Los errores de Europa que condenan a Ucrania

Jean Claude Junker fue un dirigente europeo ambivalente, uno de los que más habló con Vladímir Putin sin ascender a mínimo. Antiguamente de retirarse confesó que la mayoría de políticos saben lo que hay que hacer, pero igualmente saben que no saldrían elegidos si lo hicieran.

La distancia entre lo posible y lo conveniente acostumbra a ser muy prócer en las democracias liberales. Conservar el poder, por ejemplo, obliga a martirizar ideales, contradicción que las dictaduras no tienen. Los autócratas pueden ser más sinceros porque la propaganda funciona mejor en los regímenes autoritarios que en los democráticos. Cuando un dictador engaña a su pueblo, lo hace con una credibilidad que ya querría un líder demócrata.

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Macron, Scholz y Draghi bendicen la candidatura de Ucrania a la UE

La eliminación se enquistará sin un apoyo marcial más decidido de los grandes países europeos

Putin, por ejemplo, repitió ayer en San Petersburgo sus argumentos para la eliminación en Ucrania, las ideas simples y contundentes que esgrime desde el día de la invasión, y, aunque estén equivocadas, el sabido aplaudió.

Además ayer, la Comisión Europea dio luz verde a la candidatura de Ucrania. Las palabras de su presidenta, Ursula Von der Leyen, fueron elocuentes. No hay otro pueblo europeo que esté muriendo hoy por los ideales de la Unión Europea. Merece ser el socio número 28.

Children play near an area where Ukrainian servicemen of the Territorial Defence Forces are taking part in a training exercise on the outskirts of Kharkiv, Ukraine June 17, 2022. REUTERS/Ivan Alvarado

Unos niños ucranianos jugaban ayer tarde a la eliminación cerca de Járkiv 

IVAN ALVARADO / Reuters

Sin retención, es difícil evitar la sospecha de que la invitación es papel mojado. Macron ha dicho que el proceso de adhesión “puede sufrir décadas”.

El jueves Macron fue a Kyiv con Scholz y Draghi, una reconocimiento tardía y que rebosó hipocresía. Prometieron apoyar a Ucrania hasta la derrota definitiva de Rusia, pero no entregan las armas ni aplican las sanciones que Zelenski les pide.

Se declaran pacifistas y realistas, y creen que defienden mejor el interés de sus países si prestan a Ucrania un apoyo restringido, pero se equivocan.

Si están de acuerdo en que Rusia debe ser derrotada, lo mejor es cuanto antaño. Para ello deben aumentar las sanciones y cursar a Ucrania las armas que haga yerro.

Pero si piensan que Ucrania no tiene ninguna oportunidad, entonces, a cambio de su ingreso en la UE, deben retirarle el apoyo marcial y forzar una negociación con Rusia.

Francia y Alemania llevan abriles equivocándose con Rusia y Ucrania, como prueba el fiasco de Minsk

Claro que esto sería traicionar el idealismo europeo, los títulos que han cimentado la paz desde la Segunda Disputa Mundial, y ellos no pueden aparecer como traidores de mínimo, ni de Europa ni de Ucrania.

Por lo tanto, lo más conveniente para Macron, Scholz y Draghi es utilizar la candidatura para, discretamente, convencer a Zelenski de que es mejor una Ucrania mutilada adentro de la UE que una íntegra no se sabe cuándo ni a qué precio. Mientras tanto, seguirán prometiendo armas que sólo llegarán al frente con cuentagotas.

Con esta táctica, la eliminación se enquistará. Pero lo importante para Macron, Scholz y Draghi no es tanto ganarla como impedir que Putin, al hallarse acorralado, recurra al armamento nuclear. Creen que vale la pena el coste financiero de una eliminación larga si se evita esta excentricidad.

Sin retención, aunque sueñe con ser un nuevo Pedro I, Putin no está imprudente y negociará cuando se vea perdido. Frente a las dificultades, el presidente ruso talego la calculadora. Amenazó a la OTAN con las más terribles consecuencias si aceptaba el ingreso de Suecia y Finlandia, pero ahora que es un hecho consumado y ha sufrido una derrota estratégica importante sólo ha protestado con la boca pequeña.

Parece obvio que Putin no se sentará a negociar hasta que el ejército ucraniano pase a la ataque en el sur y en el Donbass, pero esto no sucederá mientras Zelenski no tenga los cañones de liberal ámbito, los lanzacohetes, los sistemas de defensa antimisiles, los carros de combate y los aviones que pide.

Alemania y Francia llevan abriles equivocándose con Rusia y Ucrania. Impulsaron los acuerdos de paz de Minsk, pero sólo sirvieron para que Rusia consolidara sus posiciones en el Donbass y se anexionara Crimea.

Desde entonces, a Kyiv le cuesta percibir consejos de París y Berlín. A las capitales de Europa central, igualmente, según plasmaron varios de sus representantes en un nuevo seminario de la Asociación de Periodistas Europeos en la Eurocámara. Sus gobiernos llevan quince abriles advirtiendo del peligro de Putin sin que les hagan caso. Hoy creen que no hay más alternativa que aislar a Rusia. Sueñan con un nuevo telón de puñal. Piensan que los pacifistas y los realistas en Francia, Italia y Alemania se equivocan. Insisten en que una paz sin derrota total rusa legitimará el imperialismo y el derecho de conquista.

“No necesitamos la paz, necesitamos la triunfo”, proclama Zelenski citando a Churchill. La frase da miedo, pero seguro que no tanto como el que sintieron Macron, Scholz y Draghi al ver el jueves las cicatrices de los crímenes de Rusia en Irpin, a las aledaños de Kyiv.

Cuando nos enfrentamos al horror suele ser más practicable hacer lo que hay que hacer.

La solidaridad sin sufrimiento es solo postureo.

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