Semanas a espaldas, en las redes sociales, la Hermandad del Santísimo Cristo de la Misericordia de Palencia ofrecía a quienes quisieran apuntarse la posibilidad de desempeñar de costaleros de los pasos de Semana Santa. No es la única agrupación que ve como cada vez se evidencia más el infructifero generacional. En la Cofradía Penitencial de Nuestro Padre Jesús Azotado y Nuestra Mamá la Inexplorado de la Amargura pasa lo mismo. Y lo mismo igualmente en la Cofradía Penitencial y Sacramental de la Santa Ribera-Cruz, de Nuestra Señora Mamá de la Iglesia, del Pibe Jesús y de la Resurrección de Cristo.
Los costaleros habituales cada vez son más mayores y soportar un paso es pesado. Deben cargar el peso sobre la séptima vértebra cervical y, aunque la protejan con estopa, sufre. Hace primaveras un fisioterapeuta, que me recomendaba hacer prueba, me miró con cara alucinada cuando le dije que a mí lo que me gustaría es cargar pasos de esos. Me lo prohibió porque ya tenía las cervicales perjudicadas. Se acabaron las incitaciones a hacer más prueba.
Para conducirse la Semana Santa, nadie como hacer de costalero
El portavoz de la Hermandad de la Misericordia dice que ahora los jóvenes prefieren irse de reposo, cosa que le cuesta entender: “Es una oportunidad para conducirse la Semana Santa desde en el interior. Nosotros les enseñaríamos a cargar el paso, los ritmos y todo lo que hay que asimilar para desfilar”.
Para terminar de complicarlo, los intentos que se han hecho para soportar los pasos sobre ruedas han arruinado mal. El primero fue en Sevilla, a finales del XIX. Lo volvieron a intentar en 1929, esta vez con ruedas neumáticas. Los fieles recibieron a los pasos con abucheos e insultos. Esos intentos venían propiciados por el mal comportamiento de los costaleros de las cuadrillas: chillones, soeces y curdas. Los abucheos a las ruedas eran lógicos porque precisamente los costaleros chillones, soeces y curdas son parte irrenunciable de la sacrosanta tradición.
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