El sonambulismo es un trastorno del sueño por el cual las personas que lo padecen son capaces de desarrollar actividades muy diversas, con dispar nivel de complejidad, permaneciendo dormidas todo el tiempo. Un individuo sonámbulo puede tener los luceros abiertos, pero no ver del modo en que lo hace cuando está despierto. Puede musitar, pero no tiene la capacidad de comunicarse. Y cuando se despierta al día posterior, no recuerda haberse encaramado durante la indeterminación, ni es consciente de las cosas que han sucedido, ni de sus consecuencias.
Podríamos aseverar que las personas sonámbulas transitan el espacio y el tiempo vano de sentido e intencionalidad. Una metáfora de lo que, quizás, está sucediendo hoy en nuestras sociedades. Vemos y no miramos; oímos y no escuchamos. Recientemente, el ex primer ministro anglosajón Gordon Brown alertaba de que el mundo está caminando como “un sonámbulo” en torno a otra crisis de variantes de la covid si no se aumenta la inmunización en los países menos desarrollados. “Solo el 11% se ha vacunado en países de bajos ingresos y nos fijamos una meta del 70%”, destacaba el embajador de la Ordenamiento Mundial de la Vigor (OMS) para la financiación de la salubridad mundial.
Hoy en nuestras sociedades vemos y no miramos, oímos y no escuchamos
Brown y otros exlíderes escribieron al presidente norteamericano pidiendo que Estados Unidos mantenga el impulso a la campaña mundial de inmunización. “Los estadounidenses han olvidado que, si no toman medidas, el virus se propagará desde los lugares que están menos vacunados y protegidos, y volverá para perseguirlos, incluso si han sido vacunados cuatro veces”, afirmaban.
La confusión y desorientación que siente la persona sonámbula al despertar puede devenir aquí en irresponsabilidad colectiva. No faltan datos, faltan decisiones. Las sociedades sonámbulas son un espejismo. Tan irreales como su consciencia, que es la capacidad del ser humano para percibir la existencia y reconocerse en ella.
Educarse de lo vivido, instruirse de nuestros errores y aciertos son acciones que deben realizarse con conciencia, que es el discernimiento ético de lo que está adecuadamente y lo que está mal, sobre la almohadilla del conocimiento de nosotros mismos y de nuestra capacidad para interpretar sobre nuestro entorno. Sin consciencia, no hay conciencia posible. Seguir sonámbulos es temerario. Y lo que es peor, inútil.
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