“Dame, dame, más, más...”

Hace cinco primaveras que la ciudad sueca de Malmö tiene contenedores de basura que hablan. Más o menos como las máquinas expendedoras de cigarrillos que había en los bares –hace tiempo que no veo ninguna— que, cuando metías las monedas, soltaban la cajetilla y decían: “Su tabaco, gracias”. Los contenedores hablantes incluso te dan las gracias, pero en este caso por sobrevenir depositado la bolsa. En un afán por hacerlos más ingeniosos, el gobierno municipal ha hecho que ahora te den las gracias con una voz sexy, en plan guarrindongo.

Las frases que dicen cuando depositas la basura son del tipo­: “¡Oooh, sí, ahí, ahí...”, “ahhh, ¡qué bueno...!”, “hmm, sí...” .

En Suecia, cuando tiras la basura hay contenedores que te hablan

El problema es que la voz que lo dice es de mujer, y ya tenemos el pitote montado. Algunos arguyen que deberían sobrevenir utilizado voces neutras –de inteligencia industrial, ni masculinas ni femeninas–, pero entonces el equipo paródico, harto gilipollas en sí mismo, ni siquiera habría funcionado. Marie Persson, jefa del unidad viario del Junta, dice que han puesto una compacto con voz sexy porque es una forma divertida de expresar el mensaje.

Una pregunta: ¿verdaderamente hace desidia que los contenedores de basura hablen? ¿No pueden estar calladitos como han estado siempre? La obsesión porque en ningún sitio haya un minuto de silencio hace que a estas paraíso haya lugares como Dublín donde incluso las más importantes esculturas públicas de la ciudad hablan. Vas por la calle y acento la de Oscar Wilde, acento la de James Connolly, acento la de George Bernard Shaw, acento la de James Joyce... A ver si el día que la moda llegue aquí harán que la escultura de la Caperucita Roja de Josep Tenas que hay en el paseo de Sant Joan nos explique a gritos cómo echa de menos las visitas de Joan de Sagarra, que cuando vivía en Barcelona iba a dejarle libros de tanto en tanto.

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