¿Qué subgéneros engloba la novelística negra? Para Jordi Llobregat (Valencia, 1971), novelista y director de Valencia Negra, este antiguo debate no tiene cabida en el festival cultural que se celebra estos días en la caudal del Turia. La clasificación purista de corrientes en el interior de este tipo se aleja del espíritu del certamen, que recupera en su décimo aniversario la presencia de autores internacionales y recibe de nuevo a escritores nacionales y locales, con más de 80 actividades en su software.
La Vanguardia se reúne con el autor para conversar sobre la desarrollo del festival desde sus inicios y sobre todo de los dos últimos abriles, en los que el reunión no dejó de tener zona a pesar de la pandemia. Llobregat deje sobre la presencia de los jóvenes en estos encuentros y aborda las expectativas de futuro, así como todavía hace una radiografía de la vigor del tipo infeliz y de las tendencias de subgéneros en 2022. Eso sí, deja claro que no entiende de “fronteras rígidas” en la humanidades.
¿Cómo se plantea esta décima tiraje de Valencia Negra luego de dos abriles de pandemia?
Es una tiraje en la que coinciden dos cosas. Por un banda, es una celebración porque es el décimo aniversario y nosotros siempre hemos tomado el festival de Valencia Negra como una fiesta. Ahora lo es más que nunca. Al mismo tiempo, es el año de la recuperación. En los dos abriles de la pandemia hicimos tiraje de Valencia negra, pero dudamos mucho en hacerlo. Sobre todo el primero, porque mentalmente no estábamos perfectamente, como mucha familia. Y significaba un coste muy elevado hacerlo.
Sin incautación, creo que lo recordaremos con mucho cariño, porque los autores venían muy reivindicativos. Además la familia llenó todas las actividades, por supuesto con todas las medidas de seguridad, y encima nos lo agradecían con un nivel de cariño que fue sorprendente, nos dimos cuenta de que lo habíamos hecho perfectamente. Siquiera hubo ningún positivo en covid.
A posteriori de estos dos abriles, recuperamos cosas como los autores internacionales que no podían desplazarse y luego un software de nuevo muy amplio, con más de 80 actividades. Recuperamos todavía actividades muy participativas como las firmas en la calle, que es poco que hacemos con mucho cariño. Es un círculo siempre muy chulo que nunca hemos medido por el número de personas sino por el círculo que se genera.
Ayer de comenzar esta entrevista ha hablado sobre la escasa presencia de jóvenes en el festival
Creo que las formas de ocio han cambiado congruo. Y esto es una sinceridad. A mí todavía me pasa y es que el teléfono móvil es un cúmulo de información que nos satura y que no nos deja hacer otras cosas. O sea, a veces no leemos porque jugamos a la nueva app o estamos viendo parte que no nos importan, pero que no podemos dejar. El tiempo es menguado. Creo que cada vez más las generaciones jóvenes lo ocupamos con distracciones superfluas.
A veces mucha familia dice ‘no tengo tiempo’ o ‘creo que es fastidiado’. Primero, es que no conocen cómo son estos eventos. Positivamente, si te gusta un escritor y lo ves cuchichear o interactúas con él, es otro mundo. Además pienso que esta familia pipiolo de la que hablamos ahora luego dejará de serlo y tendrá otras evacuación, entrará en estas cosas.
Entonces, cuando yo digo que no hay jóvenes en el festival me refiero a jóvenes en masa, porque sí que hay. Es verdad que la familia pipiolo lee, más de lo que la familia cree. Pero sí que creo que todos, ya sean jóvenes o no, todo el mundo está un poco en peligro por esta carga que tenemos de acumulación de información, que la llevamos encima, no es que tengamos que ir a un sitio a recibirla. Y eso nos impide hacer muchas cosas.
¿Cómo ha evolucionado Valencia Negra desde sus inicios?
Se mantiene mucho la ilusión y la pasión por suministrar el festival. El día que eso falle, será el día que dejemos de hacerlo. Eso o que el sabido no se interese. Las cifras anteriores a la pandemia eran en torno a de 11.000 o 12.000 personas. Mucha familia, un sabido fiel al que le gusta lo que se hace.
