Lucía ingresó en la uci pediátrica del Vall d’Hebron el 26 de diciembre. Tenía un mes y un día. Allí permanece, bajo permanente vigilancia, a la aplazamiento de un trasplante de corazón que pueda disculpar la cardiopatía congénita que padece desde el arranque. Es una situación positivamente angustiosa para sus padres, que permanecen al flanco de la pequeña tanto tiempo como pueden. No puede estar en mejores manos: la uci de este hospital es pionera y referente para cardiopatías congénitas, trasplantes de órganos sólidos, pacientes neurocríticos, quemados y lesionados medulares. Pero durante al menos diez días ha sido un averno.
El centro pudo reparar la avería el miércoles, posteriormente de sobrevenir encargado la fabricación de una nueva turbina
El garbo acondicionado dejó de funcionar. La exuberante maquinaria propia de la dispositivo, en una zona que acoge a unos nueve pacientes críticos, siguió desprendiendo calor y más calor. Y las temperaturas exteriores contribuyen a la caldera. “Estamos que no podemos, hasta el personal inodoro se queja”, denunciaba el miércoles la mama de Lucía. “La pupila se pone taquicárdica, le da febrícula, les ponen bolsas de hielo para desmontar la temperatura. Algunos niños no quieren ingerir por el agobio y el estrés”, agregaba. Ella se trajo de casa un pequeño ventilador para mitigar el agobio en lo posible. Un petición insuficiente delante el poder calorífico de los aparatos médicos.
Los familiares
"Algunos niños no quieren ingerir por el agobio y el estrés"
Portavoces del hospital informaron a La Vanguardia el miércoles que el 30 de mayo se averió una turbina del sistema de climatización. Que la aposento no existe en stock y se había pedido la fabricación de una turbina nueva a una empresa situada en el extranjero. La retardo, afirmaron, respondía a la crisis de materiales y las alteraciones en el transporte que se están produciendo. Mientras los afectados seguían cociéndose, estas fuentes aseguraron que no había más problema que el confort: “No afecta a la vitalidad de los pacientes, ni del personal, ni de las familias. La aplicación de bolsas de hielo es una maña habitual en el contexto de las ucis para abatir la fiebre, no por la yerro de garbo acondicionado”. “Tenemos 300.000 m2de hospital y es ordinario que ocurra alguna incidencia, pero desde el primer segundo todo el mundo está trabajando para solucionarla”.
El hospital
"El único problema es de confort, no afecta a la vitalidad de los pacientes, familiares y personal"
El principal de mantenimiento tenía un diálogo tenso con afectados, que calificaron la situación como “inhumana”. Les comunicó que no había ausencia que hacer, aunque se había especulado con la posibilidad de instalar aparatos de climatización portátiles. Inesperadamente, a última hora de la tinieblas del miércoles una sensación de alivio recorrió las silentes dependencias que acogen a los niños más graves. Posteriormente de días de agobio, ¡brotaba garbo fresco!
Los inquilinos celebraron la reparación como si hubieran hallado agua en el desierto. Aunque les asaltó el incredulidad, pues la avería parecía tan irresoluble que iban camino de resignarse al no hay ausencia que hacer . Ayer los aparatos siguieron funcionando. Da la impresión de que la ola de calor, por fin, ha terminado. Pero la comanda de la turbina permanece en pie, por si las moscas.
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