Los videojuegos en formato físico están desapareciendo. Muchos aseguran que, como los CDs o los DVD, se extinguirán. Pero, tanto en el caso de la música como el del audiovisual, el proceso parece ser el opuesto. Quizás estos soportes concretos han muerto, pero los vinilos y los Blu-ray se han consolidado como productos de suntuosidad, como poco singular que hace ilusión tener frente a la sobreabundancia y lo efímero del digital.
Desde hace varios abriles, las ventas de videojuegos en disco o cartucho han descendido notablemente. Como apunta el Texto Blanco del crecimiento castellano de videojuegos, en nuestro país, por ejemplo, durante 2021 la saldo física representó solo un 3% de la facturación de los estudios nacionales. En el caso de PlayStation a nivel completo, el 66% de las ventas corresponden al formato digital. Esta signo es beocio en Nintendo Switch, el 42,6%, aunque sigue siendo extraordinario.
Los datos no so muy esperanzadores para el formato físico. Según un estudio del medio especializado Ars Technica, solo el 10,3% de los videojuegos para consola nuevos en los Estados Unidos durante 2021 se publicaron simultáneamente en físico y en digital. El 89,1%, en cambio, se lanzaron solamente por vías digitales. Pero ¿por qué sucede esto? ¿A qué contesta esta tendencia?
Las facilidades del formato digital
Lo que ahora sucede en el mundo de los videojuegos lleva muchos más abriles pasando en otros segmentos del arte, el ocio y la civilización. Gracias a plataformas como Spotify, Apple Music, Prime Video y Netflix, la inmensa mayoría de la música, el cine y las series, se consume solo en formato digital.
Estas plataformas han hecho que la civilización y el entretenimiento sea muy accesible y acomodaticio de consumir y han eliminado la mayoría de las barreras que dificultaba el proceso. Si se compara Spotify con comprar discos, por el precio de un disco nuevo, la aplicación permite penetrar a millones de canciones de forma procesal, con un sonido de gran calidad y que se pueden reproducir en cualquier ocupación y bajo casi cualquier circunstancia.
Poco similar sucede con las películas y las series. Los DVD y Blu-ray son productos muy caros si se comparan con una suscripción a Netflix, Prime Video o HBO Max. Encima, mucha parentela ya no tiene aparatos en casa para reproducir estos formatos, mientras que el uso de televisores inteligentes o aparatos como el Chromecast de Google están cada vez más extendidos.
Es ordinario que, en un mundo globalizado, las tendencias que primero se dieron en la música y el audiovisual lleguen ahora a los videojuegos. Y ya no solo el formato digital, asimismo las plataformas de suscripción como el Game Pass de Xbox o el nuevo PlayStation Plus. Pero más allá de un engendro social, hay otras razones, quizás, más prácticas e industriales.
Difundir en digital es más crematístico
Difundir solo en formato digital resulta mucho más de poco valor que hacerlo asimismo en formato físico. La copia de discos y cartuchos requiere de una infraestructura compleja y un gran sistema de transporte para producir y distribuir los juegos. Por este motivo, el formato físico queda pequeño principalmente a las grandes editoras de videojuegos como Xbox, PlayStation, Electronic Arts, Ubisoft, Activision Blizzard y Rockstar Games, entre otras.
Los desarrolladores y las editoras independientes, por otro flanco, suelen localizar la distribución de sus obras solo al formato digital. Este requiere de una inversión mucho beocio, adicionalmente comporta menos riesgos. Es por este motivo que solo suelen tener versiones físicas los juegos independientes más exitosos, normalmente en tiradas muy limitadas y se convierten casi en productos de coleccionista o para fans ya consagrados.
Según el estudio de Ars Technica, en los Estados Unidos durante 2021, el 56,4% de los juegos de grandes editoras se publicaron simultáneamente en físico y en digital. Mientras que, en el caso de las empresas pequeñas, este porcentaje se reduce hasta el 8,1%. De hecho, desde 2018, este porcentaje se ha pequeño a la fracción.
Otros incentivos del digital
Las grandes empresas de videojuegos asimismo se benefician mucho del formato digital. Este les da un longevo control sobre la distribución y asimismo les permite obtener más ingresos por cada saldo. Con los juegos digitales, las empresas se ahorran los costes de fabricación y distribución, pero asimismo reducen al reducido los cargos derivados de los intermediarios y las tiendas físicas.
Para Sony o Xbox, por ejemplo, es mucho mejor que un heredero compre sus juegos directamente en las tiendas digitales de las consolas, ya que perciben casi el precio íntegro del producto como ingresos. Por lo que respecta a los títulos de terceros, asimismo es mucho más filántropo porque Sony y Microsoft se quedan casi el 30% de todas las transacciones hechas en sus tiendas.
Esto explica porque se han puesto tan de moda las consolas solo para juegos digitales y sin leyente de disco. Una Xbox Series S o una PlayStation 5 Digital Edition son más baratas que sus homologas con disco, ya que las compañías esperan compensar esta reducción con la saldo de juegos digitales.
Lo físico como producto de coleccionista
Cada año que pasa, el consumo de juegos en formato físico se reduce más. Pero no desaparecerá. A muchos usuarios les gusta poder tener entre manos sus juegos favoritos o coleccionarlos y exhibirlos en estanterías. Es probable que con los videojuegos pase como con la música, el cine y las series: los vinilos y los Blu-ray no han desaparecido, pero se han convertido en un producto de suntuosidad o de coleccionista.
Publicar un comentario