Los solteros que se atreven a dar el paso e intentar encontrar el inclinación de su vida en First Dates frente a cientos de miles de espectadores tienen claro que, cuando entran por la puerta del restaurante más conocido de la televisión, se pueden encontrar con cualquier cosa. El software hace lo posible por emparejarles con alguno compatible con sus gustos y aficiones, pero como todo el mundo sabe, la primera impresión es la que marcará la tónica de la cena y su predisposición para conocerse más a fondo.
Sin incautación, hay veces que los solteros aún no se han quitado la chaqueta y, al ver quién les retraso al otro flanco de la puerta, deciden salir huyendo. Es lo que les ha pasado a Esther y a Carlos, dos solteros que el software había unido pero que decidieron marcharse tras escasamente encontrarse y sin darse una oportunidad, poco que molestó al conductor del software, Carlos Sobera, que reprendió su posición asegurando que First Dates no era como un supermercado donde se pudiese nominar.
Hacía mucho tiempo que no se vivía poco así en el software, pero cuando Carlos entró por la puerta y comenzó a enumerar cuáles eran sus requisitos, quedó claro que era proporcionado probable que su cita no cumpliría con sus preferencias. A sus 50 abriles, le había ido “muy aceptablemente, pero muy mal” en el inclinación, y confesó agenciárselas a alguno: “que no sea muy ingreso y que quiera tener hijos”, un deseo tras 24 abriles casado y tres hijos. Sin incautación, luego reveló que buscaba a alguno muy adolescente: “Con que tenga carné de conducir, me conformo”, dijo, con Carlos diciéndole que “era más raro que un perro verde”.
Esther entraba decidida a conocer a alguno y, a sus 44 abriles, rebosaba alegría hasta que vio a su soltero. Sobera le preguntó si tenía carné de conducir, y ella dijo que “no”, pero su cara reveló que había gastado a Carlos en la mostrador y no le había gustado en inmutable. Esther se acercó y le dio dos besos, pero confesó que no era su estilo y no quería conocer a Carlos: “Sobera ha franco la puerta y le he gastado, se ha donado la envés… y se me ha cambiado la cara, es que yo soy muy expresiva”, confesó.
“No es mi estilo, lo veo rollo Pajares”, confesaba, ayer de que Sobera le pidiera que le dedicara a Carlos dos minutos en la mostrador para decidirse, pero la cosa quedó clara, además por parte de Carlos, que reconocía que siquiera era lo que él buscaba, porque él creía en los flechazos a primera perspicacia y había gastado claramente que a Esther no le había gustado ausencia.
Carlos le preguntó por su existencia, y cuando ella le contestó que tenía 44 abriles, él no pudo evitar rechazarla: “Yo la quería más adolescente, porque quiero tener una pupila”, poco que ella rechazó de plano, porque no quería tener niños: “Este señor se está buscando una niñera o poco así”.
Al final, quedó claro que no había ausencia que hacer, con los dos rechazando conocer al otro. Sobera, poco amargo, les dijo: “Habrá que explicar que esto no es como venir al supermercado, con la cesta de la transacción, este paquete de arroz sí, esta envase de espárragos no… Esto es poco dispar. Es un defecto vuestro que no os deis la oportunidad de conoceros”. Los solteros aceptaron sus negativas, y decidieron tomar cada uno su camino.
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