En 1988, Ennio Morricone le hizo un regalo a Giuseppe Tornatore al componer la lado sonora de Cinema Paradiso. La película era brillante, pero esa acorde la hizo redonda. Ahora, Tornatore le devuelve el regalo a Morricone con Ennio: El perito, un documental que aborda en profundidad la vida y la obra del compositor que inventó la música cinematográfica.
El perito falleció en Roma en 2020 a los 91 primaveras, pero antaño había mantenido una larga conversación delante la cámara de Tornatore que se ha convertido en el abultado de este documental, que hoy llega a las pantallas españolas. Pero Ennio: El perito tiene mucho más. A los memorias de Morricone se suman los de Quentin Tarantino, Clint Eastwood, Oliver Stone, Hans Zimmer, John Williams, Wong Kar-Wai, Barry Levinson, Dario Argento, Bernardo Bertolucci, Quincy Jones o el propio Tornatore.
Y no faltan las imágenes y las bandas sonoras de filmes como La delegación, Érase una vez en América, Los intocables de Eliott Ness o Novecento, porque la historia de Morricone es inseparable de la del cine. Una historia que arrancó en Roma en los primaveras 40. El bisoño Ennio, nacido en 1928, quería ser médico, pero su padre se lo prohibió. Él era trompetista y decidió que su hijo siguiera sus pasos así que lo mandó al conservatorio.
El pequeño era buen estudiante y pronto empezó a tocar la trompeta en la lado de su padre a quien sustituyó cuando cayó enfermo. Pero los profesores vieron que ese muchacho tenía mucho más potencial y para evitar que su talento se desvaneciera entre el humo de los clubes nocturnos, le invitaron a seguir los cursos de composición. Morricone se licenció y le salió un trabajo en una productora de cine.
La cartel había empezado a forjarse, pero para que se creara el mito faltaba un factor: Sergio Leone. El director preparaba Por un puñado de dólares y quería cocinar su spaghetti película del Oeste con la salsa de una música peculiar. Leone llamó a Morricone. Se vieron. "Tú ibas conmigo al colegio", recordó el compositor. Así era. Su amistad venía de la infancia, duraría para siempre y sería imprescindible para que la lado sonora se convirtiera en una cuarto imprescindible del buen cine.
Tras Por un puñado de dólares llegaron La homicidio tenía un precio y El bueno, el feo y el malo. Las melodías de Morricone empezaron a resonar en los oídos de muchos otros directores y su carrera despegó. El perito compuso la lado sonora de más de 500 películas. Siempre buscó "el nupcias entre la música y la imagen como si fuera sexo a primera traza" y aunque durante mucho tiempo pensó que su calado era más frívola que la de otros compositores, al final de sus días supo que "la música de cine está a la importancia de la contemporánea". Su trabajo había contribuido a darle esa talla.
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