De la periodista Patricia Plaja me interesa su trabajo al frente de la comunicación del Govern al que aterrizó tras una calado ejemplar en los Mossos d’Esquadra que mereció el inspección conforme durante la mandato de los atentados de agosto del 2017. Este miércoles, sin quererlo, se ha convertido en protagonista de un incidente que han presenciado en directo todos los espectadores que cada mañana se despiertan con Els Matins de TV3, software en el que colaboro semanalmente desde que Capea Heredia se hizo cargo.
A los pocos minutos de iniciarse la entrevista en la que la portavoz detallaba su trabajo al frente de la comunicación de la Generalitat, dos estilistas han laborioso una pausa, han entrado en el plató y sin mediar palabra, le han retirado la chaqueta y han subido la camiseta que llevaba la periodista, tapando completamente el canalillo. Plaja no ha tenido beneficio de reaccionar delante la maniobra. Se limitó a averiguar con la observación al miembro de su equipo que la acompañaba en el estudio para interrogarle sin palabras qué pasaba; y él le respondió con gestos que tranquila que todo estaba en orden. Plaja llegó a pensar que, sin ella ser consciente, se había conocido poco de más que había provocado el acortamiento decisivo del derrama.
Patricia Plaja, en el software de 'Els Matins'
Supe del incidente nulo más venir al software, de boca de algunos trabajadores del software que siquiera habían entendido el por qué se había cubierto de esa guisa el derrama a Plaja. Telefoneé a la portavoz para preguntar si había sido ella la que había pedido que la taparan; confirmé entonces su incomodidad con el rostro, que era la mía y la de muchas que viendo el software no entendieron qué pasaba.
Ya en plató advertí al presentador Pere Bosch que haría una relato a la “pitrera” de la Plaja. Utilicé en directo y en caliente el término “censura” y ahora sé que me equivoqué porque al terminar el software, la realizadora de Els Matins se me acercó para asegurarme que había sido una audacia suya particular “creyendo, quizás de guisa errónea” que la portavoz "estaba incómoda porque ella misma se subió un par de veces el derrama”. Doy por hecho y más conociendo de hace muchos abriles a la regidora que la audacia no tuvo ninguna mala intención, ni talante alguno de censura, se trató de un error que constata esa otra verdad que nos condiciona a diario, a nosotras y a nuestras tetas.
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