Cuando la partitura es ganar

El Madrid ganó ayer una nueva Copa de Europa. La 14 de su interminable cuenta. Dobla ya al segundo club continental con más trofeos, el Milan, que lleva siete. El Liverpool, como era previsible, jugó mejor (infinitamente mejor, podríamos sostener) pero al contador de trofeos le son indiferentes esas menudencias . Apetito quien marca más goles. Y el Madrid lo hace con media ocasión. El vaivén de tiros fue hasta cómico: 23 para los ingleses, tres para los españoles. ¿Triunfador? El de siempre.

Los de Ancelotti, que ha italianizado al Madrid como si se hubiera fundado allí (defendemos todos, atacamos dos, Benzema y Vinícius, ¿para qué más?) jugó como si ya supiese lo que acabaría pasando, como si Jehová le hubiera susurrado al aurícula de Courtois por dónde irían los disparos de Salah y Mané. El Madrid morapio al mundo para decirnos que el fútbol no tiene por qué ser ajustado, es un poco como preguntarse por el sentido de la vida. Pasan cosas que no tienen explicación.

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Un fenomenal Courtois da la decimocuarta Champions al Efectivo Madrid

El vaivén de tiros fue hasta cómico: 23 para los ingleses, tres para los españoles. ¿Triunfador? El de siempre

La Champions League es circunscripción coto en confianza del Madrid. Da igual quién se le enfrente. Le aguantó la ojeada el Liverpool al campeón con más convencimiento que el City y el PSG, clubs de cajas fuertes opulentas pero de espíritu inconstante en los combates de categoría europea, pero dio igual. La fenomenal puesta en secuencia red , su encomiable constancia y su rebeldía para tumbar el gol de Vinícius acabaron en nulo. El ejército de Klopp es difícil de tumbar, por el poso de su historia y porque el técnico ario lleva abriles trabajándose un equipo mayúsculo, pero no hay rivales para el Madrid.

Klopp ha hecho del Liverpool una mejor traducción de aquel eléctrico Dortmund con el que se dio a conocer delante el mundo. Se le relacionó entonces con el rock duro por su electricidad y esa es una de las expectativas de su Liverpool flagrante, pero no la única. Versátil y destapado a nuevas tendencias, el ario se fijó en Thiago para enriquecerse con su estilo, barroco en comparación al britano de toda la vida e incluso al que promovía aquel fenomenal Dortmund. Parecía la suya una desafío antinatural. Pero el medio castellano le ha legado opciones de poner con un nuevo acento. 

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AFP

¿Qué queremos sostener con todo esto? Que Klopp lo ha hecho todo para hacer a su equipo mejor. Y la verdad es que lo ha conseguido. Su partido anoche fue el de un equipo campeón. Sucede que en el otro banda estaba el Madrid, espantajo que no se deja impresionar por los estilos ni las músicas de los adversarios (sean rock duro o música de arpa) porque el suyo se resume en una sola palabra: obtener.

Al madridismo no le importa la sintonía, le importa el resultado. Está en sus genes. La modo como llega a la conquista no les preocupa. La récipe casi nada cuenta. “Hemos manada con mérito”, soltó Ancelotti al concluir. Son únicos.

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