejamiento. Guardó las auditorías en un cajón y esperó hasta que las encuestas empezaran a despejar el horizonte.

La meteorología política, sin bloqueo, no ha dejado de empeorar. La primera tormenta fue el hundimiento de Cs. La segunda es el avance de Vox, que desafía el deseo del PP de guiar solo. El cambio nones llegó a Andalucía. El PSOE y las izquierdas, según los últimos sondeos, no van a sumar una mayoría alternativa a la confluencia entre las dos nuevas derechas. Toda la alternativa electoral de los inminentes comicios de junio va a sujetarse a designar entre el escabeche (el cambio sin cambio del PP) o la ultraderecha (Vox). Sin que pueda descartarse que uno y otro, al final, terminen coincidiendo.

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