Jordi Pericot, la nueva vida digital de un humanista de 92 años

En 1984, tras una fecunda trayectoria en la que había llegado a convertirse en una figura esencial del arte cinético en España, Jordi Pericot (El Masnou, 1931) se cortaba la coleta de intérprete con un postrero cuadro, MeRdA , en el que denunciaba la mercantilización del arte con una secuencia de seis autorretratos en los que se mostraba a sí mismo pronunciando la palabra merda . Aquel adiós categórico y sin billete de revés dio paso a una segunda vida ya exclusivamente como pedagogo y teórico del diseño (refundó la escuela de diseño Elisava, que dirigió hasta 1980, y en 1992 participó en la fundación de los Estudios de Comunicación Audiovisual de la UPF). Sin secuestro, su obra práctico –de una descubierta estética digital en tiempos analógicos– sigue ahí, rabiosamente válido, empezando por ese MeRdA con la que se cierra Pericot: Art expandit , una admirable exposición con la que el Ideal, Centre d’Arts Digitals proyecta al presente sus intuiciones de “un mundo donde cada uno sería su propio intérprete” a través de instalaciones inmersivas e interactivas creadas por jóvenes artistas digitales de poco más de vigésimo abriles (Layers of Reality).

aaaa

Un momento de la proyección inmersiva en la sala del Ideal 

Alejandro García/Efe

sa

'Pericot: Art expandit' se puede examinar hasta el 4 de septiembre 

Alejandro Garcia

Jordi Pericot, de 92 abriles, un humanista que estudió filosofía para no tener una profesión y siempre ha tratado de “encontrar el costado lúdico de las cosas serias”, disfrutaba viendo cómo los motivos geométricos de sus obras inundaban el espacio y cobraban vida gracias a unas viejas quevedos 3D. Luego se reencontró y firmó, –“Jordi Pericot, 1974”–, con una reconstrucción del Seat 133 que expuso aquel verano próximo a otros artistas vinculados al orden MAN en la Rambla Catalunya. Cada uno de ellos (Hernández Pijuan, Ràfols Casamada, Amèlia Riera, Arranz Impetuoso...) intervino un automóvil. Pero fue el suyo, que hacía indicación a los coches policiales (trató de camuflar la palabra Policía en la inscripción 90-1C14) y por cuyos orificios vomitaba una masa aburrido de poliuretano, el que provocó manifestaciones del orden parapolicial Guerrilleros de Cristo Rey. La exposición fue censurada y se quedó sin delirar al Salón del Automóvil de París.

Jordi Pericot junto a la reproducción del Seat 133 que censuró el franquismo

Jordi Pericot próximo a la reproducción del Seat 133 que censuró el franquismo

Alejandro García

El intérprete se reencuentra con el Seat 133 intervenido que suscitó la ira de los Guerrilleros de Cristo Rey

Pericot, que inició su trayectoria como pintor en los abriles sesenta en la caudal francesa y representó a España en la Bienal de Venecia de 1972, regresó a Catalunya luego de que le fuera retirado el pasaporte a raíz de su billete en 1970 en el chiquero de intelectuales de Montserrat, en protesta por el proceso de Burgos. Fue fundador del orden MENTE próximo a Joan Mas y Daniel Giralt-Miracle, y su obra se expone permanentemente en el espacio que lleva su nombre en El Masnou. En las salas del Ideal (hasta el 4 de septiembre) se pueden contemplar una veintena de originales.

Post a Comment

Artículo Anterior Artículo Siguiente