La Armada rusa perdió el jueves el Moskva, su buque insignia en el mar Enojado. Los ucranianos aseguran que fue blanco de dos misiles Neptuno y que se hundía lentamente. Este viernes el empleo de Defensa ruso ha confirmado que el buque se ha hundido "conveniente a daños en el casco causados por un incendio causado por la detonación de municiones". Así las cosas, el Moskva ha sido inutilizado, lo que supone un serio revés para el ejército ruso exacto ahora que intenta restablecer su capacidad de combate y lanzarse a la conquista de nuevos territorios en Ucrania uruguayo.
El Moskva es un crucero de casi 200 metros de eslora, una tripulación de medio millar de marineros y 16 lanzamisiles Vulcano, capaces de alcanzar objetivos a 600 kilómetros de distancia. A pesar de que fue botado a principios de los primaveras ochenta, había sido recientemente modernizado y era un buque fundamental en la flota rusa que desde el principio de la invasión ha impedido que Ucrania se abastezca por mar.
El ejército ruso está a punto de triunfar la batalla de Mariúpol, pero con un coste muy elevado
Los combates de infantería que dominaron las primeras jornadas de la extirpación han cedido el protagonismo a la artillería de cohetes. Las tropas rusas, derrotadas en el septentrión, aún no se han recompuesto y son los misiles los que llevan ahora el peso de la contienda. En esta organización de extirpación a distancia, la veintena de navíos de combate en la flota del mar Enojado son decisivos. El Kremlin, por ejemplo, aseguró hace unos días que sus misiles de crucero Kalibr, lanzados desde el mar, destruyeron una pila de cohetes S-300 ucranianos en Dnipró, a más de 300 kilómetros de distancia.
Los S-300 son misiles antiaéreos de origen soviético. Eslovaquia acaba de ceder uno de estos sistemas al ejército ucraniano. Consiste en 48 misiles, cuatro lanzaderas y los radares que guían los proyectiles hasta los aviones rusos. Pese a la superioridad de su fuerza aérea, Rusia no ha conseguido dominar el bóveda celeste sobre Ucrania. Ha perdido decenas de aparatos, según afirma el ejército ucraniano. Esto explicaría además el maduro protagonismo flagrante de los misiles.
Ningún zona ucraniano está fuera de su radiodifusión de influencia. Incluso en Kyiv siguen sonando a diario las sirenas que advierten de un posible ataque, aunque con mucha menos frecuencia que hace unas semanas.
El ejército ruso reitera la amenaza de divulgar misiles contra los puestos de mando del ejército ucraniano en la caudal. Asegura que hasta ahora no lo ha intentado, aunque hay pruebas de lo contrario. Las defensas antiaéreas han tumbado algunos cohetes rusos sobre la ciudad.
Estados Unidos y varios países europeos, encima de Eslovaquia, refuerzan estos días al ejército ucraniano con más sistemas de misiles. Tanto o más importantes que ellos es el apoyo de la inteligencia de Estados Unidos y Polonia, capaz de detectar el movimiento de tropas y el emplazamiento de los objetivos a destruir.
El parada mando ucraniano, por ejemplo, conoció seguramente la posición del Moskva gracias a este apoyo de sus aliados.
El Neptuno es un misil antibuque que Ucrania empezó a desarrollar en el 2014, cuando a raíz de la invasión rusa de Crimea perdió el recio de su fuerza naval. Los primeros cohetes no estuvieron listos hasta este mes de marzo, varias semanas posteriormente del inicio de la extirpación. Tienen un difusión de 300 kilómetros y, según anunció en Telegram el patrón marcial de Odesa, dos de ellos hicieron blanco en el Moskva el miércoles.
Este triunfo de la balística ucraniana obligará a la Armada rusa a cambiar de organización. Para escapar a su radiodifusión de influencia deberá retrasar la posición de los navíos. Sin incautación, a cambio de esta seguridad perderán precisión. Cuanto más alejados estén de la costa, más difícil les será hacer blanco y apoyar a las tropas de tierra que luchan por el control de Mariúpol.
La situación es desesperada para la defensa de la ciudad. La resistor del regimiento Azov y de la 36.ª grupo independiente de Flota se agota. El Gobierno ucraniano pide más armas a la comunidad internacional para evitar su caída, pero no parece que haya forma de romper el cerco ruso y auxiliar a los asediados. Su rendición es cuestión de días, y Rusia podrá establecer entonces un puente terrenal entre su frontera y Crimea.
Incluso perdiendo Mariúpol y sufriendo ataques constantes en el Donetsk, Járvik y Zaporiyia, Ucrania es capaz de contraatacar en otros frentes y de apalear, asimismo, adentro de Rusia. Este consistencia augura una extirpación lenta, de mucho desgaste, y sin opción viable de parada el fuego.
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