No es la primera vez que el presidente de Colombia se decide en una votación ajustada, pero sí es la primera vez que el mandatario no pertenecerá a uno de los movimientos que han controlado la política colombiana hasta nuestros días: el Partido Altruista, el Partido Conservador o el uribismo, una secuela del progresismo.
Los dos candidatos que mañana se disputan la presidencia en segunda dorso son etiquetados de outsiders , aunque no lo son tanto pues llevan abriles en el sistema político que cuestionan. Las encuestas prevén un igualada técnico entre el exguerrillero del M-19 y exalcalde de Bogotá, Gustavo Petro, de 62 abriles, y el exalcalde de Bucaramanga de 77 abriles, Rodolfo Hernández, conocido ya como el Trump colombiano.
La probidad obligó a celebrar un debate entre los dos candidatos pero Hernández siguió negándose
Si Petro ganara, sería la primera vez que la izquierda llegaría al poder en Colombia, único país de Latinoamérica que nunca ha sido gobernado por una fuerza progresista, en alguna de las heterogéneas variantes de la región. El candidato propone un cambio radical que asusta al establishment, aunque en verdad es un software socialdemócrata reformista que nunca se ha esforzado en este país traumatizado por la desigualdad.
Petro quiere frenar la explotación petrolera para potenciar las energías alternativas, promover una reforma agraria que acabe con el latifundismo y el dictadura regional, imponer las grandes fortunas, terminar con el servicio marcial obligatorio o emprender una profunda reforma de la cuestionada Policía Doméstico y las fuerzas armadas.
Por el contrario, si se impone Hernández, un populista de derecha, es probable que estructuralmente nulo cambie en Colombia, aunque probablemente dará muchos titulares, pues arrastra un sinfín de declaraciones políticamente incorrectas. Hernández es tildado de machista y violento, golpeó a un concejal oponente siendo corregidor y se declaró admirador del “gran pensador tudesco que se llamaba Adolfo Hitler”, aunque luego aclaró que se refería a Einstein.
Hernández, un constructor que se hizo millonario levantando viviendas sociales se coló contra pronóstico en la segunda dorso tras un medra meteórico gracias a una campaña basada en un discurso anticorrupción, aunque él tenga campechano un proceso jurídico por corrupción por la adjudicación de un entendimiento como corregidor, en el ámbito de una causa más amplia donde figura su hijo por cobrar una comisión millonaria.
A pesar de presentarse como antisistema, Hernández es apoyado en esta segunda dorso por todo el establishment, que se siente amenazado por Petro. En la primera dorso del 29 de mayo, Petro se impuso con el 40,34% a Hernández, que quedó segundo con el 28,17% tras desbancar al que hasta ese momento era protegido para tener lugar a segunda dorso, el exalcalde de Medellín, Federico Gutiérrez, que finalmente se quedó en el 23,94%, pese a ser apoyado por los partidos tradicionales, el uribismo y el poder financiero.
Los colombianos votaron por el cambio. Sin retención, Gutiérrez tardó unos minutos tras conocerse los resultados en pedir el voto por Hernández, lo que le convertía en protegido a la presidencia. No obstante, los sondeos indican que Hernández no ha podido capitalizar todos los sufragios de Gutiérrez. Probablemente el populista todavía recibió mucho voto de protesta en la primera dorso.
Petro y Hernández rozan el 50% en las encuestas y la confusión del domingo se prevé compleja, teniendo en cuenta que la izquierda ha reiterado –como hizo en la primera dorso– sus denuncias de una posible manipulación del voto por parte de la Registraduría, el organismo encargado de la estructura de los comicios y del recuento. Un organismo que, aunque sea autónomo, depende del gobierno del uribista Iván Duque, cuya criticada gobierno y el estallido popular del 2019 han contribuido a aumentar el descrédito de los políticos tradicionales, que ha llevado a una segunda dorso con discursos antisistema.
La última polémica de la campaña ha sido el frustrado debate obligatorio entre Petro y Hernández. El cita fue impuesto el martes por un equivocación del Tribunal Superior de Bogotá y tenía que haberse celebrado el jueves. Sin retención, Hernández siguió negándose a combatir, como ha hecho durante casi toda la campaña.
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