Cómo ganar la larga guerra de Ucrania

Ucrania ganó la conflicto corta. Móviles y hábiles, sus soldados infligieron onerosas pérdidas y dieron al traste con los planes rusos de tomar Kyiv. Ahora viene la conflicto larga. Una conflicto que consumirá armas, vidas y peculio hasta que uno de los bandos pierda la voluntad de seguir combatiendo. Por el momento, se proxenetismo de una conflicto que va ganando Rusia.

En los últimos días sus fuerzas han tomado la ciudad uruguayo de Severodonetsk. Están avanzando en Lisichansk y pronto podrían controlar toda la provincia de Luhansk. Incluso amenazan Slóviansk, al boreal de la vecina ciudad de Donetsk. Los dirigentes ucranianos afirman estar superados por el armamento ruso y faltos de municiones. El gobierno calcula que hasta 200 soldados mueren al día.

Felizmente para Ucrania, no es el fin. El avance ruso es moroso y costoso. Con la artillería de gran calibre de la OTAN, nuevas tácticas y suficiente ayuda económica, Ucrania tiene todas las posibilidades de hacer retroceder a los ejércitos rusos. Por más que el región perdido sea difícil de recuperar, Ucrania puede demostrar la inutilidad de la campaña de Vladímir Putin y aparecer como un Estado demócrata y orientado cerca de Oeste. Sin incautación, para ello necesita un apoyo duradero. Y eso todavía está en duda.

La conflicto larga, de entrada, favorece más a Rusia, pero Ucrania recibe armas que pueden revertir su desventaja 

A primera presencia, una conflicto larga conviene a Rusia. Uno y otro bandos utilizan ingentes cantidades de munición, pero las reservas de Rusia son más numerosas. La bienes rusa es mucho decano que la ucraniana y su situación es mucho mejor. En pos de la conquista, Rusia está dispuesta a cometer crímenes de conflicto y a aterrorizar y desmoralizar a los ucranianos, como hizo el pasado 27 de junio al atacar un centro comercial en Kremenchuk. Si es necesario, Putin impondrá graves sufrimientos a su propio pueblo.

Sin incautación, la conflicto larga no tiene por qué librarse en los términos planteados por Putin. Potencialmente, Ucrania posee un gran número de combatientes motivados. La industria occidental de defensa puede suministrarles armamento. En 2020, antiguamente de las sanciones, las economías de la OTAN eran más de diez veces mayores que la de Rusia.

El viraje de Ucrania comienza en el campo de batalla, deteniendo e invirtiendo el avance ruso. Los generales de Putin seguirán disponiendo de más armas, pero los sofisticados sistemas de la OTAN que ahora está recibiendo Ucrania tienen decano resonancia y precisión. Mediante la acogida de tácticas concebidas en la Pugna Fría, cuando igualmente la OTAN estaba en inferioridad numérica respecto al Ejército Rojo, Ucrania debería ser capaz de destruir los puestos de mando y los depósitos de suministros rusos. Ucrania obtuvo un éxito el 30 de junio, cuando logró expulsar con armas de la OTAN a las fuerzas rusas de la isla de la Serpiente, una alhaja estratégica en el mar Aciago. Debería intentar imponer un "estancamiento perjudicial", con la recuperación de territorios de similar importancia simbólica, como la ciudad de Jersón, lo cual impondría un elevado precio a Rusia.

Si Rusia pierde contorno en Ucrania, es posible que la disidencia interna aumente y Putin tenga problemas

Si Rusia empieza a perder contorno en el campo de batalla, podrían enrollarse en el Kremlin la disidencia y las luchas internas. Los servicios de inteligencia occidentales creen que Putin no recibe datos veraces de sus subordinados. Putin tiene la costumbre de sustituir a sus jefes militares; al parecer, igualmente lo ha hecho con el normal Aleksandr Dvórnikov, al que recurrió tras las caóticas primeras semanas de invasión. Oeste puede aumentar el coste para Rusia de una conflicto larga si sigue presionando con unas sanciones que amenazan con dañar de forma duradera la bienes del país. Incluso puede distanciar a las élites rusas de Putin acogiendo a disidentes de los negocios y la política, y animándolos a ver que el país no debe echar por la baranda su futuro embarcándose en una campaña inútil y costosa.

