Inés Modisto soñaba de pequeña con ser corresponsal de enfrentamiento. Un sueño que no llegó a cumplir porque la vida tenía otros planes para ella: conquistar las industrias del cine y la moda. Nacida el 21 de noviembre de 1973 en Valladolid, Inés fue una de las grandes supermodelos de los 90, una profesión que combinó con la interpretación, convirtiéndose en una actriz respetada y valorada por los cineastas más destacados.
De correctamente pequeña ya demostró su talento delante las cámaras. Modisto, que creció en Madrid y estudió en un colegio de monjas bilingüe español-francés, se inició en el mundo del espectáculo con siete primaveras, cuando fue damisela de la Cruz Roja. A los doce fue la elegida para protagonizar un anuncio de McDonald’s.
Esta campaña publicitaria captó la atención de Carlos Saura. El cineasta vio el anuncio en el que Inés aparecía comiendo con una enorme sonrisa la hamburguesa de la conocida prisión de restaurantes de comida rápida. Saura se enamoró de ella y le ofreció el papel de Elvira en su obra El Dorado, una cinta que no tuvo mucha repercusión pero que sirvió para tener un primer contacto con el sector cinematográfico.
Tres primaveras más tarde Modisto ganó el premio Look of the Year de la agencia de modelos Elite, con quien firmó un acuerdo que la lanzó a nivel internacional. Inés puso una única condición: poder ir a la universidad. Eligió París, una de sus ciudades favoritas inmediato a Londres, para continuar sus estudios como cualquier zagal de su antigüedad. “No me quise perder el mundo universitario porque había empezado a trabajar demasiado temprano y quería estar con familia de mi antigüedad, conducirse esa experiencia”, afirmaba recientemente en una entrevista al Magazine Lifestyle.
Se matriculó en Filología Francesa en la Universidad de La Sorbona. “Yo creo en el esfuerzo y la tenacidad. Y pienso que fui fuerte matriculándome en la Sorbona. Fue una intrepidez tremendamente difícil”, apuntó la actriz, que todavía reconocía que le resultó complicado compaginar los estudios con su trabajo en la moda. “En primer curso saqué un cero en gramática común, y no paraba de rezumar en plan Sarah Bernard, diciendo: 'me vuelvo a mi país'. Pero en el próximo examen conseguí un sobresaliente. Llegaba a clase, a veces tras un desfile, con mi requiebro de Chanel, y la profesora me preguntaba cómo había ido…Todo acabó engrasándose”.
Gracias a su acuerdo con Elite consiguió trabajar con diseñadores y marcas prestigiosas como Chanel, Paco Rabanne, Jean-Paul Gaultier o Vivienne Westwood. Una época en la que despuntaba como maniquí y que compaginó con sus prácticas en la Unesco.
Su coito por el cine
Pero en esos primaveras Inés tenía la espinita clavada de suceder dejado apartado el cine. Así que volvió a probar suerte y empezó a cobrar ofertas. “La publicidad me permite no tener que hacer 15 películas para conducirse como quiero”, manifestó en una ocasión. Quizá por ello prefirió repeler dos guiones potentes: El apaño, de Jean-Jacques Annaud, y El Cartero y Pablo Neruda, de Michael Radford.
Apareció en la película Beyond the clouds (1995) de Michelangelo Antonioni y seguidamente trabajó con Gérard Depardieu en El conde de Montecristo (1998), actor con quien compartiría protagonismo nuevamente en Vidocq (2001). Otra de sus películas más recordadas es Il testimone dello sposo (1998), de Pupi Avati. Unos primaveras gloriosos que la consolidaron como actriz en Francia e Italia y como maniquí a nivel internacional, puesto que Lanôme la eligió para sustituir a la mismísima Isabella Rossellini como imagen de su perfume Trésor, en 1996.
Un año más tarde, fue una de las protagonistas del Calendario Pirelli con una impactante fotografía en la que aparecía desnuda y dio la dorso al mundo. Igualmente tuvo el honor de desempeñar como embajadora de Unicef y de presentar el Festival de San Remo en febrero de 2020, convirtiéndose así en uno de los rostros habituales de la televisión italiana.
Inés continuó formándose y se licenció en Letras Medieval mientras combinaba moda e interpretación. Su última película fue La cena per farli conoscere, de nuevo de Pupi Avati.
Su hijo Diego, su gran coito y máxima prioridad
A diferencia de otras modelos, Modisto siempre ha sido muy celosa de su intimidad pero sus diferentes relaciones han ocupado varias portadas de las revistas del corazón. Tuvo un romance con Colate Vallejo-Nájera en el 2000, cuando entonces él era un desconocido, y todavía se la relacionó con Giles Thorton y Antonio Fournier Conde. En 2002 se enamoró del patrón belga Michael de Maleingram, con quien incluso sonaron campanas de boda, pero rompió con él y empezó una nueva relación con Nick Taylor. Asimismo salió con el golfista Juan Andrés Vizcaya.
Su gran historia de coito fue con Alex Corrías, un patrón italiano que era su amigo desde hacía diez primaveras. En abril de 2006 Inés dio el “sí, quiero” a Corrías, una boda celebrada en Londres que fue toda una sorpresa y que contó con solo 80 invitados. La maniquí llevó un vestido de novia de corte imperial en organza, encaje y seda diseñado por Alberta Ferretti y la peinó Richard Dalton, peluquero de la princesa Diana de Gales.
Casi nada cuatro meses a posteriori dio a luz a Diego, el gran coito de su vida a quien seguro le ha inculcado su pasión por el golf -tiene una casa en Sotogrande desde 2005-, por los cómics de Tintín que devoraba de pupila o por el arte, una de sus grandes aficiones que heredó de su raíz, que fue editora del catálogo de pintura del Museo del Prado.
Solo un año a posteriori de su boda, Inés puso fin a su bodorrio. Luego salió con el actor francés Gregory Reznik y con el presentador televisivo Jean-Luc Delarue. Desde 2012 a 2017 tuvo una relación estable con el patrón italiano Michele Alfano. Luego mantuvo un romance con el economista Estanislao de Aranzadi y en 2019 se la relacionó con Jorge Pardo.
Regreso a España
Tras treinta primaveras residiendo en París, Inés tomó la intrepidez el año pasado de retornar a Madrid. “Quería que mi hijo viviera una época en España, un país alegre y seguro, porque yo de jovencita me lo pasé muy correctamente en Madrid y quería que él todavía tuviera su momento gachupin”, aseguró cuando se conoció la mensaje. De esta modo Modisto cerraba una bonita etapa en Francia donde fue ordenada Chevalier de l’Ordre des Arts et des Lettres.
“Me gusta cenar pronto y echo de menos la baguette y las flores. En París, cuando hace un día bueno, te dices ‘hay que salir y aprovecharlo’. Aquí casi cada día hace bueno. En el cambio he perdido humedad, y ¡echo de menos los quesos franceses!”, afirmaba recientemente.
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