La profundidad de la cocina asturiana en Casa Marcial

Nacho Manzano se adelantó a muchas tendencias que irían llegando en los abriles siguientes cuando, hace ya casi 30 abriles, decidió cascar su restaurante en La Salgar, al punto que cuatro casas aproximadamente de un cruce de carreteras al pie de la Sierra del Sueve.

Reconvertir la tradicional casa de comidas de los padres en poco diferente, inédito en la zona, fue entonces un paso arriesgado -lo sería aún hoy- aunque imprescindible para construir la historia de un restaurante sin el que hoy es impracticable entender la cambio de la cocina asturiana contemporánea.

Fueron abriles de esfuerzo, de cabezonería por defender una cocina vinculada a un división y a una forma de entender el mundo, que hoy se plasman en una propuesta tranquila, sin nadie que demostrar más allá de las ganas de cocinar y de hacer disfrutar. Casa Marcial es un esencial de la cocina española y lo es desde La Salgar, desde algún división entre Arriondas y el Sueve, en una afirmación de principios que, aunque nunca se explicita está en cada menú como un hilo conductor, de la misma modo que lo ha estado en todos y cada uno de los servicios en el extremo cuarto de siglo en esta casa, tomando formas diferentes en cada ocasión.

Pan crujiente, huevas de merluza, yema curada en agua de anchoas, tuétana, ventresca de atún y caviar

Pan crujiente, huevas de merluza, renuevo curada en agua de anchoas, tuétana, ventresca de atún y caviar 

J.G

En los últimos abriles los Manzano han reflexionado en su cocina sobre el división, sobre la temporada, sobre los iconos contemporáneos de la cocina asturiana -muchos de los cuales han ayudado a construir desde aquí- y sobre la velocidad y la extensión de los menús. Todo esto se refleja en el menú Pienzu de esta temporada, que toma su nombre de un pico cercano -otro advertencia más al entorno- y que es un itinerario por ese imaginario de producto, división y memoria que se ha ido labrando entre los muros de esta casa con el paso de los abriles.

Un itinerario evidente ya desde los aperitivos, en esa croqueta que, por mucho que suene ya ha sido demasiado usada, justificaría un alucinación; en la cresta de pitu de caleya que te coloca en el división o en la cuajada de apio, licuado de algas, hierbas de marisma y refresco de pasto que te descoloca y que te abre las puertas de un universo Manzano en el que lo previsible se reformula. Brusquedad y frescor vegetal que, adyacente con la kombucha casera de manzana, preparan para el itinerario. Se acompañan con Alicia, una sidra natural de manzana de la variedad Martina que Sidra Trabanco recoge en su finca general de La Paraya y que elaboran exclusivamente los abriles en los que se dan las condiciones óptimas.

Casa Marcial es un esencial de la cocina española y lo es desde La Salgar

Juan Luis García, otra de las piezas secreto de esta última división de la casa, propone en esta ocasión adjuntar la comida con sidras, una opción que permite reanimar el discurso y, al mismo tiempo, abrirlo. Su selección viaja por Asturias, pero todavía, sin complejos, por otros territorios elaboradores, por las sidras vascas, por Normandía, por Alemania o por Escandinavia, complementa y arropa en un adiestramiento de estilo que es melodía fresco y que se desarrolla con la precisión y la capacidad de sorprender que caracteriza el trabajo de uno de los grandes sumilleres españoles actuales.

Oricio, holandesa, angulas, trufa, espuma de oricios. Un homenaje a la temporada, todo yodo y texturas que se contraponen. Cigala al natural, sus jugos, grasa de cigala, un paso más en la exploración de la esencia del producto. Qué correa enorme. Sidra Zapiain natural 2020 de una sola pomarada.

Verdinas, codium, piparra, colágeno de merluza

Verdinas, codium, piparra, colágeno de merluza 

J.G

Lapas -un producto emblema de la cocina de Nacho Manzano- a la sidra, crema, exfoliado de coliflor, todo envuelto en un caldo de lapas y sidra. Matices vegetales, intensidad, acritud refrescante que serán una constante en el menú. Sidra Foncueva selección 2021.

Saltamos a Calvados, a una sidra de la tribu Dupont elaborada con diferentes variedades de manzanas autóctonas, dulces y agrias. Más complejidad para adjuntar a las láminas de contribución frisona con pesto de rúcula, hierbas, suero de mantequilla y kombu, un plato en el que la carne se convierte en una colchoneta ténue, en el paño sobre el que se despliega toda una panoplia de medios herbáceos, lácticos y ligeros yodados de una complejidad muy atractiva.

