Inventando

Cuando vuelas a Barcelona desde algún aeropuerto del mundo (son muchos menos de los que deberían tener vuelos directos a Barcelona), muchas veces el piloto dice que tendrá que esperar unos minutos para el aterrizaje (suele afirmar 15 y casi siempre son 30) y da algunas vueltas sobre el mar. En más de una ocasión pasa sobre el puerto de Barcelona y se puede ver desde en lo alto la enorme cantidad de coches recién acabados que esperan para irse exportados en barco a otro país, pero incluso muchísimos contenedores que incluso están esperando su alucinación. Esperamos dando vueltas en el avión, pero por lo menos lo que se ve es positivo, se nota que trabajamos adecuadamente y el mundo nos lo aprueba.

La revista saco The New Yorker del 6 de junio trae un artículo escrito por Kathryn Schulz que explica la historia de los contenedores. Parece que el señor Malcom McLean era un patrón que hace más de 75 primaveras se dedicaba al transporte con camiones. Muchos de sus transportes debían utilizar barcos en su traslado de proveedor a cliente, “proveedor-camión-puerto-barco-puerto-camión-cliente”. Esto llevaba a cursar los camiones a la factoría o al almacén de los proveedores, cargarlos allí, aceptar estos camiones al puerto, descargarlos allí, aceptar las mercancías al barco, colocarlas adecuadamente y otro proceso parecido al montar al puerto de destino. A Malcom McLean se le ocurrió en 1956 inventar unos grandes contenedores que pudiesen apropiarse en camión y en barco. Se dieron cuenta en un abrir y cerrar de ojos de que si se buscaba una medida adecuada y siempre la misma aquellos contenedores se podían manejar mucho mejor, colocar mejor en el barco y contar mejor cuántos hacían descuido para cada transporte.

Desde 1956, hace 66 primaveras, los contenedores para transporte de mercancías han cambiado poco

Desde 1956, en 66 primaveras, los contenedores han cambiado poco. Eso sí, en 1956, llevaban unos números para manejarlos en el almacén del proveedor y los camioneros los llevaban a un destino determinado que podría ser un barco. Los mandos de los trabajadores llevaban todo aquello escrito en papeles, y allí los trabajadores del barco tomaban los papeles para entregarlos a los camioneros que los llevarían al destino final. Ahora tenemos etiquetas con códigos de barras o códigos QR que permiten que las máquinas se entiendan entre ellas y los contenedores lleguen del proveedor al cliente, atravesando el mundo y sin problemas (durante los tiempos más duros de la covid sí hubo problemas porque algunos contenedores se medio perdieron entre los miles de contenedores aparcados y los problemas con algunos barcos).

Pero es singular que los volúmenes de transportes de mercancías no paran de crecer a escalera mundial y solo a Malcom McLean se le ocurriese hace casi 70 primaveras inventar los contenedores. ¿No podríamos inventar alguna otra cosa que pudiese solucionar todo esto? Las previsiones globales de introducir más tecnología en la administración de contenedores está generando importantes proyectos y presupuestos para mudar los puertos americanos. Interiormente de los contenedores puede activo un montón de innovación y tecnología; a ver si se filtra poco al contenedores.

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