Boris Johnson soñaba con hacer historia como uno de los primeros ministros británicos con más abriles en el cargo, pero su suerte parece que se acabó luego de tres abriles de un mandato particularmente turbulento.
Escándalos y mentiras vencieron a un político atípico, inmortal eufórico, que en 2019 ofreció a los conservadores una mayoría histórica en la Cámara y lideró la concreción del Brexit, la salida del Reino Unido de la Unión Europea.
Carrera turbulenta
Escándalos y mentiras vencieron a un político atípico, inmortal eufórico
Su final se había firmado el martes por la incertidumbre, con la dimisión, con pocos minutos de diferencia, del ministro de Finanzas, Rishi Sunak, y del ministro de Salubridad, Sajid Javid, cansados de los repetidos escándalos vinculados al primer ministro.
Una cincuentena de miembros del gobierno britano hicieron lo mismo, privando de cualquier ganancia de maniobra a Boris Johnson, él que quería continuar con su "colosal" tarea al frente del país.
En junio, una moción de censura mostró la creciente desilusión de los parlamentarios conservadores, con un 41% negándole su confianza. Con su habitual optimismo, Johnson, de 58 abriles, quiso ver en esta votación una “oportunidad (..) de seguir delante”.
Sin secuestro, las encuestas y los comentarios habían estado contando una historia completamente diferente durante meses.
El escándalo del partygate, estas fiestas en Downing Street durante el confinamiento anti-Covid, sus variadas explicaciones, la investigación policial constatando que había infringido la ley, la investigación administrativa denunciando la civilización laxa en Downing Street que ha tenido la confianza del país, en un contexto de inflación en su punto más parada en 40 abriles, tensiones sociales y aumento de impuestos.
Un zaguero escándalo, el del subjefe "azote", responsable de la disciplina parlamentaria de los tories, dibujado de tocamientos y cuyo pasado conocía Boris Johnson cuando lo nombró en febrero, fue el zaguero clavo de su féretro.
Boris Johnson, una máquina ganadora formidable durante la tormenta Brexit en 2019, se ha convertido en un traba para los conservadores, luego de varios reveses en las elecciones parciales locales y legislativas.
Su índice de popularidad ha caído del 66% de opiniones favorables en abril de 2020 al 23% a finales de junio, según el barómetro de YouGov.
Y entre el 69% y el 72% de los británicos querían que dimitiera, según dos sondeos de esta semana. Pero este político con un desenvoltura fenomenal, para quien mentir nunca ha sido un problema, se negó obstinadamente a hacerlo.
Madeja pajizo despeinado, comunicativo y con energía desordenada, defendió su mandato: el desempleo en su punto más bajo, la efectiva campaña de inmunización contra el Covid y su decidido apoyo al presidente ucraniano Volodymyr Zelensky.
Pero en todos los asuntos domésticos, inflación, inmigración, impuestos, vivienda, riqueza, sanidad, transporte, Brexit, educación, delincuencia, medio ámbito... la mayoría de los británicos pensaba que su gobierno estaba haciendo un mal trabajo, según una pesquisa flamante de YouGov.
La caída fue enorme para quien, antiguamente de convertirse en diputado en 2001, había seguido el camino traumatizado de la élite británica, el Eton College y luego la Universidad de Oxford. En su momento, algunos profesores ya denunciaban en él una descuido de seriedad y una propensión a creerse por encima de las reglas.
Alexander Boris de Pfeffel Johnson, nacido en Nueva York el 19 de junio de 1964 y que, según su hermana, desde irreflexivo quería convertirse en “el rey del mundo”, antiguamente siempre había aparecido airoso de todas las situaciones.
En 1987, fue periodista en prácticas en The Times gracias a conexiones familiares. Rápidamente fue despedido por una cita inventada. El Daily Telegraph lo repesca y lo envía a Bruselas en 1989, donde con desmanes y aproximaciones pone en ridículo a las instituciones europeas.
De envés a Londres, se convirtió en columnista político para el Telegraph y el Spectator, y todavía escribió reseñas de automóviles para la revista GQ. Es divertido, erudito, poderoso. Pero pagó hasta 4.000 libras en multas de estacionamiento de los autos que probaba.
Ingresó en el Parlamento en 2001, rápidamente despedido del "junta aparecido" de la concurso por mentir sobre una aventura. Luego le quitó la alcaldía de Londres a los laboristas en 2008, en su momento europeísta y proinmigración.
Permaneció allí durante ocho abriles, labrándose una dimensión internacional, ayudado por los Juegos Olímpicos. Luego se convirtió en una de las principales figuras de la campaña Brexit, luego dirigente de la diplomacia bajo Theresa May, y la reemplazó como primer ministro en julio de 2019.
"Es un actor brillante, pero no apto para un cargo doméstico, ya que parece que solo le importa su destino y su satisfacción personal", dijo su exjefe Max Hastings al Telegraph.
Su vida privada está a la cumbre del personaje. Casado en tres ocasiones, en 1987, 1993 y 2020, tiene al menos siete hijos, incluidos los dos menores nacidos de su casamiento en 2020 con Carrie Symonds, de 34 abriles, exfuncionaria de comunicación del partido Conservador.
Uno de mis momentos favoritos de Boris Johnson. Su entrada a Maurizio Gaudino durante el partido benéfico entre Inglaterra y Alemania en el Madejski Stadium en 2006. pic.twitter.com/fl4zowhb5B
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