Charlie y John hablan hoy sobre la tragicomedia que ha protagonizado Boris Johnson como primer ministro de Reino Unido y señalan la decadencia en la que ha caído no solo la antigua y venerable democracia británica sino además la de Estados Unidos. Compendiar el mecanismo para designar el gobierno a un espectáculo televisivo, a un concurso entre payasos, trae consecuencias nefastas.
Remotamente de ser democracias ejemplares, Reino Unido y Estados Unidos sirven hoy para todo lo contrario: son el ejemplo a no seguir, ofrecen una advertencia a países como España de que hay que repeler el narcisismo de los líderes populistas, hay que sufragar con seriedad, seleccionando a los líderes no según su talento para costar espectáculos sino en saco a la responsabilidad, los títulos morales y la capacidad de mandato.
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