La imparcialidad australiana revisará de nuevo el caso de Kathleen Folbigg, condenada a prisión en 2003 por la asesinato de cuatro hijos. La revisión se hará por las nuevas dudas surgidas sobre la causa de las muertes, para ver si pudieron ser por anomalías genéticas de los pequeños. En el caso se ha implicado una científica española, Carola García de Vinuesa.
El fiscal caudillo de la región de Nueva Gales del Sur, Mark Speakman, ha indicado en un comunicado que si el ex magistrado Thomas Bathurst, a quien se ha encargado una investigación independiente, considera que hay una "duda moderado" de que los niños no murieron a manos de su mamá, se derivará el caso al Tribunal Penal de Apelaciones.
Folbigg, hoy con 54 primaveras, lleva casi dos décadas en prisión. Fue condenada a 30 primaveras por el homicidio de tres hijos y el homicidio de un cuarto entre 1989 y 1999. Se la acusó de sofocar a los bebés, que tenían entre 19 días y 18 meses.
Sus abogados defienden que es inocente. Alegan que hay evidencias científicas que podrían explicar las muertes por causas naturales, por una sobresalto genética de los bebés.
Fallecidos entre los 19 días y el año y medio
El primer hijo de la mujer, Caleb, nació en 1989 y murió 19 días a posteriori en lo que la imparcialidad calificó como homicidio involuntario. El segundo, Patrick, murió en 1991, con ocho meses de vida. Su hija Sarah murió dos primaveras a posteriori, a los 10 meses, y Laura murió a los 19 meses en 1999.
La necroscopía en este posterior caso halló miocarditis (inflamación del músculo cardíaco) en la pequeña, aunque no se hizo constar en el certificado de defunción. En el segundo hijo, la asesinato se relacionó con un ataque de epilepsia. Las otras dos muertes se atribuyen al síndrome de asesinato súbita.
La experta en genética Carola García de Vinuesa, que es codirectora del Australian National University’s Center for Personalized Immunology, constató que tanto las dos hijas como la mamá compartían una mutación genética relacionada con problemas cardíacos y asesinato súbita.
"La fiebre, una infección, incluso la misma miocarditis, pueden ser desencadenantes de asesinato súbita en pacientes con arritmias cardiacas genéticas”, explicaba Vinuesa a La Vanguardia hace diez días.
Lo que presentó la científica a los magistrados no fue tenido en cuenta, por lo que buscó el apoyo de otros científicos. La revista Europace, de la Universidad de Oxford, publicó en el 2020 un estudio de 27 científicos de Australia, EE.UU., Canadá, Francia, Dinamarca e Italia, describiendo la mutación genética de las dos niñas fallecidas (CALM2), que puede causar asesinato súbita cardíaca y añadían que los niños además eran portadores de raras variantes de un gen que en ratones se ha estudiado que los mata por ataques epilépticos.
Los científicos han detectado anomalías genéticas en los niños ligadas a la asesinato súbita y la epilepsia
Con ese estudio, Vinuesa acudió a la Corporación de Ciencias de Australia, que respaldó los estudios. En marzo del año pasado, 90 médicos y científicos, incluidos dos premios Nobel, pidieron el perdón y la exención de la mujer en una carta a la gobernadora caudillo de Nueva Gales del Sur, Margaret Beazley, basándose "en significantes evidencias positivas de que la causa de las muertes fue natural", poco que hoy es más comprensible de explicar que hace 20 primaveras por los avances en genética.
La incriminación a la mamá hace 20 primaveras se basó, en buena medida, en fragmentos de sus diarios, denunciados en presencia de la policía por su marido, pero que los abogados de la reclusa señalan que no constituyen confesiones de homicidio.
Acusada, en buena medida, por sus diarios
La mujer escribió, por ejemplo, sobre Sarah: “Es una bebé harto bondadosa, gracias a Todopoderoso, que la salvará del destino de sus hermanos. Creo que fue advertida”. O “con Sarah todo lo que quería era que se callara. Y un día lo hizo”. Psiquiatras y psicólogos no vieron falta incriminatorio sino signos de una mamá deprimida.
Vinuesa explicó que Folbigg “no podía entender lo que estaba sucediendo” con sus hijos; pensaba que “Todopoderoso se los estaba llevando”. “Ella siempre invoca algún poder sobrenatural, es muy espiritual", señaló.
En 2019 un magistrado reiteró que la mujer no era probable en sus intentos de desmentir su culpabilidad. Porque la convicta ha apelado en varias ocasiones contra su condena. En 2018 ya se hizo una primera revisión del caso y además se falló en contra de una apelación el año pasado.
El fiscal caudillo ha inhábil hoy indultar a la presa pero ha convenido en que el caso requiere una investigación "transparente, pública y desafío" intente aclarar los hechos. Ha admitido que hay suficientes dudas como para ver si esas evidencias científicas justifican una acto de la imparcialidad.
El fiscal ha denegado la propuesta de la Corporación de Ciencias de explicar los casos. Su directiva Anna-Maria Arabia ha dicho que muchos científicos creen que hay "evidencias abrumadoras" que justifican la inmediata exención de la mujer, pero que respetan la audacia de una investigación contencioso, informaron AP y Efe.
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