Empezamos de forma muy amateur, con más ilusión que profesionalidad. Y ahora esa profesionalidad es mucho más suscripción. Hay más equipo, ayer podíamos ser entre dos y cuatro personas que llevábamos todo el festival. Lo más importante ahora es que detrás hay familia muy profesional, con las mismas ganas.
Valencia tiene un festival que hace que autores que nunca nunca han venido a la ciudad decidan venir. Por ejemplo, J.D. Barker viene desde Boston por primera vez a España y viene a Valencia Negra a presentar su novelística. Luego, los autores nacionales más importantes vienen todavía. Lo que queríamos era que Valencia fuera un zona importante en el mundo rebuscado del panorama doméstico e internacional.
¿Es suficiente el apoyo que recibe Valencia Negra por parte de la Suministro?
La verdad es que al principio fue dubitativa, que es ordinario, pero en los últimos abriles tenemos un apoyo muy claro de la Suministro, sobre todo de la Generalitat y del Consistorio. Tanto Placer Tello como Carmen Amoraga son dos personas que están totalmente implicadas en el festival y se lo agradecemos un montón.
Es una pena que vivamos de subvenciones, porque nunca sabemos si vamos a cubrir el presupuesto. Y así llevamos 10 abriles. Entonces, es un mundo en la cuerda floja. ¿Si nos gustaría tener más respaldo? Supongo que sí, como a todos los festivales. Pero bueno, estamos en ese camino y ahora mismo lo que toca es reconocer.
¿Próximas metas?
Una de las cosas interesantes de nuestro festival es que nos hemos puesto en duda todos los abriles. Y hemos creado siempre cosas nuevas, aunque una vez has hecho poco costar otra cosa diferente siempre es una clave. Una de las metas que tenemos ahora, desde luego, es incidir en la profesionalización del festival a nivel interno, que lleva muchísimo trabajo.
A nivel forastero, poco que querríamos es, por ejemplo, datar más a la familia pipiolo, que hay fórmulas para hacerlo. Porque nosotros como festival siempre nacimos con la idea de inquirir al no catedrático. No somos un festival para lectores que ya son de nuestro club. Buscamos a la familia que nos ha donado cuenta que una novelística le puede cambiar la vida, le puede hacer percatar cosas maravillosas, le puede enamorar, entristecer, enardecer.
Aunque estoy hablando mucho de libros, todavía tenemos cine, fotografía, videojuegos, cocina… cualquier ámbito. Hemos tenido actividades muy potentes donde la media de antigüedad era de 20 abriles, como la ‘batalla de escritores’ que son autores enfrentándose en directo, igual que en las batallas de rap.
¿El tipo infeliz goza de buena vigor en España?
En los últimos 10 abriles del festival, ha ido creciendo con una vigor inmejorable. Hay más de 40 festivales en España de tipo infeliz; cuando nosotros empezamos había una decena. No hay ningún tipo en España que tenga ese nivel de eventos. Aunque siquiera es que 40 sean muchos, en Francia hay 70. De hecho, muchas veces ha surgido la pregunta de si estos eventos son una burbuja. Pero aunque se organice uno y ya no se vuelva a hacer, habrá creído la pena, seguro que habrá atrapado a cierto.
Adicionalmente, cada año salen autores nacionales interesantes. Desde que nacimos nosotros muchos autores como César Pérez Gellida no existían. Y caldo por primera vez a un festival aquí. Regalo hacer una charla con él y Dolores Sin rodeo y la familia salió pensando en César, porque a Dolores ya la conocían. Eso nos gusta mucho, que hay escritores que han crecido aquí.
Luego, hay géneros como el increíble, con autores como Patrick Rothfuss… ¿pero españoles? Es difícil aseverar alguno.
¿Laura Gallego?
Sí. Y te vas a lozano, cuando Rothfuss por ejemplo no está pensando en lozano. Muy perfectamente, Laura Gallego, pero nos cuesta. Es un caso muy peculiar que ha funcionado. ¿Pero por qué no funciona? Pues es uno de los grandes misterios.
En la novelística negra podría deber pasado igual. Porque en la histórica todavía ha habido siempre muy buenos autores. Actualmente el tipo infeliz zapatilla muchos ámbitos. Por ejemplo, el true crime, que ha sido una arrebato en los últimos abriles. Está el mundo thriller, la novelística negra social pura o autores que no sabes si hacen novelística negra o no.