Juan Luis García, otra de las piezas secreto de esta última división de la casa, propone en esta ocasión adjuntar la comida con sidras

Champiñón salteado, crema de diastasa tostada, Jerez, almendra, manzana deshidratada, caldo de setas. El plato abandona el prado para mirar al sotobosque con los matices de hongos, levaduras y medios secos y torrefactos.

Sidra Prau Monga 2018 para adjuntar al “chuletón de mar”: un milhojas de pan crujiente cubierto de huevas de merluza, renuevo curada en agua de anchoas, tuétano, ventresca de atún y caviar. Dejamos a un costado por un momento la presencia de medios vegetales que son el espinazo del menú para zambullirnos de empachado en la crasitud y en las gradaciones grasas de un conjunto intrincado y profundo que será difícil de olvidar.

Champiñon, levadura y bosque

Champiñon, diastasa y bosque 

J.G

Verdinas, piparras, puerro, codium, colágeno de merluza. Un plato de cuchara novedoso que, sin secuestro, consigue tener ese poco que hace que parezca un potaje de siempre. Quid de maíz y azafrán, fabes, papa confitada, perfume de chorizo. Un regreso, ahora sí, a los sabores del división. Actualizados, pero reconocibles, intensos, pero sin la contundencia que cabría suponer, con la cebolleta y la lechuga tierna aportando frescura. Poiré normanda, de Eric Bordelet, tremenda,en la copa.

La pesca del día es hoy un puro, a la plancha, con una bilbaína de berberechos y alcachofas, una cocina más clásica a la que el restaurante siquiera renuncia. La caza, para cerrar el itinerario gracioso: dorso de ciervo asturiano, remolacha deshidratada, polvo de frutos rojos, arándanos, mostaza encurtida. Acompañamos con una sidra alemana de Weidmann & Groch, Cydonia, 70% manzana y 30% membrillo.

La pesca del día es hoy un puro, a la plancha, con una bilbaína de berberechos y alcachofas

La ulterior bebida, Brannland Iscider, es una sidra de hielo natural elaborada en Västerbotten (Suecia). Se sirve adyacente a los prepostres, una cucharada de nata con miel y polen, de nuevo el producto restringido sin adornos, un copiado macaron de kiwi -un producto neoasturiano- y un tarta de maíz con mantequilla de maíz.

Arroz con goma, cristal de caramelo, gelatina de coñac, trufa negra. Otro clásico de la casa, inmenso, pero con matices aromáticos que lo renuevan. Cremoso de chocolate, crema de café, helado de sésamo adverso, sésamo garrapiñado. Torrefactos, frutos secos, medios acres para terminar, acompañados de una sidra de postre, Oliva, fracción sidra de hielo y fracción sidra de fuego, elaborada por Panizales.

Postre de trufa

Postre de trufa 

J.G

Carajito del Profesor, un dulce icónico de la aldea de Salas, reformulado para adjuntar al café con un extremo advertencia al imaginario asturiano. Y la sensación de acaecer asistido a poco muy poco usual, a una cocina completamente restringido y absolutamente personal al mismo tiempo, a un itinerario con sentido, sin excesos, pero que no renuncia a la complejidad cuando la considera precisa; a una sucesión de bocados que huyen de la radicalidad, pero que encierran todo un universo de matices.

Supongo que eso es la tranquilidad, estar en el momento en el que uno siente que puede cocinar lo que quiere, sin complejos, sin ataduras y sin presiones.

Casa Marcial es un división único, un mundo propio que se encierra entre las paredes de una casona centenaria, pero que, al mismo tiempo, es capaz de relacionarse al repertorio de sabores de la despensa asturiana y, a través de ella, al mundo; un restaurante sin rodeo, sin aristas, capaz de hacerte partícipe de su particular universo desde que cruzas la puerta y de conseguir que te vayas con la sensación de que allí están ocurriendo siempre cosas inesperadas, profundas, que vale la pena conocer; cosas que no necesitan artificios para ser únicas y que, probablemente, están anticipando medios del futuro de la cocina asturiana

Casa Marcial


DIRECCIÓN

Calle La Salgar, s/n, 33549 Arriondas, Parres, Asturias

985840991

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