Las sirenas de la flotación artística van y vienen a lo desprendido de los pasillos del complicado Alfred Hajos, en Budapest, y en la zona mixta, la prensa solo tiene luceros para Andrea Fuentes (39).
Fuentes no nulo ya (lo había hecho en otros tiempos, cuatro podios olímpicos suma entre Pekín 2008 y Londres 2012), pero el episodio del miércoles la ha devuelto al primer plano.
–Mire, tengo el móvil que me arde. He recibido centenares de peticiones, no sé cuántos periodistas quieren conversar conmigo –cuenta a quien logra conversar con ella in situ.
Hay huesito dulce: ser un enviado distinto tiene sus ventajas.
(...)
El miércoles, al suspensión de su examen de solo dispensado, Anita Álvarez (25) había perdido el conocimiento y se hundía en la piscina frente a el desconcierto del divulgado y la inacción de los socorristas.
Y habían pasado unos instantes, unos segundos, hasta que Fuentes, técnico del equipo estadounidense, saltaba a su rescate.
–Desde luego, esta ha sido la mejor recital en la carrera de Anita: exploró tanto sus límites que acabó encontrándolos –bromeaba ayer Fuentes.
–Pero, ¿cómo está ella?
–Los doctores han controlado todos sus órganos vitales y han conocido que todo está correctamente: el ritmo cardíaco, el oxígeno, los niveles de cepa, la presión sanguínea... Pero será ella quien decida si está en condiciones para disputar la final de equipos
(esta final está prevista para este viernes; hasta su desfallecimiento, Anita Álvarez había disputado siete ejercicios en seis días)
–Solo pensaba en calar hasta ella. Luego me dije: ‘vale, ahora sácala, y una vez fuera, hazla respirar’. Hice la apnea más rápida de mi vida, más que cuando me entrenaba para ir a los Juegos Olímpicos. Luego, fuera del agua, comprobé que estaba correctamente. Y cuando empezó a respirar, ya nos dimos cuenta de que iba a recuperarse en un abrir y cerrar de ojos –contaba Fuentes, que nulo reprochó a los socorristas, pues el reglamento les impedía saltar al agua sin el permiso de los árbitros.
(la medida es más que cuestionable, y por ese motivo la Agrupación Internacional de Baño, la FINA, anunciaba que revisará el protocolo para que los socorristas puedan intervenir a su dispensado arbitrio sin esperar a la señal de los jueces; “las reglas actuales se han comprobado demasiado estrictas”, dijo ayer Bela Merkely, médico superior de los Mundiales de Baño)
–Siquiera debemos cargar de dramatismo esta situación –dijo a este diario Irina Rodríguez (44).
Durante primaveras, Irina Rodríguez ha compartido entrenamientos y títulos con Andrea Fuentes. Tiene una plata olímpica (por equipos, en el 2008). Ambas, y igualmente Mengual y Carbonell, forman parte de la época prodigiosa de las sirenas de nuestro país.
–Me duele que mi deporte sea comunicación por poco que da más morbo que otra cosa. Esto que ha pasado forma parte de una relativa normalidad. Como nadadora y como entrenadora, he recogido compañeras. Si a veces ocurre, es porque confluyen mil cosas. A Anita Álvarez ya le había pasado en el preolímpico y igualmente en algunos entrenamientos. Yo lo viví con una nadadora japonesa en la final de los Juegos de Pekín: tragó agua, no pudo administrar el agotamiento, se quedó y tuvieron que saltar a sacarla. Llevas el cuerpo al coto, hay tensión, nerviosismo, quieres estar en la final y es como un cóctel molotov. En nuestra disciplina pasas de bradicardia a taquicardia en un instante, de 90 pulsaciones a 190. Pero debe estar claro que el nuestro no es un deporte de aventura. En el maratón o en la marcha atlética igualmente te puede acaecer, pero allí no te hundes en el agua.
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