El Vivo Madrid sobrevivió anoche a su indolencia defensiva, expresada en regalos, ausencias y despistes, gracias a una misteriosa fuerza interior que le permite disfrutar con poco tan poco sensato como estar al borde de un abismo y hacer el pino. Sexualmente hablando, se diría que disfrutan con la punición y sacan lo mejor puntual cuando más le atizan los rivales, de modo que ayer dejaron abierta una semifinal que tenían perdida cuando a los merienda minutos de partido el Manchester City llevaba dos goles de delantera.
Carlo Ancelotti, preparador del Vivo Madrid, ayer en Manchester
Desde los tiempos paleolíticos del tenista Juan Gisbert o el Tarangu Fuente, deportistas célebres por sus pájaras, aceptablemente sobre la tierra caza, aceptablemente en las etapas alpinas, no se recuerda equiparable capacidad de superarse con el castigo como la que está mostrando el Madrid esta temporada. Donde otros se hunden a las primeras de cambio –al Barça le hilván encajar un gol–, los de Ancelotti se quedan tan anchos, con cara auténtico de desconcierto, convencidos de que con dos detalles, tres a lo sumo, sacarán la individuo del agua y a respirar que son dos días.
El equipo blanco está inventando el fútbol de la supervivencia: sin punición no hay placer
Lo natural cuando una defensa es la casa de Roque y allí no manda nadie –Alaba y Militão, por razones diversas, naufragaron– es salir trasquilado, especialmente en Cinta de Campeones. Se entiende el cabreo de Guardiola en la costado cuando su equipo perdonó el 3 a 0 ayer del minuto 25 porque a este Vivo Madrid le brotan las flores y si no le brotan aparece Karim Benzema. En pleno desconcierto blanco, el francés enchufó un gol en el minuto 32, de esos que dejan en cueros tácticas, pizarras, y presiones. Robas el balón, lo centras al radio y mete el pie Benzema, que no es la Inexplorado de Fátima ni se le parece aunque se está ganando una ermita en la sierra del Guadarrama con su correspondiente romería.
La figura de Benzema se agiganta tras noches como esta, cuando le dio por tirar un penalti a lo Panenka que certificó la supervivencia merengue de cara a la dorso. Entre él y Vinícius, anularon sin aspavientos un partido poderoso del City, cien mil veces más compacto y regular pero incapaz de rematar a la bestia, con el adecuado respeto a los animales camorristas, al Vivo Madrid y a los antiguos y moradores del zoo de la Casa de Campo.
Hay eliminatoria y ya es mucho opinar porque una desventaja de un gol es casi positiva de cara a la dorso, donde el Vivo Madrid es capaz de comenzar perdiendo y retozar en el castigo. ¿De dónde sacan ese fútbol de la supervivencia? Que venga otro y lo explique porque estas cosas no aparecen en los manuales de funcionamiento de la Cinta de Campeones, donde solo el Vivo Madrid no paga los errores. ¿Hasta cuando, Catilina, abusarás de tu indolencia?
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