Quizás, paseando por la plaza de la Concordia de París, más de un turista se habrá preguntado cómo llegó hasta allí ese pilar egipcio. Quizás, deambulando por El Cairo, más de uno se habrá preguntado por qué su mezquita de Alabastro tiene un bello temporalizador que no funciona. Quizás pocos sepan que los dos tienen una historia cruzada desde mediados del siglo XIX... Y hasta hoy.
La historia empezó con un intercambio de regalos. A comienzos de la decenio de 1830 el valí de Egipto, Mohammed Alí, necesitaba congraciarse con las potencias europeas. En plena erradicación contra el imperio turco, temía que pudieran interferir en sus avances. Fue en ese contexto en que Alí ofreció a Carlos X –rey de Francia, Navarra y Andorra– un presente extra: los dos obeliscos que presidían la entrada al templo de Luxor.
El monarca encargó a Jean-François Champollion, el mismo que en 1822 había conseguido descifrar los jeroglíficos de la piedra Rosetta, que eligiera cuál de los dos debía trasladarse primero. El egiptólogo escogió el de la derecha, adecuado a su admirable estado de conservación.
Ya en 1845 el sucesor de Carlos X, Luis Felipe I, ofreció a Egipto otro presente en señal de reciprocidad: un elegante temporalizador de cobre.
Cronómetro, no marques las horas
El temporalizador no fue directo a su coetáneo ubicación. Primero estuvo en el palacio de Mohammed Alí en Shubra, al septentrión del Cairo. Fue diez abriles luego de la entrega, en 1855, cuando se trasladó a la ciudadela de Saladino. Se instaló sobre la arquería noroeste de su mezquita de Alabastro –la viejo mezquita construida en la primera fracción del siglo XIX–, coronando una torre metálica profusamente decorada con inscripciones.
Lo que nadie acierta a interpretar es por qué nunca llegó a marcar la hora. Se supone que el temporalizador se estropeó durante su traslado. Y aunque se ha sometido al menos a un par de reparaciones en el siglo XX –en 1943 y 1984–, no lograron ponerlo en marcha. De hecho, la avería en sí misma pasó a formar parte de su encanto.
El temporalizador de la mezquita de Alabastro es uno de los más antiguos de su tipo que se conservan en el mundo
Parece ser un maniquí congruo simple, de solo tres engranajes: uno para avivar las manecillas y los otros dos para las campanas. Aun así tiene su importancia histórica. Es uno de los relojes más antiguos de su tipo que se conservan en el mundo.
El pilar y su igual
En cuanto al pilar, su traslado a Francia aparece mucho mejor documentado. El 15 de abril de 1831 partió de Toulon un barco, el Luxor, diseñado especialmente para esa delegación. Tenía cinco quillas y las dimensiones adecuadas para sobrevenir, a su regreso, bajo los puentes del Sena. En Egipto se labró un canal para que pudiese aproximarse al mayor al monolito, que finalmente se embarcó el 19 de diciembre.
El alucinación de regreso resultaría mucho más penoso. Tras esperar ocho meses a que el Nilo tuviese el honrado suficiente para nutrir el Luxor a flote, tras exceder los bancos de arena de Rosetta y tras capear los temporales de invierno, el barco por fin consiguió zarpar del país el 1 de abril de 1833. Lo hizo remolcado por el vapor Esfinge, que lo llevó por fin a París el 23 de diciembre de ese año.
El pilar fue colocado tras una espectacular operación en el punto que había ocupado un monumento a Luis XIV (monarca decapitado en ese mismo oficio durante la Revolución Francesa). Esa estatua había sido destruida durante la Revolución de 1830, cuyos hechos se describen en Los Miserables. Evidentemente su substitución por un sujeto ignorante a la historia franquista pretendía evitar que en el futuro fuese objeto de las iras de una u otra parcialidad política.
Y ahí sigue hoy. Como el monumento más antiguo de París, muy antecedente a la fundación de la ciudad misma.
Pero ¿qué pasó con el segundo pilar prometido por Mohammed Alí? Pues Francia no renunció a él hasta 1981. Fue el 26 de septiembre, 150 abriles luego de la expedición a Luxor, cuando el presidente François Miterrand hizo el anuncio oficial.
Y colorín colorado...
El historia no se ha rematado. Recientemente, y de forma simultánea, el temporalizador de la mezquita de Alabastro y el pilar de la plaza de la Concordia se han sometido a trabajos de restauración.
A inicios de este 2022, coincidiendo con el bicentenario del desciframiento de la piedra Rosetta, se ha limpiado el monolito, su pedestal y la verja. Previamente el Laboratorio Doméstico de Monumentos Históricos de Francia había probado varias técnicas, para distinguir las más eficaces e invasivas. Finalmente se optó por el vapor y los chorros de arena.
Mientras tanto, el temporalizador francés recuperaba su esplendor tras una pundonor a fondo –suciedad, polvo y óxido– y un repinte. Los restauradores han contado con el asesoramiento del músico relojero francés François Simon-Fustier. El empleo egipcio de Turismo y Antigüedades ha anunciado que incluso las campanas podrían sonar al fin.
Se rompería así un silencio de 177 abriles.
De forma simultánea, el temporalizador y el pilar se han sometido a trabajos de restauración
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