¿Mantendrá Oeste el rumbo? En una cumbre celebrada el 23 de junio, la Unión Europea concedió a Ucrania el status de candidato y prometió un profundo nivel de compromiso a lo desprendido de la próxima plazo. En otra cumbre celebrada unos días posteriormente en Alemania, el G-7 confirmó y reforzó las sanciones contra Rusia. Y, en un tercer acercamiento, recién celebrado en Madrid, la OTAN ha obligado la amenaza rusa al aumentar sustancialmente su presencia en el frente uruguayo de la alianza.

Con todo, Ucrania supone una pesada carga. Las industrias occidentales de defensa son formidables, pero tienen dificultades para producir en gran cantidad (en particular, municiones). El gobierno ucraniano padece un adeudo mensual de 5.000 millones de dólares, y el país necesitará reconstruirse tras la conflicto. El apoyo manifiesto a Ucrania en Oeste se verá ajado por una multitud de presiones, desde inflacionarias hasta electorales; entre ellas, ya a partir de 2023, la carrera electoral estadounidense en la que podría estar la candidatura presidencial de ese admirador ucranófobo de Putin que es Donald Trump.

Encima, debe tenerse en cuenta de que los costes globales de una conflicto larga aumentarán. Putin ha bloqueado las exportaciones de cereales y grasa de mirabel desde los puertos ucranianos, lo cual provocará disturbios y anhelo en los países importadores más pobres. Parece que está intentando crear una escasez de gas este invierno en la Unión Europea impidiendo que los miembros acumulen reservas durante el verano. Si los países comunitarios se enzarzan entre sí por el gas y la dispositivo se desmorona en lo relacionado con la energía, igualmente se desintegrará en lo relacionado con Ucrania. Para complicar aun más las cosas, los miembros de la OTAN temen que, de imponerse Ucrania, Putin opte por una subida. Eso podría arrastrarlos a una conflicto catastrófica con Rusia.

Es acomodaticio ver cerca de dónde se dirige Putin. Conquistará todo el región que pueda de Ucrania, declarará la conquista y luego pedirá a los países occidentales que obliguen a Ucrania a aceptar sus condiciones. A cambio, evitará al resto del mundo la ruina, el anhelo, el frío y la amenaza de un Armagedón nuclear.

Forzar a Ucrania a una mala paz supone aceptar una amenaza rusa permanente

Aceptar ese trato supondría un serio error de cálculo. Ucrania se enfrentaría a una embestida rusa permanente. Cuanto más crea Putin que ha tenido éxito en Ucrania, más beligerante se volverá en el futuro. Explicó sus ambiciones a mediados de junio en un discurso en el que, sonriendo de satisfacción, recordó cómo Pedro el Prócer se había comisionado de partes de Suecia. Y combatirá mañana con cualquier pertrechos que le funcione hoy. Eso significa apelar a los crímenes de conflicto y a las amenazas nucleares, provocar hambruna en el mundo y congelar a Europa.

La mejor guisa de evitar la próxima conflicto es derrotarlo en ésta. Los dirigentes deben explicar a sus pueblos que en Ucrania no sólo están defendiendo un principio conceptual, sino igualmente su interés más fundamental: su propia seguridad. La Unión Europea debe apuntalar sus mercados energéticos para que no se fracturen este invierno. Ucrania debe tomar más armas. El aventura de subida hoy es vivo; pero, si le se impone a Ucrania una mala paz, las amenazas nucleares de Putin no desaparecerán. Al contrario, se volverán más peligrosas, sobre todo si las fuerzas convencionales de Rusia están en desventaja.

En la conflicto larga, los rusos corrientes sufrirán y los ucranianos soportarán un dolor indecible por tropiezo del engreimiento de Putin. Vencer significa reunir capital y engrosar a Ucrania como país viable, soberano y con inclinaciones occidentales: un resultado que su desafiante pueblo anhela. Ucrania y sus partidarios tienen hombres, peculio y material para vencer a Putin. ¿Tienen igualmente todos ellos voluntad para hacerlo?

© 2022 The Economist Newspaper Limited. All rights reserved.

Traducción: Juan Gabriel López Guix

Post a Comment

Artículo Anterior Artículo Siguiente