Solo hay que ver muchos autores famosos que han intentado entrar. Isabel Allá hizo novelística negra. O incluso autores de novelística negra vuelan a otros géneros y eso todavía está muy perfectamente, porque la familia suele clasificar mucho. Hay grandes escritores, posiblemente son los mejores tiempos de la novelística negra en España.
Esta arrebato de subgéneros, ¿pone en peligro la esencia de la novelística negra?
Sinceramente, no soy ausencia amigo de los de los axiomas. El discutir qué es novelística negra y qué no es, es muy antiguo. Conceptos. A la familia le da igual. Se dice que la novelística negra debe extraer de alguna forma el tema social. Además te diría que una novelística histórica puede hacerlo, incluso una novelística de ilusión. Pero a mí no me importa compartir el club de la novelística negra con otros subgéneros. Porque lo que nos da es fortaleza.
Me molestan congruo las fronteras rígidas. Es verdad que hay familia que lo necesita hacer, es muy respetable, pero equitativamente el festival tiene ese espíritu. Hemos tenido autores con los que la familia purista no estaría de acuerdo. Pero bueno, no han montado el festival. Los puristas nunca tienen cabida: cierran el círculo, empequeñecen las cosas. Hay que dar confianza. Lo que queremos son lectores que lean de todo, porque los escritores deberíamos poder escribir de todo todavía.
¿Y si hablamos de la novelística negra en valenciano?
Creo que tenemos escritores muy interesantes. En el festival es muy importante que haya un apartado en valenciano y encima normalizarlo, es aseverar, no tenerlo en un aislamiento sino mezclar autores en castellano y en valenciano. Hay menos producción de la que querríamos, el porcentaje de editores es bajo.
Aunque siempre aparece una gran historia de repente. Libros como el de Rafa Lahuerta, Noruega, una novelística muy valenciana que hemos tenido en el festival. En lo valenciano hay familia con producciones muy interesantes e intentamos darles voz. Me gustaría que hubiera más, pero comprendo que no es claro escribir en valenciano.
¿Qué subgéneros son tendencia en 2022?
Bueno, el true crime lleva abriles echando la puerta debajo. En el festival siempre hay un apartado peculiar dedicado a ello. El thriller, aunque siempre ha estado, está adquiriendo más peso con autores importantes.
Creo que el hard-boiled se mantiene en bisectriz, lo que es la novelística dura, negra. Es verdad que con la corrupción siempre ha estado ahí. Ferran Torrent, por ejemplo, lo ha trabajado desde hace muchos abriles. Es increíble, pero tendríamos que tener un lista detrás de nombres importantes en Valencia. Otra tendencia sin ninguna duda es que hay muchas más autoras que autores. Y eso aporta sensibilidades y temáticas distintas.
¿Qué corrientes europeas de novelística negra tienen ahora más fuerza?
El huella de la novelística negra no es gachupin. En Francia ha sido siempre muy importante y reconocida. Aunque allí todavía valoran mucho la gran humanidades. Alemania tiene sus autores, nosotros no los conocemos tanto. Italia todavía tiene una gestación muy importante que ha exprimido mucho Montalbano del gran Camilleri. En caudillo, en Europa hay un gran nivel de autores. En Irlanda, en Reino Unido. El continente tiene una gran vigor de tipo y los festivales son un reflexivo de esa vigor. En la histórica hay muy buenos escritores, pero igual tienen menos lugares donde mostrar esa actividad.
Como escritor de novelística negra, ¿qué le inspira?
Tú tienes una historia. Y cuando la sacas delante te das cuenta de dónde la estás colocando. Puede ser un tipo social que te afecta mucho, como la Erradicación de Ucrania o la covid. En mi caso como escritor, mi primera novelística es histórica, pero es negra, tiende a thriller y todavía tiene algunos aspectos de novelística contemporánea en caudillo. Porque los géneros no son una frontera inamovible.
Lo pasaba mal durante la pandemia porque no veía perfectamente las caras. Estoy todo el rato fijándome en las personas, por ejemplo cuando voy en transporte sabido, imaginándome la historia que hay detrás, aunque probablemente no tenga ausencia que ver con la sinceridad.
Publicar un comentario