Hay políticos corruptos capaces de proseguir durante abriles una ficción de honradez, hombres cuyas muertes lloran dos mujeres que hasta ese momento desconocían su existencia la una de la otra y hasta ancianos adorables que esconden un cenizas en el armario. Admisiblemente pensado, sobrellevar una doble vida no es solo cosa de espías, pero siquiera es poco al repercusión de cualquiera. Las minucias de una vida corriente, con sus subterfugios, derivas y autosabotajes son ya lo suficientemente abrumadoras como para encima encadenarse a secretos incendiarios y mucho menos a toda una segunda existencia escondida en las sombras. El extracto de una polímero de crédito, un mensaje de WhatsApp o un simple mal paso puede hacer que toda tu memorias pública se envenene o salte por los aires. No parece sencillo nadar y guarecer la ropa mientras braceas entre lo verdadero y lo inventado. En cualquier momento el embrollo de la drama se puede venir debajo.
Jerry y Rita Alter habrían seguido siendo dos respetables maestros de escuela de un pueblo de matorrales de Nuevo México, de no ser porque a la asesinato de ella, en 2017, hallaron escondida detrás de la puerta del dormitorio matrimonial Woman-Ochre , una pintura de Willem de Kooning que había sido robada 30 abriles antiguamente del Museo de Arte de la Universidad de Arizona, en Tucson. El cuadro, valorado en más de 160 millones de euros, figuraba entre las obras de arte más buscadas por el FBI. Ni una sola pista. Durante el tiempo que estuvo desaparecido existió solo para los fanales de los Alter, colgado en un ámbito dorado saldo.
¿Por qué determinado robaría una obra maestra de Willem de Kooning solo para su disfrute personal?
¿Qué clase de personas y por qué demonios estarían dispuestas a robar una obra famosa y empecinarse a ella simplemente para su disfrute personal? Las respuestas que se intuyen en el documental de Allison Otto The thief collector no hacen sino desobstruir nuevos enigmas, cada vez más inquietantes. El descaro del robo ya da idea de una vida al borde del abismo. Vestidos con pesados abrigos de invierno en un día en el que los termómetros superaban los 40 grados, Jerry y Rita entran al museo. Son las nueve de la mañana y el retén de seguridad acaba de desobstruir las puertas. Mientras ella lo entretiene, él se dirige con un pelusa simulado a las salas, corta el pañuelo de su ámbito, lo enrolla y lo esconde bajo la ropa. Una vez en la calle, se montan en un coche deportivo de color rojo y se alejan a toda pastilla. Nunca levantaron sospechas. Pero, aunque nulo desveló de sus motivaciones, Jerry ficcionó el atraco en The cup and the lip , un volumen de relatos en el que incluso explica la historia de un hombre que asesinó a un floricultor mexicano por acaecer seducido a su esposa y luego lo arrojó a la fosa séptica. La pareja no permitió pincharse la suya durante cuarenta abriles...
Woman-Ochre ha corrido mejor suerte. Una vez restaurado, vuelve a la perspicacia del divulgado en el museo Getty de Los Ángeles . No es el mismo. Luce una cicatriz y el aura extraña de una pareja corriente.
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